Una luz encendida espera nuestra llegada en la madrugada. Al llegar a casa esa luz nos recuerda la seguridad del hogar, la tranquilidad y el descanso que nos ofrece. Cuando somos jóvenes nuestras madres suelen esperar junto a la luz encendida, rezando por que nada malo nos haya pasado, mientras hacen punto o crucigramas. El temor que siente una madre cuando sus hijos están fuera de casa es común en todas las generaciones y todos hemos escuchado cientos de veces al salir por la puerta: "no llegues tarde, te espero despierta".
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