Cuando era pequeño quise tener una bici y mis padres me compraron una. Los niños siempre quieren tener bicicletas, incluso los de ahora. Era de BMX, aunque yo sólo la quería para corretear con mis amigos, porque las bicis de BMX eran lo último entonces. Recuerdo que otros niños tenía bicicletas de paseo heredadas de sus hermanos mayores o de sus padres, y entonces yo habría preferido no tener bici que tener una antigua y pasada de moda. La mayoría lo preferíamos. El los ochenta todos queríamos ser modernos y soñábamos con zapatillas con cámara de aire y con un futuro en el que los monopatines volasen. Todo lo que oliese a antiguo era rechazado. Hoy hemos llegado al futuro pero ni los monopatines ni los coches vuelan, así que no sabemos si Martin McFly regresó al futuro o viajó a otro planeta. A lo mejor es por eso por lo que lo que está de moda es lo antiguo, porque llegados al futuro éste no ha cambiado tanto, y los modernos de hoy pagan dinerales por aparentar que viven en los ochenta otra vez. Aunque claro, solo hay que aparentar ir vestido de antiguo o tener una bici que parezca vieja, pero sólo es mejor si se paga a precio de hoy. Y es que no es lo mismo que algo sea viejo o sea vintage, aunque a mi me parece que la única diferencia es el precio. Algo viejo es lo que podemos encontrar en el desván del abuelo, que costó tres pesetas y que hemos mirado siempre con desprecio de modernos, mientras que algo vintage es lo que podemos comprar en una tienda de moda, a precio de hoy, que parece haberse sacado del desván del abuelo y que miramos con emoción de modernos. Este no es el futuro que nos prometieron y nos estamos dejando engañar. Nos están devolviendo a los ochenta y encima estamos encantados. Pero es que además estamos pagando el pasado a precio de oro. ¿Qué habríamos hecho si en las películas futuristas como "Regreso al futuro" nos hubieran presentado un año 2013 con gafas de pasta, pantalones pitillos y camisas de leñador? Habríamos pensado que nos estaban tomando el pelo. Ese no es el futuro que queríamos, pero sí es el presente que tenemos, porque no hemos regresado al futuro, hemos avanzado al pasado. ¿Para esto un viaje de veinticinco años? Al menos en los ochenta soñábamos con patines voladores, y soñar siempre es mejor que conformarse con una bici vieja (o vintage).
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