Pronto tenemos unas elecciones en las que nos jugamos mucho aunque parezca todo lo contrario. Son elecciones al Parlamento Europeo y no nos damos cuenta de que cada vez se deciden en ese Parlamento más cosas que nos afectan, y que los gobiernos nacionales tienen que aceptar cada día más las decisiones de Europa y tienen cada día menos poder autónomo. Sin embargo son las elecciones que más pasan desapercibidas, porque los representantes que elegimos no son tan conocidos como los aspirantes a alcalde o a presidente de gobierno. Las campañas electorales de los grandes partidos se centran, como siempre, en destacar los errores del contrario, cosa que estaría bien si tuvieran que ver con nuestros problemas concretos y no desvariaran en menoscabar la imagen del otro a costa de lo que sea. Al final todos quieren subir al poder, y aunque alguno pueda tener buenas intenciones, quedan sepultadas bajo la lista de acusaciones del tipo "los de azul nos lleváis a la ruina por la derecha" y "los de rojo nos lleváis a la ruina por la izquierda". Todos dicen tener la llave que abre las puertas a las soluciones antes de subir al poder, y cuando llegan y no solucionan nada se excusan en la herencia recibida del otro, y con esas excusas tenemos siempre justificado estar jodidos.
Vivimos en una Europa cada vez más unificada, al menos aparentemente. En su día entregamos las llaves de casa a Europa porque de allí venía el dinero que nos la iba a reformar, a cambio de que luego les comprásemos a ellos los electrodomésticos, aunque esa es otra historia. Entregamos las llaves y cuando vienen mal dadas todos las queremos de vuelta, porque siempre hay una excusa para culpar a los demás y no hay una mejor forma de culpar a los demás de nuestros males que volver a los nacionalismos. Por eso se entiende el oportunismo de los nacionalistas, ya sean catalanes que no quieren seguir en España o españoles que no quieran seguir en Europa. Un nacionalista quiere echar la llave de su casa y gestionar lo suyo no compartiendo con el resto, acordándose sólo de lo que ha entregado pero nunca de lo que ha recibido, y en el caso de conseguir la independencia siempre tendrá la excusa de los males propios en la herencia recibida, y si no, ahí tenemos a algunos políticos hispanoamericanos que siguen culpando al Imperio colonial español de sus males de hoy doscientos años después de la independencia. Llaves, políticos y herencias: los problemas de siempre.
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