miércoles, 28 de mayo de 2014

La suerte está echada 16/05/14

Desde el camerino se escucha el escándalo como si lo tuvieran dentro. El pueblo ha llenado el patio y los balcones, pero es en el primero dónde se monta más alboroto, porque es la parte más llana. Los actores están nerviosos, como siempre, y el autor está confiado, como siempre, pero todos están acostumbrados tanto al éxito como al fracaso. El éxito de un día hace más difícil el del día siguiente porque los espectadores se vuelven más exigentes. El patio está tan lleno que las espadas chocan sordamente debajo de las ropas, sin que nadie las mueva, aunque sus portadores nunca levantan la mano de la empuñadura por si la tarde se complica, y están tan atentos al escenario como a su alrededor. El ambiente está caldeado por el calor de las pesadas ropas y por el vino, y muchos ya portan verduras podridas con las que emitir su juicio al final de la obra. Los actores lo saben, pero prefieren salir corriendo cubiertos de lechuga que perseguidos por el gentío, que suele buscar responsables cuando consideran malgastado su dinero. En el corral se guarda silencio cuando los personajes ya trasformados suben a las tablas, un instante de silencio que vendrá seguido por risas sólo en el mejor de los casos. La gloria será tener el corral lleno otra vez mañana, la suerte está echada.

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