Vivimos tiempos muy competitivos, en los que es necesario diferenciarse del de al lado para encontrar un trabajo, o para vender más que él. Estamos dentro de una sociedad global,en la que tenemos más medios que nunca, más oportunidades que nunca, pero también más competencia que nunca. Ahora podemos hacer cosas impensables hace sólo unas décadas. Con las comunicaciones globales que hemos desarrollado podemos comprar o vender un producto en cualquier parte del mundo, teniendo información casi en tiempo real de su estado y situación, lo que nos da una libertad impresionante tanto siendo compradores como vendedores, pero a la vez nos enfrentamos a un exceso de competencia impresionante, y a una cantidad de información descomunal entre la que es difícil separar lo bueno de lo malo. Al que se le escape este barco estará perdido, y en este proceso no se salva ni Dios, y no es una forma de hablar. La sociedad actual está cada vez más alejada de la religión, entre otras cosas porque hay tanta libertad y tanta información que uno puede decidir si necesita o no a Dios, o a qué Dios. Hay religiones en declive, otras en auge, y creo sinceramente que eso se debe a la facilidad que han tenido unas y no otras en adaptarse a los cambios que iba sufriendo la sociedad, o en aprovechar o no las circunstancias especiales que se daban en diferentes lugares. La religión como un motivo común en contra de otros o como una verdadera salvación para gente necesitada. Está claro que Dios no se puede quedar esperando en la iglesia o en la mezquita a que vengan a verle, tiene que salir a la calle, poner anuncios o estar en Facebook para llegar a la gente, y que luego la gente quiera dejarse llegar. A mi me da igual si los demás creen o no en Dios, o siguen a Buda o a Alá. Yo creo que no debería preocuparnos a ninguno, y repito: a ninguno. Que cada uno sea libre de creer en lo que quiera o no creer en nada, y que deje al resto tranquilo, fuera de guerras santas y evangelizaciones forzosas. Lo malo es que cualquiera convence a algunos de que nos dejen tranquilo al resto. Pero mi comentario de hoy no quería ir por ahí, lo que pasa es que es complicado pasar por ciertas calles sin pisar charcos. Yo de lo que quería hablar es de que cada vez es más necesario que las religiones se adapten a la sociedad y no al revés, si no quieren verse solas en breve. Dentro del cristianismo, por ejemplo, están tomando cada vez más fuerza las variantes evangélicas, con ritos modernos alejados de las severas tradiciones romanas, y que llegan en algunas ocasiones a espectáculos teatrales con guías que más que párrocos son charlatanes. Pero si la gente es feliz y siempre que no hagan daño a nadie ¿qué más nos da al resto? Y todo esto por un cartel publicitario, pero es que no todos los días se ve un cartel con el teléfono del mismo Jesús. El que quiera comprar, que llame.
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