sábado, 30 de noviembre de 2013

Tirarse a la piscina 29/11/13

A todos nos gustan los aparatitos nuevos. Los teléfonos de última generación, las tabletas táctiles, los ordenadores ultrarápidos, los televisores 3D, las cámaras con tropecientos megapíxeles... Para que lo vamos a negar, si no nos han engañado para que los compremos todos, al menos habremos comprado alguno, pero lo peor es que casi al día siguiente de haberlo comprado ya estamos escuchando que se nos ha quedado antiguo porque hay uno mejor, más grande, más rápido o simplemente con un botoncito más. Pero ¿realmente los necesitamos?
Este diario trata de fotografía, asi que voy a centrarlo en las cámaras fotográficas y en mi experiencia. Las fotos que aquí pongo están hechas con un teléfono, un Samsung Galaxy S II. Ya hay teléfonos mucho mejores, pero para las fotos que hago no necesito más, aunque lo cambiaré pronto porque se apaga y se enciende por su cuenta. Lo cambiaré sólo cuando deje de funcionar porque cumple con lo que le pido. Para mis fotos más elaboradas tengo una Nikon D60 que compré hace cuatro años cuando se vendían con descuento porque iban a sustituirlas por un nuevo modelo. Era la réflex más básica y barata que encontré, porque no necesitaba más y no sabía si quiera utilizarla. Estoy cansado de ver a gente con cámaras de mil euros y que disparan en automático, con flash sobre paisajes oscuros de profundidad infinita y cosas así. No saben usar la cámara y no necesitan una cámara de mil euros. Harían las mismas fotos con una compacta de cien. Mi cámara se me ha quedado pequeña y mis necesidades ya están por encima de lo que puede ofrecerme comparándola con otras del mercado, pero prefiero gastar mi dinero en aprender y mejorar que en una cámara mejor. Parece mentira que diga esto de una cámara de sólo cuatro años, y es que en realidad no la necesito, porque tiene más posibilidades que cualquier análogica profesional del siglo XX con la que trabajaban los fotógrafos de fama mundial. La cámara no hace al fotógrafo, y Robert Capa haría mejores fotos con un teléfono que yo con la mejor cámara del mercado, por eso prefiero formarme para seguir por encima de mi cámara y no tener la cámara por encima de mi. Paso estos días aprendiendo de grandes fotógrafos en Photofestival de Fuengirola cosas que una cámara mejor no podría enseñarme. Antes de tirarme a la piscina y comprar una nueva quiero saber nadar bien, no sea que la piscina pueda conmigo.


viernes, 29 de noviembre de 2013

Un sitio en el mundo 28/11/13

El tiempo pasa volando y toda espera llega a su final. Nueve meses son mucho tiempo cuando quedan por delante, pero pronto se reducen a nervios y expectación ansiosa. Dentro de un mes más o menos toda la expectación se transformará en atención cuando a Marta le de por decir aquí estoy yo y ya estoy cansada de tanto horno. La estamos esperando con los brazos abiertos, esperando que no nos queme al salir y estemos preparados. Seguro que si. Se ve que su madre la trata bien porque casi puedes ver como crece dentro del horno si la miras con atención. Ya dejamos una silla vacía esperando a nuestro lado allá donde vamos para ir acostumbrándonos. Marta ya tiene un sitio en el mundo, un sitio entre los que la queremos y la esperamos.


jueves, 28 de noviembre de 2013

Días iguales, días distintos 27/11/13

Uno puede despertarse temprano, levantar la persiana para ver como amanece y prepararse para pasar un día igual que ayer e igual que mañana. Al otro lado del cristal los mismos árboles, las mismas casas, las mismas montañas y el mismo cielo. Las mismas pocas ganas de trabajar si se tiene trabajo, de estudiar si se está preparando para intentar trabajar algún día, o de desesperarse buscando trabajo si no lo tiene. Todo igual a ayer e igual a mañana. Hay pocos días en los que todo es distinto. Los árboles son más verdes, las casas más blancas, las montañas más altas y el cielo mejor pintado. Hay días en que la ventana trae nuevas esperanzas en las que creer, buenas aunque escasas noticias de un amanecer lento y desconocido, pero amanecer sin lugar a dudas. Hay días en los que queremos brindar con el colacao del desayuno porque queremos celebrar sin perder tiempo desde bien temprano. Todos los días cumplimos un día más, sólo una vez al año cumplimos un año más, y sólo una vez cada diez años hacemos un día redondo. Ayer fue un día de esos, no era mi cumpleaños pero como si lo fuera. Celebramos un día que merece celebración. Lo celebramos ayer, el pasado domingo, el viernes anterior, lo volveremos a hacer hoy y lo haremos más tarde todas las veces que sean necesarias. Guardaremos fuerzas para volver a celebrarlo el día que estemos con los que no han podido estar hasta ahora, hasta que olvidemos que lo que celebrábamos era un cumpleaños y empecemos a celebrar que el amanecer que hay al otro lado de la ventana nos ha despertado a todos a la misma hora.



miércoles, 27 de noviembre de 2013

Lobos con piel de cordero 26/11/13

Era una noche de invierno de hace siete u ocho años. Yo iba empujando el carro de un supermercado hacia los aparcamientos, cargado y descontrolado sobre unas ruedas que me intentaban llevar a algún lugar desconocido alejado de mi coche. Mientras luchaba por gobernarlo pasé cerca de una tienda de plantas y me llamaron la atención unos pequeños cactus de coloridas flores que había junto a la puerta. Nunca he sido muy cuidadoso con las plantas y siempre he evitado tenerlas, pero un cacto no se le muere a nadie por poca agua que le eche y poco sol que le dé, así que decidí comprar uno, asombrado por lo llamativo de sus flores. Al llegar a casa coloqué la maceta junto al ordenador en el que paso más horas que dormido, para poder disfrutar de su compañía y para que no se me olvidara regarlo. Tardé dos días en darme cuenta de que las flores no eran de verdad y me sentí engañado. En la floristería no me dijeron que fueran de verdad, lo creí yo sólo, así que sólo pude reprocharle a la oscuridad y al ingobernable carro mi error. En seguida empecé a pensar que las flores eran demasiado bonitas para ser verdad, y que debía ser la única persona que los había comprado sin saberlo. Falsas y llamativas flores que esconden duras y peligrosas espinas. Podemos aprender mucho de esos cactus que intentan ocultar lo que no son esperando engañar a incautos como yo. Es una buena metáfora que podemos aplicar bastante a menudo. Yo desde entonces voy más atento por la vida, a mi ya nadie me pincha.


