Las tradiciones están para cumplirse, lo que pasa es que hay tradiciones que tienen miles de años y otras sólo un puñado de ellos y nos intentan convencer para seguirlas con más o menos acierto. Los pueblos crean tradiciones que les traigan beneficios, como tirarse vino, tomates o huevos. Hay pueblos en los que se celebra la Nochevieja doce horas antes, un día antes o seis meses antes, con la excusa de que un año se quedaron sin hacerlo porque se quedaron sin luz, y ya salen cada año en la televisión contando su historia y repitiendo el nombre del pueblo, invitando a que todos celebremos el fin de año dos veces, una en su pueblo y otra en nuestra casa.
En España se comen doce uvas con las últimas doce campanadas del año según una tradición que dice que tendrás buena suerte si las comes a tiempo, aunque poca gente cree que realmente tendrá falta de suerte si no lo hace, pero las tradiciones están para cumplirse, y la mayoría se intentan comer las doce uvas. En mi casa se monta tal guirigay que pocos las comen a tiempo y yo ni si quiera lo intento, no habiendo notado hasta ahora falta de suerte en mi vida. No se comen a tiempo pero se compran.
Llevo escuchando todo el mes a diversos cargos políticos y agrupaciones de productores de mandarinas valencianas dando publicidad a que despidamos el año comiendo mandarinas, y como doce mandarinas son inviables lo han reducido a doce gajos. Es lógico, supongo que lo de comer las doce uvas empezaría de una forma semejante y mira dónde hemos llegado. Si suponemos que tres de cada cuatro españoles come uvas en Nochevieja, y creo que me quedo corto, podemos estimar que sólo ese día se consumen cuatrocientos veintitrés millones de uvas. Me parece un mercado muy suculento en el que querer entrar, y crear una nueva tradición es asegurarse unos buenos ingresos futuros. Creo que es cuestión de poco tiempo que aparezcan los pescadores de Huelva invitándonos a comer doce gambones, eso si, ya pelados, así que voy a adelantarme para recomendar que el próximo año los productores extremeños de jamón, que no tiene igual en el mundo, hagan una campaña en su favor, ya que comen mejor que doce gambones, y está más rico que uvas o mandarinas. Además, tendremos el resto del jamón para seguir comiendo durante enero. ¿Hay alguna suerte mejor que esa?
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