jueves, 27 de febrero de 2014

El retrato 09/02/14

Se pasea como cualquier otro por la calle:  mira los escaparates, se para frente a las fachadas bonitas, observa a  gente... Bueno, como cualquier otro no, porque muchos van por la calle sin ver lo que les rodea y  observar  con quién se cruzan. En realidad, los demás lo vemos cómo un tipo raro aunque no le sea, pero ahora lo normal es ir con prisas y el va despacio, lo normal es que si vas solo, vayas hablando por el móvil o mandando mensajes, y el mira a los demás a la cara. Un tipo que mira a los demás a la cara sin conocerlos es un tipo que algo raro trama, es lo que suponemos. Pero a el no le importa y sigue paseando a su aire. Mira al mundo buscando que el mundo le regale imágenes que guardar, y cuando descubre una, se para, saca los trastos y dispara. No es todo tan rápido como parece, porque tiene que sacar el cuaderno, la pluma, los colores y dibujar la escena. Primero el contorno, luego las sombras, luego los colores. Mucho más lento que una foto, pero mucho más rápido que un café, porque sólo tiene el tiempo que le dura un café a su desconocida modelo para pintarla, antes de que termine, pague y se vaya, y la imagen que ha visto sólo quede guardada en su cuaderno. Mi hermana Cristina asiste a la escena a mi lado. A mi me pasó una cosa así un día, dice. Estaba en una cafetería y había un tío muy raro que no paraba de mirarme. Al rato él se levantó y vino hacia mí. Se paró de frente y me dio un papel con un dibujo. Me dijo que era muy guapa y que me había hecho un retrato, así que me lo regaló y se fue sin decir nada más.

Algo nos ha pasado para pensar tan mal de los demás. Yo soy el primero que cuando veo a alguien con una cámara que puede parecer que apunta hacia donde yo estoy pienso cosas raras, y luego soy el primero que dirijo mi cámara hacia cualquier escena que me parece interesante. Hemos perdido la inocencia con que se miraba a la cámara hace unas décadas, cuando al ver una la mayoría corría a ponerse delante. Ahora es todo lo contrario y nos escondemos de ellas, cuando si nos paramos a pensar, ¿qué van a poder hacer con una foto nuestra? siempre que no estemos en algún lugar donde no debemos estar o con alguien con quien no debemos estar, ¿qué tiene de malo salir en una foto? No se que tiene de malo, pero nos lo imaginamos. Que nos saquen en una pintura es mucho más raro todavía, pero porque nadie va pintando por la calle, así que no creo que nadie se niegue a que le hagan un retrato tomando café, sobre todo si luego le regalan el cuadro. 

Esperanzas de colores 08/02/14

La luz llegó y se repartió por la habitación. Al principio le costó ver qué la rodeaba, porque la pesadilla que nubló sus sueños la mantuvo demasiado tiempo con los ojos cerrados, y sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad más de lo que ella habría deseado. Pero venció a la pesadilla. Puso caras a las voces, puso recuerdos a las caras, puso sonrisas a los recuerdos y tomó animo de las sonrisas. Fue una guerra y las guerras son difíciles de olvidar. El camino que queda por delante es difícil de recorrer, pero el que deja por detrás era un camino imposible y ha demostrado que es capaz de superar lo imposible, más ahora que tiene a su lado la ayuda que necesita para hacerlo. La ventana trajo la luz que se convirtió en esperanza y hoy la luz se ha hecho color para convertir la esperanza en alegría, una alegría que le acompaña en los ojos de las personas que la quieren y que la llevan a dar un paso más cada día, un paso más cerca de demostrar que la esperanza es lo último que debe perderse.