Lo que queda fuera 25/11/13

Hacer una foto es decidir qué queremos que salga en esa foto de todo el mundo que nos rodea. No es una tarea fácil, al menos para mi, porque hay que decidir qué sale en la foto y qué queda fuera, y lo que queda fuera es muchísimo más de que lo que cabe dentro. Eso no significa que al hacerla nos estemos equivocando, porque podemos hacer fotos de cualquier cosa que nos rodea y que el resultado sea bueno. La imagen puede ser buena técnicamente, o aunque no lo sea podemos haber inmortalizado un momento importante que nos servirá de recuerdo toda la vida, pero en ambas situaciones pienso muchas veces en la foto que no he hecho, más que en la que he hecho. Es inevitable pensar en que siempre podríamos haber hecho algo mejor, y buscar los fallos en el trabajo nos permiten no cometerlos en el futuro. Miro imágenes de hace menos de año y encuentro cosas que no me gustan o que hoy haría de forma diferente, en parte porque voy aprendiendo cosas nuevas cada día, en parte porque dos días distintos hacemos cosas distintas dependiendo de muchos factores, como el tiempo, la luz o nuestro estado de ánimo. En cuando a la memoria pasa que con el tiempo tendemos a recordar sólo las cosas que revivimos, bien en conversaciones compartidas con las mismas personas que compartimos el momento recordado, bien con fotografías, y terminamos olvidando todo lo que queda fuera de las conversaciones o de lo límites de la foto. Creo que a todos nos ha pasado encontrar una foto que no sabíamos que existía de un momento importante que sí recordábamos, y de pronto reencontrar en nuestros recuerdos cosas olvidadas, como objetos o personas, porque nuestra memoria las había apartado en favor de las que refrescábamos a menudo. Esto también ha cambiado mucho en los últimos quince años. Antes nuestros recuerdos se reducían a las veinticuatro o treinta y seis tomas que tenían los carretes, mientras que ahora no tenemos que ser tan selectivos al tener tarjetas de memoria para miles de ellas. Aun así hacer una foto sigue siendo decidir qué queremos recordar, sigue siendo enmarcar lo que consideramos importante y lo que no lo es tanto. Así que al hacer la próxima foto, después de mirar qué es lo que ha quedado dentro, mirad alrededor para ver lo que ha quedado fuera, porque todo eso puede que también quede fuera de vuestro recuerdo. 


martes, 26 de noviembre de 2013

Donde caben dos... 24/11/13

Hace sólo un par de generaciones que las familias ni si quiera se planteaban tener hijos o no, y muchas ni si quiera cuántos tener, si no que las familias tenían niños porque estaban hechas para tenerlos. Si entrar en debates muy profundos, pienso que eso tenía su lado bueno y su lado malo. Nuestros abuelos eran menos egoístas que nosotros y se mataban a trabajar sólo para tener a la familia alimentada, y eso es también parte de lo malo. Ellos eran también más inconscientes que nosotros porque a veces tenían familias tan grandes que les costaba mantenerlas. Era una época en la que se pasaba mal fueran dos o fueran cinco en la casa, aunque siendo cinco se pasaba un poco pero. Donde caben dos caben tres, y donde caben tres caben cuatro. Siempre se hacía hueco para uno más y se repartía un poco menos a cada uno. No había para lujos, pero es que comprar ropa nueva cada año era un lujo. 

Hemos cambiado mucho en dos generaciones. Nosotros nos pensamos muchísimo dejar entrar a un tercero en nuestra casa porque hemos convertido los lujos de antes en necesidades de hoy, y comprar ropa nueva o el último aparato electrónico es una prioridad. En parte es porque somos niños grandes, ya que nuestros abuelos dejaron la niñez en trabajos duros y nosotros nos hacemos adultos sin haber trabajado. No tenemos que renunciar a nuestra comodidad, no se trata de eso, pero si antes las familias eran siempre capaces de hacer un hueco para uno más, ¿por qué no vamos a ser capaces nosotros, teniendo muchas más facilidades? Nuestros abuelos tenían que luchar por poner un plato sobre la mesa, mientras que nosotros eso lo tenemos garantizado y nuestra lucha es comprar más o menos ropa. Esos abuelos salieron adelante, nuestros padres salieron adelante, y nosotros saldremos. Sin renunciar a todo lo que hemos conseguido y siendo conscientes de lo que hacemos ahora es mucho más fácil hacer hueco para uno más, o debería serlo, así que si decidimos tener un hijo, o tener otro hijo, la decisión no debe depender de si vamos a poder darle todo lo que necesita, porque está claro que si podremos. La vida, como el futbolín, es más divertida dejando que juegue uno más.



lunes, 25 de noviembre de 2013

La sonrisa del sábado 23/11/13

Hay días en los que las sábanas no pesan y apagamos el despertador con una sonrisa o en los que ni si quiera necesitamos despertador. A mi no me importa madrugar en fin de semana, aunque intento no hacerlo demasiado, y yo creo que se debe a que nadie me obliga a hacerlo. El trabajo es una obligación, y por mucho que nos guste nuestro trabajo muchos días sentimos una pereza inmensa al despertarnos y pensar que debemos acudir a él. Supongo que será porque como digo es una obligación a la que no podemos faltar y porque se convierte en una rutina pesada. En cambio los días libres los dedicamos a hacer las cosas que nos gustan, que son las que no solemos hacer a diario y por ello no se han convertido en pesadas todavía, y además las hacemos por propio interés, sin que nadie esté esperando a que las hagamos. Los días libres nos salimos de nuestro camino habitual, cortamos los alambres que nos separan de la libertad y corremos por el campo que solemos ver a diario desde el otro lado de la valla. Somos libres por unas horas, y por eso sonreímos más al despertarnos el sábado a las nueve de la mañana que al acostarnos el domingo a las doce de la noche, cuando ya vemos que el lunes está programando de nuevo nuestro despertador. Pero los lunes son necesarios para que sepamos lo afortunados que somos los sábados. Si no hubiera vallas que saltar, no sabríamos apreciar la libertad.


Regalos y regalos 22/11/13

Llegan las Navidades y con ellas las compras de regalos. Todos compramos regalos para todos en un afán de repartir felicidad con bienes materiales. No vamos a negarlo, a todos nos gusta recibir un regalo y la mayoría de ellos cuestan dinero, así que tampoco hay que ser hipócrita, pero en los mejores regalos el dinero que cuestan no es lo que más nos alegra de ellos.

El mejor regalo es que un amigo haga quinientos kilómetros para acompañarnos en nuestra boda, o que toda la familia haga el esfuerzo de reunirse alrededor de una mesa en Navidad. El mejor regalo no es esa camiseta que nos van a entregar en unos días, si no que alguien que nos quiere se haya preocupado en buscar la tienda donde venden la camiseta que sabe que nos gusta. El mejor regalo es que tu familia viaje a escondidas para celebrar el cumpleaños contigo, o que tu madre deje todo a un lado para hacer cualquier cosa que te puede hacer feliz, por pequeña que parezca. El mejor regalo es que un amigo te reciba en su casa y te haga sentir mejor que en la tuya, o que venga a visitarte para comer contigo aunque sea una vez al año. El mejor regalo es que alguien decida hacerte parte de su familia y te de la responsabilidad y el honor de ser padrino de su hijo. El mejor regalo es que tu mujer busque por medio mundo aquello que una vez dijiste que te gustaría tener. El mejor regalo es que tu hermano dedique semanas a hacer un disfraz que tu vas a destrozar en horas, o que tu hermana dedique meses a bordar un cuadro para que tengas cerca siempre un recuerdo suyo y de tu tierra. Hay muchos mejores regalos y no es verdad que sean gratis, porque cualquier cosa cuesta dinero. Pero los grandes regalos, lo mejores regalos de verdad, además cuestan tiempo y dedicación, y eso es lo que le da más valor a un regalo, que alguien te dedique su tiempo a ti.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Columpiarse 21/11/13

Es curioso buscar noticias en diferentes medios de comunicación para comprobar que parecen noticias distintas aunque hablen del mimos hecho. No se como era el periodismo antes porque no lo conocí, pero se como es ahora, y es cualquier cosa menos objetivo. Yo pensaba que las noticias debían ser objetivas, y que la subjetividad se dejaba para los artículos de opinión o las editoriales, que indicaban la tendencia de los medios de comunicación, pero no es así ni por asomo. Está claro que cualquier noticia contada por dos personas va a ser contada desde dos puntos de vista distintos, y que la subjetividad siempre está presente en mayor o mejor medida, pero se supone que los periodistas deberían hacer un ejercicio de abstracción para intentar ser imparciales, porque para eso se preparan. Es muy complicado encontrar personas imparciales entre los periodistas como también lo es entre los fontaneros o los aparejadores, ya que siempre tienen que rendir cuentas con la dirección de su empresa, que suele estar influenciada por propietarios o anunciantes a los que interesa que las noticias vayan en una dirección o en otra. En el mejor de los casos tienen que rendir cuentas sólo con su propia conciencia y sus propias creencias, y en dichas escasas situaciones al menos tienen una justificación para su ética, aunque hasta en la ética es difícil que nos pongamos de acuerdo unos y otros. 

