El espejo lleva un siglo reflejando la vida de la casa. Varias generaciones se han peinado frente a él, se han colocado las solapas de la chaqueta y se han pintado los labios. Junto a la puerta ha dado la bienvenida a las visitas siendo testigo de fiestas y despedidas. Ha escuchado risas y llantos. Ahora, nietas que se convirtieron en abuelas buscan en su memoria el reflejo de otra época, hablan de los recuerdos que llenaron su vida y enseñan los conocimientos que un día aprendieron, y que pasan así, frente al espejo, de una generación a otra. El espejo que recuerda el pasado, guarda el presente y espera el futuro, todo en una misma imagen. Es la memoria común de la casa, la memoria común de la familia.
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