sábado, 2 de noviembre de 2013
El pozo 01/11/13
Siempre hay un pozo que nos espera en mitad del camino. Cada uno tenemos el nuestro, o varios de ellos, y cada vez que nos vemos en uno no somos capaces de ver fuera de él. Nuestra vida se reduce al problema que supone estar en el pozo. El pozo puede ser que se nos estropee la tele, y que eso suponga varios días de cabreo por no poder verla y tener que gastar dinero en otra. El pozo se nos olvida el día que un amigo nos cuenta que le bajan el sueldo, y que ya no podrá irse de vacaciones ni comprar ropa nueva para sus hijos. Eso se queda corto cuando vemos la gente que pierde su empleo y con ello las posibilidades de pagar su vivienda, e imaginamos un futuro en la calle. Pero todo se queda en nada el día en que a un amigo le diagnostican una enfermedad que amenaza con robárnoslo. Cada problema gana o pierde importancia dependiendo de con qué lo comparemos, y eso supone sentir que nuestro pozo no tiene fondo o es un simple charco. El mal de otros no debe suponer consuelo nuestro, aunque nos sintamos afortunados al comparar nuestra suerte con la de esos otros. La gente afronta sus problemas, cruza sus charcos, atraviesa sus pozos, lucha, se esfuerza, supera las adversidades, y ese consuelo de otros si debemos usarlo contra nuestros males, porque los problemas se superan, pero no se van solos, los echamos nosotros. Siempre hay un pozo que nos espera en mitad del camino, y siempre hay una orilla al otro lado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario