Para los vecinos de Guarromán el nombre de su pueblo no tiene nada de raro, porque lo llevan escuchando toda la vida. Les pasa lo mismo a los que viven en Gor, en Jun, en Cabeza la Vaca, en Herencia, en Carratraca, en Macharaviaya o en Malcocinado, para ellos los raros son los nombres del resto, cuando para el resto su pueblo tiene un nombre imposible pronunciar o gracioso. El nombre tiene a veces un origen muy distinto al resultado actual, como en el caso de Guarromán, que por lo que he encontrado procede del árabe Wadi-r-rumman (Río de los granados), que derivó en Guadarromán y luego en el actual. Así que no tiene nada que ver con los cerdos, aunque los árabes que pusieron el nombre estarían escandalizados del resultado final. Es algo parecido a cuando unos padres ponen nombre a sus hijos para que luego terminen llamándolos de otra forma, como a un Enrique que llamen Kiki, lo que pasa es el que aquí los padres hace tiempo que se fueron y ya no creo que les moleste mucho.
Esto nos hace ver que somos una mezcla entre nuestro origen y lo que hemos ido encontrando en nuestro camino, que no siempre hemos sido iguales y que en el futuro no seremos iguales a como somos ahora. España siempre ha sido punto de partida, lugar de paso y destino a la vez, y lo que somos hoy es la mezcla de todos los que pasaron por aquí o decidieron quedarse. Lo vemos hasta en los nombres de los pueblos en los que vivimos.
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