Para vender hay que llamar la atención, ya sea con el nombre de un bar donde vender comida o con el aspecto de una ciudad para vender la imagen de la misma. Los Ayuntamientos se lo toman en serio a la hora de llamar la atención, e intentan salir en las noticias y en los comentarios de la gente lo máximo posible, y tienen que dar muchas vueltas al coco para ser originales. Gastan millones para que el arquitecto de moda haga un auditorio que se va a usar dos veces al año, pero que saldrá en todas las revistas de arquitectura y atraerá a turistas aunque sea a fotografiarlo por fuera, para luego tomar un café en el bar de enfrente. Llenan las rotondas y parques de esculturas que unos llamarían raras, otros originales y otros arte para que la gente pregunte a sus amigos en Facebook por dónde se han hecho esas fotos tan chulas e ir a hacérselas ellos, y de camino pasar un fin de semana. Para qué nos vamos a engañar, una escultura de un perro meando llama la atención más que una de Felipe II montando a caballo. Ya nadie hace fotos a Felipe II, que lleva siglos en el mismo sitio, pero un gracioso perro que mea con la lengua fuera, merece una foto para el recuerdo.
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