A las ocho de la tarde la sombra pesa tanto que colgada de la espalda se estira y se arrastra hasta el otro lado de la calle. Como un ancla se clava en el suelo e impide avanzar y por algún tipo de mecanismo interno arrastra los párpados intentando cerrar los ojos. Aunque no lo parezca las sombras pesan, o al menos la mía pesa, y llevarla a la espalda es una carga que se nota especialmente al amanecer y al atardecer, lo que es prueba de que pesa. No puede ser casualidad que cuando las sombras son mas alargadas sea cuando mas cansado estoy, y que justo cuando se hace de noche y se esconde mi sombra vuelva a estar despierto y con los ojos como platos.
jueves, 5 de septiembre de 2013
El peso de la sombra 04/09/13
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