Quedar para tomar unas cañas es mucho mas que quedar para beber alcohol. Tomar unas cañas es quedar con los amigos después de un duro día de trabajo y olvidar los problemas. Algunas veces consisten en momentos de confesiones íntimas, pero otras en conversaciones insustanciales, discusiones eternas o comités de soluciones a los problemas mundiales. Delante de una caña, con el bigote lleno de espuma y el amargo frío bajando por la garganta todos nos alejamos del mundo por un momento, y viéndolo desde fuera encontramos soluciones para todo. Arreglamos igual el paro que el mal juego de nuestro equipo; aconsejamos en el amor y consolamos en el desamor; soñamos con negocios redondos y recordamos momentos vividos. En definitiva, delante de una caña, en la barra de un bar, aliviamos por un rato los problemas diarios y acumulamos fuerzas para empezar de nuevo. A mucha gente no le gusta la cerveza, y para ellos consiste en tomar un café, un vino o incluso compartir un cigarro. Cualquier cosa común que nos permita un momento de desconexión en el que liberarnos tiene el mismo efecto. Todos tenemos nuestro momento de "tomar unas cañas", y el que no, debería empezar a buscarlo.
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