Ya ha pasado un año desde que empecé con este proyecto de hacer una foto cada día y escribir algo sobre ella. Ha sido un trabajo muy bonito, en el que al principio mantuve muy bien el ritmo, aunque me resultaba más difícil encontrar qué escribir, y al final he terminado sin ritmo ni tiempo, cuando me resultaba más fácil encontrar qué contar. Los primeros seis meses fueron grises en el color de las fotos, y cuando les di color fueron mis otras obligaciones las que volvieron grises el blog, por la falta de continuidad que tuvo. En esta segunda parte siempre he tenido un retraso de más de diez días, lo que convertían escribir cada día en una obligación por recuperar el tiempo perdido, justo en el momento en el que más disfrutaba con lo que hacía. En el último mes creo que me ha podido la pena por terminar y la duda de dejar algo interesante en el camino, y he sido más irregular que nunca.
Ha pasado un año y el resultado ha sido mejor de lo que esperaba. He encontrado fotos que hablaban por sí solas, pero también historias que contar en imágenes que aparentemente no decían nada, así que he aprendido que en cualquier momento y en cualquier lugar es posible encontrar una foto y una historia. También he aprendido a utilizar los pocos medios que tenía, pues una de las reglas que me puse al principio era hacer fotos sólo con el teléfono, y me he demostrado que no por tener más medios voy a contar mejores historias, y que no hace falta cargar con una cámara de un kilo, un objetivo de otro, y no se cuántos chismes más para hacer una foto. Un mejor equipo da más facilidades, y está claro que con un teléfono no podemos hacer ciertas fotos que sí podemos hacer con un teleobjetivo, por ejemplo, pero al tener menos medios también nos vemos obligados a pensar más, movernos más, ser más resolutivos y por tanto aprenderemos más. Aprender a ser fotógrafo y a no ceder toda la responsabilidad a la cámara ni al ordenador, porque no puede ser que nuestra cámara tenga más conocimientos de fotografía que nosotros. Siempre he pensado que mi cámara no puede estar por encima de mi, y no puede tener opciones que no conozca o no utilice porque habría gastado más dinero del necesario, y para eso hay que empezar por lo básico para después ir subiendo, y saber qué está haciendo la cámara en cada momento, porque las de hoy día hacen tantas cosas de forma automática que ni si quiera sabemos cómo dan esos resultados tan espectaculares.
Como ya he escrito trescientos sesenta y seis artículos con trescientas sesenta y seis fotografías creo que ha llegado el momento de hacer un descanso, de meter los pies en el mar para refrescar las ideas, de pensar en algo nuevo para no abandonar el blog, que me ha generado en publicidad la no despreciable cifra de 4,06€ en un año. Voy a descansar unos días en los que iré volviendo a poner las entradas antiguas que escribí antes de decirle a nadie que lo estaba haciendo, y aprovechando para volver a colocarles las fotos que algún duende informático me borró hace unos meses. Cuando tenga los dedos de los pies arrugados por el agua del mar volveré con alguna idea nueva, y espero que al menos igual de interesante que ésta. Hasta entonces gracias a los que me habéis leído cada día, o al menos de vez en cuando al ver un título llamativo, a los que os habéis acordado de mi cuando veíais algo que sabíais que me iba a gustar, a los que me habéis hecho comentarios en público y a los que me habéis animado en privado. En definitiva, gracias a todos los que me habéis ayudado a seguir durante todo un año, que mirando atrás parece poco, pero escrito foto a foto es bastante.