Es un domingo tranquilo de principios de mayo, cuando mejor se está en la playa. Es un domingo en el que no se llenan las hamacas de los chiringuitos, en el que algunos valientes no se resguardan bajo la sombrilla, en el que el aire fresco eriza la piel cuando se levanta. Es un domingo y una playa para hablar en voz baja, y ni los niños arman escándalo. Todo el mundo está tan tranquilo que hacen que el domingo sea tranquilo. Un domingo de mayo para leer a la sombra sólo a ratos, porque la sombra enfría más de lo que calienta el Sol. El agua clara llega a la orilla tranquilamente, casi sin olas y casi sin hacer ruido, no queriendo molestar a los niños que juegan en la arena ni a los padres que pasean. Es un domingo perfecto si se pasa en buena compañía compartiendo un espeto de sardinas y una cerveza fresquita
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