Hay noches especiales y hay noches especialmente especiales. Noches de espera y preparación, de alegría y emociones, de nervios y temblores, de lágrimas y nudos en la garganta, de corbatas y tacones, de cansancio y aguante, de ampollas y sudor, de miradas y sonrisas, de abrazos y aplausos, de comida y bebida, de palmas y baile... Hay noches que empiezan con sol y terminan con sol, noches en las que todos nos sentimos Sabina mientras cantamos:
"...que todas las noches sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel..."
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