Intentamos buscar los periódicos, los canales de radio y de televisión con los que más cómodos nos sentimos, porque nosotros también tenemos nuestras tendencias y nuestras creencias, y nos gusta escuchar noticias de una manera o de otra. No siempre porque sepamos que nos van a contar lo que nosotros queremos, si no que también muchos queremos tener un pensamiento crítico y queremos que nos hagan pensar, que nos den un punto de vista diferente al nuestro. Para mí sería muy frustrante escuchar solamente las opiniones que coinciden con la mía, y considero esencial escuchar a otros que opinan distinto para reafirmarme en lo que creo o para cambiar mi opinión si descubro estar equivocado. Entiendo que es un momento muy complicado para los medios de comunicación, en el que gastamos cada vez menos comprando noticias, y los que las dan se deben cada vez más a los anunciantes. Además, les interesa fidelizar a sus clientes, y los clientes más fáciles de atraer son los que no cambian nunca de opinión, así que la tendencia de un noticiario suele ser constante.

Pero es que hay veces que entran ganas de apagar la radio o tirar el periódico. Hay temas que ni si quiera salen en un canal y que en el otro ocupan un lugar importante. Hay noticias en algún telediario que desmienten informaciones que ni si quiera han dado previamente, porque no interesaba políticamente la noticia inicial, pero sí la defensa posterior. Hay periodistas que justifican acciones de un gobierno cuando lo habían criticado en el anterior, sólo porque era de signo distinto. Supongo que siempre habrá habido periodistas al servicio de ciertos intereses, pero es que los de hoy ya se están columpiando.

jueves, 21 de noviembre de 2013

El aceite de la vida 20/11/13

Las aceitunas están ya que se caen de los olivos. Pasear por el campo es ahora un espectáculo al ver esos árboles pequeños cargados de frutos, frutos que están tan presentes en nuestra vida y en nuestra cultura que son uno de los símbolos que mejor la representan. Este gran mercado que siempre fue el Mediterráneo llevó barcos de unas orillas a otras, cargados de semillas primero y de aceite más tarde, en un comercio continuo que nos unió y nos enfrentó desde que comenzamos a ser lo que hoy somos. La rama olivo que lleva la paloma blanca como símbolo de la paz y la corona que se pone a los vencedores como símbolo de la victoria, antes a los guerreros, hoy sólo a los deportistas, son ejemplos de que está presente en nuestra cultura, desde la paz hasta la guerra. El aceite de oliva es usado en las tres grandes religiones nacidas alrededor de este mar, básico en la alimentación y en muchos ritos fundamentales a las mismas. Los campos de olivos nos rodean en el sur, las aceitunas están presentes siempre en nuestras mesas y el aceite nunca falta en nuestra comida.

España es el principal productor de aceite de oliva del mundo con más de la mitad de la producción mundial. Casi todos los años duplicamos al siguiente país que es Italia, y sin embargo ellos han sabido exportarlo mucho mejor, sobre todo a través de su infinita red de restaurantes italianos extendida por todo el mundo. Es curioso que parte de nuestro aceite se lo vendamos a ellos a granel y que ellos lo envasen en una botella bonita y lo exporten por todo el mundo como propio, a un precio muy superior. Casi igual operación se hacía durante el Imperio Romano, cuando el apreciado aceite de la Bética cruzaba el mar para alimentar a Roma y a las legiones que ésta repartía por el continente. No nos gusta perder las costumbres.




martes, 19 de noviembre de 2013

Gigantes en el horizonte 19/11/13

"En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como Don Quijote los vio, dijo a su escudero: la ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o poco más desaforados gigantes con quien pienso hacer batalla, y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer: que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra. ¿Qué gigantes? dijo Sancho Panza.

Aquellos que allí ves, respondió su amo, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas. Mire vuestra merced, respondió Sancho, que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la piedra del molino. Bien parece, respondió Don Quijote, que no estás cursado en esto de las aventuras; ellos son gigantes, y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla. Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda alguna eran molinos de viento, y no gigantes aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes iba diciendo en voces altas: non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete. Levantóse en esto un poco de viento y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por Don Quijote, dijo: pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.

Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante, y embistió con el primer molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle a todo el correr de su asno, y cuando llegó, halló que no se podía menear, tal fue el golpe que dio con él Rocinante. ¡Válame Dios! dijo Sancho; ¿no le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no los podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza? Calla, amigo Sancho, respondió Don Quijote, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza, cuanto más que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón, que me robó el aposento y los libros, ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo han de poder poco sus malas artes contra la voluntad de mi espada. Dios lo haga como puede, respondió Sancho Panza. Y ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado estaba; y hablando en la pasada aventura, siguieron el camino..."

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes Saavedra.


lunes, 18 de noviembre de 2013

Arrepentidos los quiere Dios 18/11/13

También podría haber titulado este artículo como: "Quejarse por quejarse" o "Nunca estamos contentos", pero me he decidido por ese porque lo que más siento ahora es arrepentimiento. Bueno, a partes iguales también siento frío, y el frío es lo que me provoca arrepentimiento. El frío que tanto se ha hecho esperar ha llegado con fuerza, y hemos tenido descensos de casi diez grados en diez días. Esos diez días en los que he pasado de estar cansado del calor a echarlo de menos. Miro por la ventana y puedo ver el frío en las bufandas y los abrigos, sacados con prisa de los armarios. En las caras y la forma de andar de la gente, como intentando abrazarse a sí mismo. Hoy he encendido el calefactor por primera vez y se que pocos días va a estar apagado de aquí a marzo, por lo menos, y el frío cristal de la ventana sabe que esto no es nada con lo que nos espera, aunque la propia ventana da gracias de que estemos en Málaga y no en Helsinki, por ejemplo, porque allí si que tendría motivos para quejarse. Pero como no estamos en Helsinki, me quejo por lo que tengo aquí, que es lo contrario a lo que tenía hace pocos días. Y es que es verdad que nunca estamos contentos, en este caso en concreto nunca lo estoy yo. Nunca estamos contentos si llueve mucho ni si llueve poco. Siempre nos quejamos si hace calor o si hace frío, y es que todos los veranos pensamos que hace más calor que nunca y todos los inviernos que nunca ha hecho tanto frío. Yo especialmente soy propenso a quejarme, igual que soy a comentarlo todo, y ahora toca lo del frío como podía tocar cualquier otra cosa. Pero, ¿qué sería de mi sin quejarme, criticar y comentarlo todo? Para empezar no sería español, y para seguir este blog estaría vacío.





