La plancha todavía está caliente, así que huele a camisa lista para ser arrugada. El que pase por esta casa hoy, se puede hacer una idea de lo que va a pasar en las próximas horas. Perfume, laca y pintauñas en un ambiente calentado por música disco de los noventa. El nudo de la corbata se dibuja al rítmo marcado por unos zapatos que sonrien con un brillo que perderán pronto. Todos listos para acompañar a una pareja que celebra un cambio en su vida, y el mejor regalo que puedes hacerles es volver a casa a la mañana siguiente con una sonrisa en la cara, la camisa arrugada, los zapatos sucios y si es posible manchas de vino en la chaqueta. Son las cicatrices que deja una noche de juerga con unos amigos que se han casado y han querido compartirlo contigo. Con esas cicatrices nadie se atreverá a dudar de si lo has pasado bien, la plancha tampoco.
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