sábado, 24 de agosto de 2013

El futbolín 23/08/13

Suenan las bolas al ser golpeadas por los jugadores de metal y al estamparse contra las paredes de futbolín. Los amigos se gritan entre ellos, se animan, se increpan. Se alteran como si se jugaran el sueldo en ello, se insultan entre risas. Las mesas de alrededor miran de reojo con extrañeza y con miedo. Gritos y bolas sueltas no son buena compañia para una copa tranquila. Por contra, aspirantes atentos aguardan con monedas en la mano, ansiosos por participar, formando una cadena interminable de partidas. Un pierde-paga, le llaman. En la mesa se calientan las cervezas y se deshacen los hielos, y a nadie le importa. Podemos buscar la misma escena con los mismos personajes veinte años atrás, en lugares distintos, porque pocos lugares y pocos futbolines aguantan a amigos que se juntan desde hace veinte años, para reirse o para enfadarse , pero siguiendo juntos.

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