Bajar el telón 17/11/13

En los cines modernos no hay telones que bajar, pero aún así están todos al borde de bajarlos por última vez. Es una pena ir al cine en fin de semana y encontrarse una sala con cinco o diez personas como mucho, y de los días de diario mejor ni hablamos, pero lo que es una verdadera pena es que una entrada cueste siete u ocho euros. Yo siempre he ido mucho al cine, durante años al menos una vez a la semana, pero ahora no podría decir cuándo fue la última vez que fui, porque hace meses. Siento una sensación familiar al hablar de este tema, como si ya lo hubiera tratado aquí, aunque he estado mirando atrás y no encuentro nada, así que voy a hacerlo o a volver a hacerlo, que creo que no está de más. Algo se nos escapa a los que comprábamos las entradas y deberíamos seguir comprándolas, porque no es lógico que los proyectores prefieran tener las salas vacías, o con cinco personas que pagan siete euros, cuando seguro que a tres euros llenarían al menos la mitad de la sala. En los últimos días han hecho un experimento que ha resultado muy positivo, poniendo las entradas a tres euros y se han llenado cines por toda España. Está claro que esa asistencia no se mantendría a largo plazo ya que la mayoría ha entendido esos días como únicos, sabiendo que después iban a volver los precios normales, pero creo que media sala llena es una cifra realista. Es fácil echar cuentas para saber que a la mitad de precio seguramente ganaría más del triple, así que como digo, algo se nos debe escapar para que nosotros lo veamos y los que quieren ganar dinero con este negocio no lo hagan. El cine no es como servir comida, que por cada plato que sirves tienes unos gastos fijos, porque la película ya la tienes que proyectar en el momento que vaya una sola persona, así que a partir de la segunda persona casi todo es beneficio. Que no vengan con la excusa de que la subida del IVA se ha cargado el cine porque no es así, aunque como cualquier subida de impuestos evidentemente perjudica, pero si el IVA bajara del 21% al 10%, en el precio de la entrada no supondría más de sesenta céntimos, que es cierto que es algo considerable pero no definitivo. Lo que si ha perjudicado mucho son las descargas ilegales a través de internet, pero aunque sean ilegales es lógico que la gente recurra a ellas masivamente cuando el cine para una pareja cuesta catorce euros, y el salón de su casa es gratis. Está claro que no es lo mismo ver una película en un sitio o en el otro, pero hay mucha diferencia de precio como para pensárselo. Si los precios fueran otros, la gente descargaría menos películas, pero por contra, si de alguna forma mágica se consiguieran impedir las descargas ilegales los cines no se llenarían a estos precios, porque ahora la oferta viene de muchas partes, como series de mucha calidad y películas más o menos recientes en la televisión convencional o en las televisiones por satélite. 

Ir al cine es un acto complejo, no supone solamente ver la película. Supone quedar con alguien, hacer cola con cierta ansiedad por entrar, sentarse en una butaca, estar rodeado de otra gente que va a disfrutar de lo mismo que tu y que te transmite sus emociones, ser molestado por el que come palomitas, disfrutar de un sonido impresionante y de una pantalla inmensa, ver los créditos hasta el final... Todo eso es lo que uno busca fuera de la comodidad de su casa, pero con los precios de hoy y la competencia leal o desleal que existe, lo estamos dejando de buscar. Creo que la industria necesita una profunda y humilde reflexión al respecto, y no puede echar la culpa al cliente sin más, porque tengan razón ellos o nosotros, lo cierto es que se están quedando solos, y si es así es porque en algo se están equivocando. No pueden obligar al público a comprar su producto, tienen que hacerlo atractivo, y eso no significa el engaño del cine en tres dimensiones a un precio más caro todavía. A los que nos gusta el cine queremos seguir disfrutando de él en su casa y no en la nuestra, pero no a cualquier precio, y a estos precios preferimos nuestras cortinas que sus telones.



domingo, 17 de noviembre de 2013

Olvidar la clave 16/11/13

Me preocupa mi ortografía. Lo único que escribo a mano desde hace al menos diez años son números o pequeñas anotaciones que suelo hacer en mayúsculas porque cuando escribo en minúsculas ya hago más tachones que letras. Escribir a ordenador tiene muchas ventajas y algunos inconvenientes, como por ejemplo la ortografía. Los correctores ortográficos pueden avisar de que abisar está mal escrito, o de que una pwlwbrw no existe, pero no diferencian cuando usamos correctamente haber o a ver, mas o más, o cuando estás cayendo en laísmo o dequeísmo. Además, el tener un corrector automático vigilando hace que preste mucha menos atención y lo confíe todo a la suya, y cuando escribo sin su ayuda me surgen muchas dudas que hace poco no tenía. Creo que nos pasa a todos, para desesperación de la RAE y sus ilustres académicos, aunque por otro lado estarán muy contentos conmigo porque continuamente estoy consultando su página y su aplicación para el teléfono. Porque ahí es donde más me preocupa mi ortografía, en el teléfono. El noventa por ciento de los artículos del blog los escribo desde el teléfono, y con la pantalla que tiene tengo que escribir en horizontal, lo que me obliga a desconectar el corrector porque si está conectado no veo lo que escribo, todo es teclado y corrector. Así que al releer muchas veces los artículos descubro sorpresas desagradables, algunas entendibles como palabras repetidas o letras de más, otras no como faltas de ortografía. Pero desde aquí me comprometo a recuperar mi corrector mental de faltas que tan atrofiado tengo. En este mundo en el que hasta las cerraduras van estando controladas por ordenador es difícil encontrar la combinación correcta entre comodidad y sabiduría , pero no debemos confiar toda nuestra vida a los automatismos de las máquinas porque el día que se estropeen o se nos olvide la clave, estaremos perdidos, o encerrados.


Diferenciarse o morir 15/11/13

Poner un negocio nuevo siempre es difícil. Atraer clientes en un lugar en el que ya existen negocios similares al que tu vas a poner es un trabajo complejo, y hay que recurrir a la imaginación mientras te haces un hueco en el mercado, más aún si cabe en una época en que hay más competencia que audiencia. Lo primero que ve un cliente potencial es la fachada del negocio, y en la fachada es importante resaltar el nombre, para que se grabe en la memoria y el cliente contento sea capaz de hacer publicidad gratuita. Hay que ser original con dicho nombre, y con esto no me refiero a poner Bar Tolo o Ancá Paco, que ya están muy vistos y hace décadas que no hacen gracia. Ahora están de moda las vinotecas, las cervezotecas, las gintonerías, las tapeterías y los gastrobares. Yo he llegado a ver una tatuajería, y no es broma. Si alguien pregunta qué es una vinoteca, le podemos decir que es un lugar nuevo donde sirven o venden vinos. Nos dirán que eso no es nuevo, que ya existía y se llamaba bodega, pero no es lo mismo. Aquí pasa como con los nombres en inglés, que renombramos cosas que ya tenemos con nombres nuevos porque los nombres antiguos suenan a antiguos. Una bodega es un bar viejo con sillas de anea, baldosas de barro y carteles de toros. Además el vino lo sirven por chatos. Una vinoteca es casi un museo, con sillas de diseño, suelo porcelánico y paredes blancas. Y el vino lo sirven en copa. Un gastrobar es un restaurante, pero a la vez no lo es. En un gastrobar sabes que vas a encontrar cocina moderna, a precios razonables y en un ambiente distendido. Es algo entre el bar de toda la vida y un restaurante moderno. Por eso se inventan un nombre nuevo, para diferenciarse del resto, porque hay que especializarse y diferenciarse para poder competir y es una forma de atraer a un público distinto. Creo que no hace falta que ponga más ejemplos intentando desacreditar esta tendencia porque tampoco es justo. Por un lado me parece un poco ridícula, pero lo entiendo porque encuentro una explicación convincente. Incluso yo haría lo mismo si tuviera la ocasión aunque aceptaría que se rieran de mi por ir de moderno. Pero hay ejemplos que son excesivamente ridículos y no merecen compasión, como lo de la tatuajería. Debe ser porque yo soy más propenso a ir de cañas y de tapas que a ir de tatuajes. A los bares les perdono cualquier cosa. Hasta el nombre.


viernes, 15 de noviembre de 2013

Media hora de regalo 14/11/13

Me considero afortunado en mi trabajo. Soy aparejador y no he dejado de trabajar desde que terminé de estudiar, y eso, dada la situación actual es complicado. También es cierto que siendo autónomo nadie te puede despedir, y yo lo soy, pero conozco muchos compañeros que han perdido el trabajo en los últimos años, y otros muchos que siendo autónomos tienen más gastos que ingresos y viven de los ahorros. Me siento afortunado porque trabajo y porque mi trabajo me lleva a estar mucho tiempo en la calle y eso me permite conocer pueblos y lugares maravillosos. Se que mucha gente no estaría muy contenta porque supone muchas horas de coche, pero hay que ser positivo, y como digo siempre, disfrutar de lo que nos rodea. Todos los pueblos tienen su encanto y siempre se pueden sacar cinco minutos para hacer turismo laboral.

Hoy tenía una buena ruta. Había quedado con varios clientes en lugares distantes pero lo había planificado bien para llegar con tiempo a todos lados. Eran ya las once de la mañana y la ruta me había llevado por una estrecha carretera hasta una pequeña barriada a media hora del pueblo más cercano. Al llegar encuentro una puerta verde cerrada y un candado por fuera, lo que me hace temer lo peor. Al otro lado del teléfono escucho cuentos para no dormir y me dicen que en diez minutos estarán abriendo la puerta, pero yo se que el pueblo está a media hora y que me esperan treinta minutos en los que me iré enfadando poco a poco. En mi trabajo no me gusta esperar ni que me esperen, y esta media hora que me tocará estar mirando el reloj supondrá que más tarde otro me esperará a mi media hora. Decido dar un paseo para no estar treinta minutos intentando derribar la puerta verde con la mirada y empiezo a respirar para tranquilizarme. Encuentro un campo todavía marrón por las pocas lluvias, y el ruido lejano del agua me lleva hasta un riachuelo todavía escaso pero con ganas de crecer. Un pastor me saluda mientras intenta identificarme dentro de las familias de la zona. El de aquí es un cielo azul de aire puro, que lejos de la ciudad cubre unos montes verticales de piedra gris. Un perro que tampoco me conoce me ladra a lo lejos. Pienso en las veces que he pasado por aquí y no he parado a mirar, o si he mirado pero no lo suficiente. Escucho el primer coche que se acerca desde que llegué, y al mirar el reloj descubro que ya ha pasado la media hora. Vienen a abrir la puerta verde y creo que hasta me enfado por ello. Hoy no me han hecho esperar, me han regalado media hora de vida.


miércoles, 13 de noviembre de 2013

Crisis y memoria 13/11/13

Ya no hay freno. Los brotes verdes llevan tiempo con ganas de salir y aquí están, deseando salir de la tierra. Los vientos han cambiado y ahora los medios de comunicación nos bombardean con noticias sobre el supuesto fin de la crisis, sobre la cantidad de datos positivos comprobables que nos hacen pensar en que ya estamos saliendo del pozo. Casi todos los expertos dicen que lo peor ha pasado, que la bolsa sube, que las grandes empresas ganan, que el dinero llega a España y no se cuántas cosas más. El dieciocho de septiembre escribí ya un artículo sobre ello, y desde entonces las noticias son cada vez más positivas. Como ya dije, en algún momento alguien acertará y ahora añado que ojalá sea pronto. Sin embargo esto va a tardar en llegar a la economía que nos afecta a los ciudadanos, porque las empresas que ganan dinero en España lo hacen al tener negocios en todo el mundo, así que en el empleo se está notando poco y va a tardar en notarse. Es cierto que tenemos que ser optimistas, la confianza es muy importante para que mejore la economía porque si tenemos confianza en que mañana ganaremos más, o al menos pensamos que vamos a conservar nuestro trabajo en vez de tener miedo a perderlo, gastaremos más, con lo que los demás también tendrán más dinero que gastar. Hay que ser optimistas porque llevamos seis años de crisis y ya nos toca salir, pero tampoco hay que volverse loco. Todavía no hemos encontrado dónde vamos a poner a trabajar a los seis millones de parados que tenemos, porque aunque mejore todo y todas las empresas empiecen a contratar más gente, no van a absorber todo el paro que dejó la construcción, y en varios años no vamos a volver a construir porque viviendas van a seguir sobrando. En la crisis anterior tardamos trece años en pasar de un 21,5% de paro a un 7,9%. Ahora tenemos un 26,6% de paro, por lo que en el caso de que sea cierto y empecemos a crecer como país ya, mientras buscamos otro sector en el que especializarnos, nos quedan diez o quince años para llegar a los datos de paro de antes de la crisis. Hay que ser cautos, muy cautos. Sobre todo porque ahora no tenemos dinero y van a empezar a llegar otra vez gente que quiera prestárnoslo. Los bancos volverán a intentar ser nuestros amigos y llegarán de nuevo los créditos fáciles para empresas y familias con los que nos olvidaremos pronto que una de las razones principales de esta crisis es que nos endeudamos demasiado. Y los créditos hay que devolverlos, porque los bancos no son nuestros amigos si no empresas que intentar ganar dinero, algunos con más ética que otros, pero esa es otra guerra. 

Así que ahora que parece claro que la salida de la crisis está llegando, espero que tengamos claro que la única forma de salir de verdad de ella es con mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucha previsión y mucha memoria. Guardemos en nuestra mente la imagen de campo baldío que tenemos alrededor, para que el día que los brotes se conviertan árboles, recordemos que cualquier incendio puede volver a dejarnos sin nada.

P.D.: Dejo unos datos sobre la evolución de paro:





Vendiendo sueños 12/11/13

Tengo claro que escuchamos lo que queremos escuchar y que es más fácil seguir la corriente cuanto más fuerte es. En los años en los que la burbuja inmobiliaria se inflaba con más fuerza, cualquiera habríamos comprado una cabina de teléfonos simplemente porque nos dijeran que tenía mucha luz, mientras que ahora el que va a comprar le pone pegas al Palacio Real porque tiene muchas ventanas que limpiar. Antes, un piso de cuarenta años era: "un piso con muchas posibilidades que reformar al gusto del comprador", ahora es "una ruina muy cara" aunque valga veinte mil euros. Un piso pequeño era "acogedor", mientras que ahora un chalet grande "requiere mucho trabajo" y el piso pequeño que ni nos lo enseñen. Uno orientado al norte era "fresquito en verano", ahora solamente es "una factura muy grande en calefacción", pero es que el orientado al sur es "una factura muy grande en aire acondicionado". Un piso sin ascensor era "un piso para gente joven y dinámica, ideal para alquilar a estudiantes", ahora es "¿quién va a querer subir el carrito del niño todos los días?". Una casita en la sierra era "un paraíso donde desconectar los fines de semana", y ahora no pasa de "un jardín demasiado grande que cuidar". Un estudio en el centro era "ideal para parejas jóvenes", aunque ahora un ático en el centro es "un barrio ruidoso dónde es imposible descansar".

Antes cualquier casa era una buena compra, porque todo el mundo vendía y compraba rápido, los precios subían, los bancos regalaban los préstamos y las casas duraban poco en el mercado. Había poco tiempo para pensar, así que llegábamos convencidos de comprar. Ahora es todo lo contrario, los precios bajan, los bancos casi no dan créditos y las mismas casas llevan años sin venderse, así que hay tanto tiempo para pensar que no nos convencemos nunca. Los carteles de venta se han cansado de tener frases como "construimos tus sueños". Ya no saben qué decir para convencernos, se han quedado en blanco.

Mentiras y estadísticas 11/11/13

Si en el cielo hay rastro de tres aviones, ¿cuántos aviones han pasado? Pues depende de a quién le preguntes.

Todos los artículos que escribo aquí en Blogger los publico en mi página de Facebook, y me equivoco poco si digo que todos los que lo leen vienen desde Facebook, porque hay veces que escribo un artículo y no tiene ninguna visita hasta que lo llevo allí. Tanto Facebook como Blogger tienen estadísticas que te dicen cuántos y cuándo ven cada entrada, sin decir quiénes por respeto a la intimidad. En teoría debe ser algo fácil de contabilizar, pero o uno de los dos miente o utilizan criterios muy distintos, algo que no entiendo porque el concepto: "personas que han pinchado en el enlace" no debería tener diferentes interpretaciones. Según Facebook en cada artículo pinchan unas cien personas de media, y según Blogger aquí terminan llegando solo cuarenta, lo que supone una diferencia muy grande para perderse por el camino. No se por qué pero creo más en el número pequeño. Lo que puede parecer una tontería no lo es, ya que en internet la publicidad se paga por conceptos como: "número de visitantes de la página" o "número de clics en cada anuncio", y hay en juego mucho dinero. A mi me afecta poco porque yo no pago por que hagan publicidad de mi página pero hay empresas que pagan mucho dinero. (Aprovecho para decir que Google sí me paga a mi por cada vez que un visitante pincha en uno de los anuncios que hay por aquí alrededor, así que si no os importa intentad hacerlo de vez en cuando que llevo ganados sólo cuarenta y siete céntimos de euro desde marzo).
A lo que iba: si la publicidad se basa en estas estadísticas estamos arreglados, porque puedes estar pagando pensando que llegas a un público y no llegas ni a la mitad. Y esto aquí en internet donde la estadística tiene fácil reflejar el número real, pues cada vez que hacemos algo dejamos un rastro. No quiero ni pensar en cómo se establecen los costes de la publicidad en radio y televisión, que se debe basar en la audiencia y ésta se calcula con una pequeña muestra de, atentos, menos de cinco mil audímetros para televisión, por ejemplo. Con esos cinco mil aparatos repartidos en cinco mil casas en España calculan lo que vemos cuarenta y cinco millones de españoles. Si en internet, donde quedan reflejadas todas las visitas,  hay unas diferencias de más del doble, ¿qué diferencias habrá en televisión? Sospecho que aquí hay gente que se beneficia mucho manipulando estadísticas, si no no tiene sentido que todo el mundo diga que ve los documentales de La2 mientras nadie reconoce ver los cotilleos de Tele5, y luego éstos son los que tienen más audiencia. En resumen, que si alguien tiene que pagar o cobrar por contar aviones, ya se preocupará de multiplicar los rastros o de borrarlos, aunque tenga que llegar al cielo.



martes, 12 de noviembre de 2013

Siete vidas 10/11/13

La caja lleva ropa tan ajada que le da vergüenza regalarla. Por arriba sobresale un peluche desecho por los juegos y el tiempo, y piensa que ya ha durado bastante en casa, que ya no puede dar más de sí. Lleva toda la mañana haciendo hueco en los armarios y todo lo que estaba en buen estado, pero ya no le quedaba bien, lo ha llevado a reciclar. Ahora no faltan novias para la ropa usada ya que muchas asociaciones la buscan para vestir a mucha gente necesitada. En el portal de casa casi siempre hay una caja grande a la espera de la generosidad de los vecinos, y hace un rato que esa caja le agradeció su parte. Pero lo que lleva en las manos es lo que sobra de lo que le sobra. Cruza la calle en dirección al contenedor cuando un hombre le llama la atención: "¿vas a tirar eso?". Le contesta que sí mientras vuelve a repasar lo que lleva entre las manos, sopesando si hay algo de valor que se le ha pasado por alto. "Es para los niños", continúa el hombre mientras revisa el estado del peluche, calculando la reparación que necesita. Ve alejarse al hombre con el peluche en la mano, un hombre con pinta lo suficientemente normal como para que no llame la atención por nada. Se queda de pie pensando en lo que acaba de pasar, en que siempre hay personas dispuestas a aprovechar lo que a otras les sobra, en que todo, por poco valor que tenga para nosotros, puede ser muy valioso para alguien que espera al otro lado de la calle, y cuando pierda el valor para ese, habrá otro más esperando al otro lado de la ciudad, o al otro lado del mundo. Las cosas tienen muchas vidas y todo es reciclable, así que debemos dejar de pensar en tirarlas sólo porque podamos permitirnos otras nuevas. Por respeto a los demás o por respeto a un planeta al que estamos exprimiendo más rápido de lo que puede recuperarse, no sea que un día tengamos que buscar uno nuevo porque éste no se pueda reciclar.


P.D.: La foto y la historia llegan al buzón de sugerencias gracias de nuevo a mi hermano Alberto.


lunes, 11 de noviembre de 2013

Dios poniendo anuncios 09/11/13

Vivimos tiempos muy competitivos, en los que es necesario diferenciarse del de al lado para encontrar un trabajo, o para vender más que él. Estamos dentro de una sociedad global,en la que tenemos más medios que nunca, más oportunidades que nunca, pero también más competencia que nunca. Ahora podemos hacer cosas impensables hace sólo unas décadas. Con las comunicaciones globales que hemos desarrollado podemos comprar o vender un producto en cualquier parte del mundo, teniendo información casi en tiempo real de su estado y situación, lo que nos da una libertad impresionante tanto siendo compradores como vendedores, pero a la vez nos enfrentamos a un exceso de competencia impresionante, y a una cantidad de información descomunal entre la que es difícil separar lo bueno de lo malo. Al que se le escape este barco estará perdido, y en este proceso no se salva ni Dios, y no es una forma de hablar. La sociedad actual está cada vez más alejada de la religión, entre otras cosas porque hay tanta libertad y tanta información que uno puede decidir si necesita o no a Dios, o a qué Dios. Hay religiones en declive, otras en auge, y creo sinceramente que eso se debe a la facilidad que han tenido unas y no otras en adaptarse a los cambios que iba sufriendo la sociedad, o en aprovechar o no las circunstancias especiales que se daban en diferentes lugares. La religión como un motivo común en contra de otros o como una verdadera salvación para gente necesitada. Está claro que Dios no se puede quedar esperando en la iglesia o en la mezquita a que vengan a verle, tiene que salir a la calle, poner anuncios o estar en Facebook para llegar a la gente, y que luego la gente quiera dejarse llegar. A mi me da igual si los demás creen o no en Dios, o siguen a Buda o a Alá. Yo creo que no debería preocuparnos a ninguno, y repito: a ninguno. Que cada uno sea libre de creer en lo que quiera o no creer en nada, y que deje al resto tranquilo, fuera de guerras santas y evangelizaciones forzosas. Lo malo es que cualquiera convence a algunos de que nos dejen tranquilo al resto. Pero mi comentario de hoy no quería ir por ahí, lo que pasa es que es complicado pasar por ciertas calles sin pisar charcos. Yo de lo que quería hablar es de que cada vez es más necesario que las religiones se adapten a la sociedad y no al revés, si no quieren verse solas en breve. Dentro del cristianismo, por ejemplo, están tomando cada vez más fuerza las variantes evangélicas, con ritos modernos alejados de las severas tradiciones romanas, y que llegan en algunas ocasiones a espectáculos teatrales con guías que más que párrocos son charlatanes. Pero si la gente es feliz y siempre que no hagan daño a nadie ¿qué más nos da al resto? Y todo esto por un cartel publicitario, pero es que no todos los días se ve un cartel con el teléfono del mismo Jesús. El que quiera comprar, que llame.


