A la vuelta de la esquina podemos encontrar cualquier cosa y siempre merece la pena asomar la cabeza y mirar mas allá, y luego mirar detrás de la siguiente esquina, y después de la siguiente, porque encontraremos rincones desconocidos a nuestro alrededor, y nos preguntaremos cuanto tiempo llevarán allí sin que los hayamos visto.
Siempre me ha gustado andar, pero no andar por andar, si no andar como la mejor forma de conocer mi entorno. Ya sea en las ciudades en las que he vivido o las que he visitado por cualquier motivo, siempre intento sacar tiempo para recorrerlas en busca de un edificio singular, un atrayente bar, un parque tranquilo o un bosque mas allá de las últimas casas. En vacaciones ando desde el desayuno hasta la cena, y en los días de diario saco ratos para repasar mis propias huellas de otros días. No hace falta estar en una gran ciudad con espectaculares monumentos para encontrar rincones maravillosos unos metros mas allá de la última esquina que conocemos, y que desde dentro de un coche esos rincones pasan desapercibidos. Me gusta andar, solo o en compañía, y me gusta llevar la cámara para fotografiar esos lugares nuevos que descubro, o esos lugares viejos que veo con ojos nuevos, porque podemos pasar diez veces por un lugar y encontrar cosas distintas en cada ocasión, solo con levantar la vista del camino y mirar alrededor. Mis paseos son la fuente de la mayoría de mis fotos, hechas con el teléfono aquí en el blog o con la cámara para mi archivo, y mucha gente se sorprende cuando les digo dónde están tomadas las fotos, porque son lugares que ellos conocen pero en los que nunca han levantado la cabeza del suelo lo suficiente, o porque nunca le han dado la vuelta a la siguiente esquina.
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