Las nubes, como el agua o el fuego, tienen un efecto hipnótico. Uno se puede quedar mirándolas avanzar y transformarse y perder la noción del tiempo. De niños todos hemos jugado a descubrir objetos o animales en las nubes y ya de mayores nos sorprendemos un día cualquiera mirando al cielo sin motivo, relajados por la tranquilidad que nos transmiten. A veces nos empeñamos en ocupar nuestro tiempo con actividades que enlazamos unas con otras, y olvidamos parar un poco a pensar o disfrutar de cosas tan sencillas como ésta. A mi me encanta fotografiar nubes, aportan al paisaje un contexto único y completan las imágenes llenándolas de detalles.
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