Empezó con la ilusión con la que se empieza el primer trabajo de la vida. Empezó con muchas ganas e importándole poco las horas extras mal pagadas, y las horas normales igual de mal pagadas. Pensó que seria divertido trabajar en la moda, porque siempre quiso ser modelo, aunque fuera empezando desde abajo. Pero todo es siempre más difícil de lo que parece, más sacrificado y menos divertido. Días enteros siendo observada, cambios constantes de ropa, horas y horas de pie y sin cambiar de postura fueron minando su moral. Pesados clientes sin respeto por su trabajo y compañeros de trabajo que nunca la trataron como una más le amargaron el carácter y le despertaron de su sueño, y una vez despierta se dio cuenta de que nunca podría escapar de allí. Siempre tendría que estar a disposición de los que odiaba cada día más, y los que la fabricaron lo hicieron a sabiendas para que nunca pudiera quejarse con una mala cara. Así que con el último poco orgullo que le quedaba decidió levantar el dedo, y mandarlos a todos a la mierda.
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