La quedaron sola. Ella era parte de la familia y la dejaron olvidada en una habitación como un mueble viejo e inservible. Abandonaron la casa con prisas y ella se quedó esperando a que alguien se diera cuenta del error y volviera en cualquier momento a recogerla. Se quedó esperando, pero ya no los espera. Hace mucho tiempo que se dio cuenta de que no iban a volver, de que estaba sola en el mundo. Sigue escuchando el eco de las voces que ocuparon la casa, y ese sonido retumba en su cabeza volviéndola loca. Ella era parte de la familia, se repite. Ella acompaño a las niñas en sus juegos, ella formó parte de los sueños de la casa, ella estuvo siempre dispuesta a los antojos de los demás y ahora se encuentra sola, día tras día, noche tras noche, en un mundo que se derrumba a su alrededor y se llena de sombras extrañas. La casa se ha ido llenando de polvo al igual que su mente se ha ido llenando de telarañas. Su vida es un recuerdo lejano, porque la fría soledad que le rodea es un infierno helado que le observa desde cada rincón. El frío recorre la casa, la envuelve, y le hace recordar que ya nadie la arropa como antes, ya nadie la peina, nadie le cambia los zapatos. El silencio se convierte en recuerdos, en pensamientos que no quiere tener y que salen de lo más profundo de su mente, transformándose en voces desconocidas que la empujan a moverse, pero no puede. Piensa que no fue buena, no lo suficiente. No fue la amiga que toda niña quiere tener. Si se hubiera esforzado más no la habrían olvidado en la triste habitación en la que está. No le volverá a pasar. A la próxima niña la agarrará con fuerza, le dará todo lo que su madre le niega, se ganará su mente para no perder su corazón. Estará preparada porque lleva años preparándose. No se volverá a quedar sola.
Entro en la casa y veo el desastre. Planos por el suelo, libros amontonados, pájaros y ratas muertas. Es de esos lugares en los que da escalofrío entrar. Noto miradas desde la oscuridad y escucho voces que solo existen en mi mente. Recorro los recuerdos de una vida esparcidos por el suelo. Alguien huyó con prisas de esta casa, olvidando cosas importantes con miedo a mirar atrás. Paseo por la casa mientras noto que me siguen, pero no hay nada a mi espalda. Algo me guía hasta una habitación, la fuerza contradictoria que provoca un tesoro en la boca de un lobo, pero no puedo resistir la tentación de meter la mano. Entro en la habitación y solo hay libros, juguetes y fotos en el suelo, pero al dar la vuelta allí está ella, con su espalda apoyada en la pared, con su pelo rubio enmarañado por el tiempo, con sus zapatos de niña, con su mirada triste. Me mira y yo la miro. Me clava la mirada manteniendo el silencio al que la soledad la ha acostumbrado. Vuelvo atrás paso a paso con la vista siempre pendiente de ella, que me deja alejarme sin decir nada. Alguien salió de esta casa buscando una vida nueva o alguien salió de esta casa huyendo de otra vida. Alguien espera tras la puerta la llegada de otra familia, de otra niña. La próxima vez no la dejarán sola. No a ella. La próxima vez no les dará tiempo a escapar. No de esta casa.