Bélgica es un precioso pais que irradia esplendor, pero el sol es tan escaso que las piedras y ladrillos tienen que compensar la falta de luz con una belleza que atrape la atención de los visitantes. En los largos días de verano uno no sabe si son las nueve de la mañana o de la tarde, porque un techo blanco tapa continuamente el sol e impide que las cosas tengan sombra.
Creo que los belgas no saben que tienen sombra hasta que no salen de su país, porque el escaso sol que aparece muy de vez en cuando es observado con sorpresa tan de frente que las sombras quedan escondidas a sus espaldas, ahogadas en los charcos de la permanente llovizna.