En la dehesa los cerdos son negros aunque paseen a la sombra de las encinas, encimas que crecen extendiendo sus ramas en horizontal, como paraguas que intentan recoger cuanto más sol mejor. Aquí se sigue respetando el campo porque se sigue viviendo del campo, sigue habiendo animales salvajes como ciervos, zorros, venados y jabalíes, sin necesidad de Parques Nacionales y los animales domésticos piensan que son salvajes, de tanto espacio que tienen para vivir. En la dehesa los cerdos engordan con bellota y ponen firmes las carnes subiendo y bajando el monte. Las paredes de piedra que separan los campos llevan en el mismo lugar desde que fueron levantadas por los abuelos o los abuelos de los abuelos de los que hoy las reparan, pero más tiempo llevan las encinas que muchas habrán visto pasar entre ellas caballeros con armadura. En la dehesa hemos aprendido a adaptarnos a la naturaleza y adaptar la naturaleza a nosotros sin destruirla, y paseando por ella podemos pensar que estamos en un bosque protegido cuando estamos en explotaciones ganaderas.
Si alguien quiere conocer la dehesa más bonita de España, que vaya a Fuentes de León y alrededores, no se arrepentirá.
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