martes, 28 de enero de 2014

Arturo se pondría las botas 09/01/14

Mi escritor favorito es Arturo Pérez-Reverte. Lo conocí hará casi veinte años en los artículos que escribía para El Semanal y que yo leía con interés cada domingo, así que le llamo Arturo porque después de veinte años leyéndolo lo veo como a un amigo que admiro aunque sólo crea conocerlo. Al principio leía sus artículos sin prestar atención a quién los escribía, pero al darme cuenta de que al abrir la revista buscaba directamente su página me aprendí su nombre, que también empecé a reconocer en crónicas de las Guerras de los Balcanes. Tardé en leer sus libros porque lo que me gustaban eran sus artículos de opinión, que escribía y sigue escribiendo cabreado con un mundo que nos cabrea a todos, pero con una claridad que no le permite nunca estar dentro de lo políticamente correcto. Siempre me fascinó su vida esculpida a base de ver de cerca las miserias humanas, y comprobar lo fácil que es manipular a un pueblo enarbolando cualquier bandera común hasta convertirlo en un ejército que masacra. Las mismas guerras que él nos recuerda que podemos encontrar en los libros de Historia hace cien, doscientos o mil años, son las encontramos hoy y que seguiremos encontrando mañana. Veinte años viviendo esas guerras idénticas en diferentes caras de diferentes países hacen perder la fe en la Humanidad, y Arturo se empeña en demostrar que casi la ha perdido. Un día llegué a sus libros y no he dejado ninguno en la cuneta. Casi siempre protagonizados por un personaje común, alguien de vuelta de todo que vive alejado del trato con los demás, cansado de su vida pero dispuesto a seguir adelante con la excusa más insignificante. Siempre novelas que atrapan desde la primera frase. 

Pero donde Arturo se explaya es cada domingo en El Semanal. Creo que debe ser de las pocas cosas que siguen en el mismo sitio en esa revista después de veinte años, y que seguirá estando. Recuerdo sus quejas sobre las modas que cambian sin razón y sin piedad. Del día que tienes que ir a comprar unos vaqueros y encuentras que este año son todos de pitillo, o de pata de elefante, o de campana, o desgastados, o rotos, o vete tu a saber cómo son según se le hayan antojado a los señores que marcan tendencia, y te encuentras con el problema de querer una camisa lisa, de cuello normal, pero este año sólo las hay de cuadros y con cuellos enormes y tres botones por cada lado. Recuerdo sus quejas cuando cada temporada entro en una tienda y veo que nos vuelven a vender la moto y les compramos hasta el casco. Este año para las señoras se llevan las botas y me he dado cuenta hasta yo que no las uso. Si lo viera Arturo ya le estaría goteando el colmillo, porque como él dice: "hay días que me dan la página escrita".

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