domingo, 10 de noviembre de 2013

Todo cansa 08/11/13

Todo cansa. Todo lo empezamos con ganas, con la ansiedad que nos provoca la novedad. Lo continuamos con la alegría monótona del que se acostumbra a lo bueno, y lo podemos terminar aborreciendo con el cansancio del aburrimiento. Todo cansa. Llegó el calor y nos transmitió la fuerza que necesitabamos para olvidar la tristeza de los días de invierno. Pasó el verano con la pesadez de los sudores nocturnos. Se alargó hasta octubre y lo aceptamos como una prórroga antes del nuevo invierno, pero que estemos a ocho de noviembre y vayamos en camisa ya se hace un poco pesado. Los vendedores de abrigos están que trinan, y están empezando a pensar en poner de moda las gabardinas de manga corta. Todo cansa. Cansan los últimos días de las fiestas que comenzamos con euforia, cansan las canciones que son tan buenas que las escuchamos hasta la saciedad, y cansa hasta que tu madre te ponga ese tercer plato de tu comida favorita. Todo cansa en exceso, o eso al menos es lo que nos decimos siempre, pero no lo sabemos hasta que no nos cansamos comprobándolo. Yo quiero cansarme. Quiero cansarme de tener vacaciones, de ver mi cartera llena de billetes, de viajar por todo el mundo, de escribir, de leer, de hacer fotos, de reir con mis amigos, de tener a mi familia cerca, de vivir sano y lejos de hospitales, de ser feliz. Quiero cansarme de todas esas cosas, que todos vosotros os canséis de lo mismo, aunque sea sólo por comprobar si es cierto que nos cansamos de todo, y la próxima vez nos encontremos estamos todos cansados y aburridos.


sábado, 9 de noviembre de 2013

Ventanas de esperanza 07/11/13

La habitación está a oscuras, igual que la pesadilla que nubla sus sueños. La pesadilla llegó de repente, sin avisar, porque las pesadillas se clavan en nuestra mente como un cuchillo por la espalda. Si las viéramos venir nos podríamos defender, así que aprovechan la sorpresa entrando en nuestra cabeza para intentar quedarse. La cogieron a contrapié y comenzó tarde la lucha, empezó a defenderse cuando ya le llevaban ventaja. No sabe si es de día o de noche. Ni si quiera sabe que vive una pesadilla y desconoce por qué se encuentra tan sola. Escucha voces a su alrededor, algunas desconocidas, otras familiares que intentan sacarla del sueño, pero en la oscura habitación no encuentra dónde está la ayuda. Las horas pasan y todo parece más oscuro cada vez, la pesadilla no le da un respiro y la batalla es dura. Ella se defiende aunque no encuentra el final, pero un rayo de esperanza entra por la ventana. Una mano amiga descorre las cortinas, el sol va ganando poco a poco terreno a la noche y pequeñas líneas de luz cruzan la habitación e iluminan su cara. Dormida comienza a notar el calor del sol, primero como una ligera sensación de fuerza, después como una espada con la que pelear. La batalla será larga, pero ahora sabe que no está sola y ya ha aprendido a defenderse.



jueves, 7 de noviembre de 2013

Regreso al futuro 06/11/13

Cuando era pequeño quise tener una bici y mis padres me compraron una. Los niños siempre quieren tener bicicletas, incluso los de ahora. Era de BMX, aunque yo sólo la quería para corretear con mis amigos, porque las bicis de BMX eran lo último entonces. Recuerdo que otros niños tenía bicicletas de paseo heredadas de sus hermanos mayores o de sus padres, y entonces yo habría preferido no tener bici que tener una antigua y pasada de moda. La mayoría lo preferíamos. El los ochenta todos queríamos ser modernos y soñábamos con zapatillas con cámara de aire y con un futuro en el que los monopatines volasen. Todo lo que oliese a antiguo era rechazado. Hoy hemos llegado al futuro pero ni los monopatines ni los coches vuelan, así que no sabemos si Martin McFly regresó al futuro o viajó a otro planeta. A lo mejor es por eso por lo que lo que está de moda es lo antiguo, porque llegados al futuro éste no ha cambiado tanto, y los modernos de hoy pagan dinerales por aparentar que viven en los ochenta otra vez. Aunque claro, solo hay que aparentar ir vestido de antiguo o tener una bici que parezca vieja, pero sólo es mejor si se paga a precio de hoy. Y es que no es lo mismo que algo sea viejo o sea vintage, aunque a mi me parece que la única diferencia es el precio. Algo viejo es lo que podemos encontrar en el desván del abuelo, que costó tres pesetas y que hemos mirado siempre con desprecio de modernos, mientras que algo vintage es lo que podemos comprar en una tienda de moda, a precio de hoy, que parece haberse sacado del desván del abuelo y que miramos con emoción de modernos. Este no es el futuro que nos prometieron y nos estamos dejando engañar. Nos están devolviendo a los ochenta y encima estamos encantados. Pero es que además estamos pagando el pasado a precio de oro. ¿Qué habríamos hecho si en las películas futuristas como "Regreso al futuro" nos hubieran presentado un año 2013 con gafas de pasta, pantalones pitillos y camisas de leñador? Habríamos pensado que nos estaban tomando el pelo. Ese no es el futuro que queríamos, pero sí es el presente que tenemos, porque no hemos regresado al futuro, hemos avanzado al pasado. ¿Para esto un viaje de veinticinco años? Al menos en los ochenta soñábamos con patines voladores, y soñar siempre es mejor que conformarse con una bici vieja (o vintage).

miércoles, 6 de noviembre de 2013

La vida en obras 05/11/13

Podemos comparar la vida con muchas cosas, pero hoy se me ocurre compararla con una obra. Planificamos nuestra vida, diseñamos proyectos para ella, la preparamos según queremos que avance, la intentamos construir a nuestro gusto y luego ella hace lo que le da la gana. Las obras son así. Tengo claro que es mejor estar lo más preparado posible. Bueno, no lo tengo tan claro, a lo mejor no es buena tanta preparación. Eso nos puede traer algún disgusto fuerte y alguna decepción importante, porque los cambios fuera de la planificación marcada suelen ser para peor. Vamos a levantar nuestra estructura y de pronto sube el precio del acero, y toda nuestra estimación económica se va al traste. Estamos colocando ladrillo sobre ladrillo y llega una crisis económica que nos manda a todos a casa. La vida es así. Soñamos nuestro futuro, pasamos la vida haciendo planes y llega la vida con sus propios planes y le importa poco que no coincidan con los nuestros. Le da igual dejar nuestra obra a medias, le da igual cerranos la obra y mandarnos a casa. Quizá tengamos la opción de retomar las obras, quizá no sea un cierre definitivo, a lo mejor ponemos las tejas antes de que se derrumbe todo, pero ¿para qué tanta planificación si todo cambia de un momento a otro?. Muchas veces recurro a tópicos para llenar esta página, pero si lo hago es porque veo que no por ser tópicos dejan de ser ciertos. Hoy recurro al mayor de los tópicos: disfrutemos de los nuestros y de la vida como si no hubiera mañana, antes de que llegue el destino y nos cierre la obra.


