Es difícil situar la frontera entre lo que es arte y lo que es engaño porque cada uno tenemos un criterio y unos gustos, aunque ya he dicho más de una vez que me parece que en el arte contemporáneo hay demasiado estafador y demasiado rico que se deja estafar. Una de las cosas que a mi me hace pensar que algo no es arte es escuchar a su autor defendiendo que sí lo es, porque pienso que si lo tiene que defender tanto es porque nos tiene que convencer al resto, mientras que algo que no deje dudas entre los espectadores está claro que lo es sin necesidad de que su autor diga nada.
Pintar con espray en la calle es hacer grafiti, que puede ir desde una vandálica y poco estética firma a una obra de arte como la que más, pero al hacerse en la calle sobre un muro o fachada privada suele ser ilegal, a no ser que te contraten expresamente. Esto es lo que hizo hace unos meses el ayuntamiento de Málaga en una zona céntrica que quiere revitalizar fomentando el asentamiento de artistas, y que en un alarde de originalidad ha llamado SOHO. Contrataron a un grupo de grafiteros famosos para que pintaran muros en blanco, puertas de garaje y bajos abandonados, y estos artistas se pusieron manos manos a los botes, de pintura, repartiéndose por el barrio. Una pareja de policías locales algo despistados quisieron cumplir con su deber diario y al ver a uno de los grafiteros le pidieron la documentación listos a empapelarle, porque empapelar también es un arte. Después de media hora de explicaciones y llamadas alguien les explicó que estas pintadas no sólo eran legales si no que eran pagadas, y les pidió que se fueran a otro barrio en busca de unos que estuvieran pintando gratis.
Resulta difícil de comprender que un ayuntamiento pague por algo cuando normalmente multa porque se lo hagan gratis, y es que el arte tiene estas cosas, que cuanto más pagas por el más arte es, y si pagas con el dinero de otro, ni te digo.
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