Hay ayuntamientos que ya no saben qué hacer para convencernos de que reciclemos. Al menos algunos se han convencido de que hacernos sentir mal no es el camino correcto, y que siempre es mejor la zanahoria que el palo. Los ciudadanos nos hemos cansado de escuchar que vamos a acabar con el mundo antes de dejarlo en herencia a nuestros hijos por el mero hecho de no saber si el cartón de leche va al contenedor de envases o al de papel, y hemos dejado de salir con la bolsa de basura como si fuera una bolsa llena de dinero negro, mirando a escondidas por las esquinas y a la espera de que la policía nos detuviera por dejar nuestros desechos mal distribuidos en los contenedores de colores. Como es más agradable tener vistas al mar que a una puerta de barrotes, en Mijas han decidido poner los contenedores mirando al Mediterráneo, no se si para quitarnos el miedo a entrar en la cárcel o para compensar a los pobres contenedores por tenerlos siempre llenos de basura. Es más agradable separar la basura en casa si pensamos que la recompensa va a ser reciclar con vistas al mar, aunque haya que ir hasta Mijas para hacerlo.
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