martes, 5 de noviembre de 2013

El silencio 04/11/13

Hay situaciones en las que nada de lo que puedas decir mejora el silencio. Hay momentos en los que nada que puedas escribir mejora el vacío. Hay días en los que solo esperas que los deseos se hagan realidad.







lunes, 4 de noviembre de 2013

La alcazaba 03/11/13

La alcazaba de Badajoz está en un sitio privilegiado. Hace mil años no había políticos que pusieran la primera piedra ni que inauguraran obras poniendo una placa con su nombre, así que no sabemos a ciencia cierta quién la mandó levantar, y generalizamos diciendo que fueron "los almohades". Es un balcón sobre el Guadiana, y levantada sobre el Cerro de la Muela domina kilómetros de su vega antes y después de su paso por Badajoz. Los almohades eligieron la mejor parcela disponible para situarla en un tiempo en que era más importante la defensa de la ciudad que la especulación urbanística, porque desde allí la vista supera los quince kilómetros que la separan de la vecina Elvas en Portugal. En mil años le ha pasado de todo, y como parte del escudo de la ciudad sólo entre 1811 y 1812 sufrió cuatro asedios en la Guerra de la Independencia, algunos seguidos de saqueos más destructivos que los propios asedios. Esta ciudad no tiene demasiados grandes monumentos en pie porque lleva siendo frontera toda su vida, y siempre mandamos a nuestros ejércitos a arrasar las fronteras, que es dónde suelen encontrarse primero con los ejércitos de los demás. Cuando la ciudad creció tanto que dejó de necesitarla perdió su valor, y pasó muchos años de abandono y desidia. Hoy la alcazaba ha recuperado parte de su esplendor y parte de su vida, porque cada vez está más llena de visitantes, pero hace sólo veinte años era un lugar deprimido en un entorno deprimido, el alma abandonada de esta ciudad que le dio la espalda. Hoy en cambio reúne a decenas de jóvenes y no tan jóvenes que vienen a pasar la tarde bajo los pinos de sus jardines, alberga una Facultad de la Universidad, y es que los universitarios fueron los primeros valientes que fueron reconquistando esta parte de la ciudad en un momento en que estaba ocupada por la delincuencia y la droga. Gracias al empeño de las administraciones (a veces los políticos nos sorprenden haciendo las cosas bien), de las asociaciones vecinales, de empresarios valientes y de ciudadanos con ganas de recuperar sus orígenes, podemos disfrutar de nuevo del lugar donde se fundó la ciudad.

Llevo toda mi vida paseando por los adarves de estas murallas. Desde que tengo uso de razón he mirado a través de sus almenas hacia la ciudad, hacia el río, hacia el Fuerte de San Cristobal. Primero de la mano de mis padres, luego muchas veces solo y otras acompañando yo. He llevado allí a cada amigo que llegaba a Badajoz por primera vez. Elegí como Proyecto Final de Carrera la rehabilitación de un edificio adosado a la muralla y mi primer trabajo fue en las obras de rehabilitación de la Plaza Alta, así que me unen muchas cosas a esta alcazaba y a su entorno. Este fin de semana la he vuelto a visitar, con amigos y con mi mujer, y pienso en que la próxima vez que atraviese sus puertas no lo haré como hijo, ni como hermano, ni como amigo, ni como esposo. Lo haré por primera vez como padre que lleva a su hija a conocer sus orígenes, y a que sus orígenes la conozcan a ella.


Tierra Santa 02/11/13

Han ido llegando en las últimas horas desde caminos distintos. Muchos son emigrantes, otros lo han sido, algunos resisten en la tierra que les vio nacer, pero todos se reúnen regularmente alrededor de una mesa a comer, a beber, a celebrar que siguen juntos aunque normalmente les separen cientos de kilómetros, aunque haga semanas que no se ven, incluso meses. No están todos, no todas las veces. Es muy difícil que estén todos porque las distancias son grandes y las obligaciones más todavía, pero es como si estuvieran, porque aparecen en las conversaciones y en los recuerdos. Se vacían las copas de vino según se llenan las caras de sonrisas. Hay risas, gritos, reproches y bromas, el jaleo llega a la calle. Como cada vez que se reúnen, las miradas desde las mesas vecinas son constantes. Cuchicheos en caras de reproche que esconden enfado por las molestias o envidia por no poder molestar. Pero a ese lado del salón importan poco o nada. Las horas pasan rápido y pronto cada uno estará de vuelta a su vida diaria, trabajando repartidos por España, trabajando allí donde les lleva el trabajo. Son extremeños y llevan en los genes la maleta y el billete de ida. Pero ahora pocos piensan en eso. Hablan. Se ponen al día de las buenas noticias, también de las malas, como llevan haciendo desde que son niños, desde que compartían pupitre y patio de juegos, desde que no sabían que había un mundo más allá del barrio. Mucho han cambiado las cosas en todo este tiempo que llevan juntos, entre otras que ya pasan bastante más tiempo separados que juntos, pero siguen sintiendo la fuerza que les atrae a reunirse en casa. Es lo más parecido a una peregrinación de fieles que viajan a Tierra Santa para encontrarse con los suyos, con sus orígenes y sus creencias. Vaciamos las copas y nos despedimos hasta la próxima. Nos vemos en Badajoz, nos vemos en casa, nos vemos en Tierra Santa.



sábado, 2 de noviembre de 2013

El pozo 01/11/13

Siempre hay un pozo que nos espera en mitad del camino. Cada uno tenemos el nuestro, o varios de ellos, y cada vez que nos vemos en uno no somos capaces de ver fuera de él. Nuestra vida se reduce al problema que supone estar en el pozo. El pozo puede ser que se nos estropee la tele, y que eso suponga varios días de cabreo por no poder verla y tener que gastar dinero en otra. El pozo se nos olvida el día que un amigo nos cuenta que le bajan el sueldo, y que ya no podrá irse de vacaciones ni comprar ropa nueva para sus hijos. Eso se queda corto cuando vemos la gente que pierde su empleo y con ello las posibilidades de pagar su vivienda, e imaginamos un futuro en la calle. Pero todo se queda en nada el día en que a un amigo le diagnostican una enfermedad que amenaza con robárnoslo. Cada problema gana o pierde importancia dependiendo de con qué lo comparemos, y eso supone sentir que nuestro pozo no tiene fondo o es un simple charco. El mal de otros no debe suponer consuelo nuestro, aunque nos sintamos afortunados al comparar nuestra suerte con la de esos otros. La gente afronta sus problemas, cruza sus charcos, atraviesa sus pozos, lucha, se esfuerza, supera las adversidades, y ese consuelo de otros si debemos usarlo contra nuestros males, porque los problemas se superan, pero no se van solos, los echamos nosotros. Siempre hay un pozo que nos espera en mitad del camino, y siempre hay una orilla al otro lado.