Una vez escuché a alguien decir que si llegaran unos extraterrestres a la Tierra e intentaran establecer conversaciones con la especie dominante, irían a hablar con los perros, no con nosotros. No recuerdo quién lo dijo ni cuando, pero no andaba muy lejos de tener razón. En los países desarrollados hemos llevado lo de tener una mascota tan lejos que ellos nos dominan a nosotros casi siempre, y eso que nosotros pensamos que somos más inteligentes. Por la calle son los perros los que guían a sus dueños tirando de la correa cuando salen a pasear. Los perros hacen sus necesidades donde creen conveniente y sus dueños más cívicos, no todos, las recogen, llegando alguno incluso a limpiar las partes sucias agarrando la cola y haciendo algo que no todos harían por otra persona. Muchos llevan a su perro a la última moda, gastando en una ropa que no suelen necesitar lo que sea, y otros los transportan en bolsos especiales o carritos de bebés. Aun así, siempre es mejor pasarse en cuidados que en descuidados, y mejor no voy a comentar lo que me parecen aquellos que maltratan o abandonan a sus perros, sólo que prefiero ver un perro con un collar de perlas que sin comer, evidentemente, aunque me parezca innecesario poner un collar de perlas a un perro. Entiendo a sus dueños, porque un perro siempre será un leal compañero que nunca los traicionará, y es difícil encontrar esa inocente lealtad en una persona, así que ellos intentan devolverles parte de lo que reciben. A todo esto no creo que un perro se sienta demasiado cómodo con coletas o en un carrito cuando se cruza con otros perros que pasean con sus propias patas, porque seguro que tienen una dignidad diferente de la que nosotros pensamos.
Con lo grande que es el Universo, es raro que no hayamos recibido la visita de extraterrestres todavía, aunque a lo mejor vinieron hace mucho para someternos con forma de perro y viven cómodamente entre nosotros. Qué mala suerte tuvieron los que decidieron establecerse en China, con lo tranquilo que se vive por aquí.
P.D.: La foto me la manda Angélica, sabiendo que no la podía pasar por alto.
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