miércoles, 26 de febrero de 2014

La verdad está ahí fuera 07/02/14

Es de noche y te despiertas en mitad de un sueño, o de una pesadilla. No lo tienes muy claro aunque la estuvieras viviendo hace sólo unos segundos. Lo que tienes claro es que algo te  ha despertado de forma brusca y tienes el corazón latiendo tan fuente que puedes escuchar sus golpes en las costillas. Algo te ha sacado del mal rato que estabas pasando, y miras a la oscuridad intentando recordar qué te lo hacía pasar tan mal. Parece que hay algo ahí fuera, mirándote desde algún rincón, aunque no oyes nada porque no puede haber nada. No tienes perros ni gatos que vengan a verte, pero algo te hace sentir acompañado y observado. Te repites que no hay nada, que esas cosas sólo pasan en las películas malas de terror, y no te ves con cara de protagonista de una. Aún así sientes la necesidad de taparte con las sábanas, como si una simple tela te pudiera proteger de algo. Te ves a ti mismo como un niño asustado escondiendo los pies dentro de la cama y sin ninguna intención de levantarte al baño, como  tampoco de encender la luz. La lámpara de la mesilla podría confirmarte que estás solo, pero eso supondría sacar la mano de la seguridad de tu refugio y alargar el brazo por la oscuridad hasta la mesilla, y no tienes muchas ganas de hacerlo. Además, quedaría un poco infantil encender una bombilla para perder el miedo a la oscuridad, así que decides acurrucarte contra la almohada e intentar volver a dormir, pero las ganas de dormir se han ido como el recuerdo de qué estabas soñando para haber llegado a esto. Menos mal que escondido debajo de las sábanas te sientes protegido, y piensas que algunas cosas no cambian por mucho que crezcas, como el miedo a lo desconocido, aunque de niños al menos no nos importe reconocerlo.

martes, 25 de febrero de 2014

Empeñarse 06/02/14

Los españoles siempre hemos sido muy de empeñarnos. Cuando creemos tener razón, que es casi siempre, no hay quien nos lleve la contraria, lo malo es que a quien tenemos enfrente suele ser otro igual que nosotros que también cree tener razón, y ambos nos empeñamos en demostrarlo, intentando convencer al otro de que está equivocado aunque sea un trabajo imposible. Somos muy de discutir, y hay muchas veces en que nos empeñamos en defender una idea sólo por llevar la contraria al otro, aunque al principio estemos más o menos de acuerdo con él, pero terminamos discutiendo, empeñados en no parecer que damos la razón. Es la salsa de la vida, dicen muchos, lo que da sabor a esa seca pechuga de pollo que no lo tiene y que sería sacar cualquier tema, que el otro nos de la razón, y que se termine la conversación. 

Somos muy de empeñarnos, y los empeños vuelven con fuerza en los tiempos de crisis cuando aparecen por doquier otras personas que nos ofrecen dinero por nuestras cosas, sin discutir. Te guardo tus joyas durante un tiempo, te presto dinero y pasas a recuperarlas cuando estés recuperado tu, pagando la comisión que yo considero justa por el depósito, y si no pasas en plazo la comisión se vuelve posesión, porque te quedas sin joyas, pero sin discutir. Ahora están de moda los empeños de coches, y hay muchas empresas que nos prestan dinero por el nuestro, aunque nos permiten seguir usándolo mientras lo ponen a su nombre o nos hacen firmar un contrato en el que en caso de no devolver el dinero, entregaremos el coche, siempre sin discutir, aunque nos estemos empeñando hasta las cejas. No es muy diferente a una hipoteca de un piso, aunque con los coches muchas de las empresas que prestan dinero sin discutir no son de fiar del todo, por eso discuten poco al prestarlo, pero mientras nos presten el dinero y nos saquen del problema de hoy, nos empeñamos en empeñarnos. Siempre que pedimos dinero prestado, y más en condiciones tan especiales como éstas, es porque pensamos que mañana estaremos mejor que hoy y que podremos pagar lo que hoy no tenemos, pero cuidado con los castillos que hacemos en el aire de nuestros deseos, no vaya a ser que sean castillos hinchables que al pincharse nos queden sin nada más que empeñar.

lunes, 24 de febrero de 2014

El paraíso 05/02/14

Es verano y como todos los veranos hace calor, aunque aquí el calor es mucho más soportable que en Badajoz, sobre todo junto al río. El río es pequeño, estrecho, que en gran parte de su cauce y en esta época no cubre más de las rodillas, pero su agua helada que baja de la sierra es suficiente para que al meter la barriga se nos corte la respiración y para que en los campos más cercanos crezcan tomates, maíz y pimientos. Más allá de esos campos el mundo es muy distinto y la tierra es seca, y las cabras recorren los riscos de pizarra en busca de algunas hiervas sueltas, dejando el terreno minado de Conguitos. Los niños corremos por los caminos de la mañana a la noche, sin reloj, acudiendo a nuestros padres sólo cuando el hambre enciende su alarma en nuestros estómagos. En chanclas, bañador y camiseta corta todo el día, cuando hace calor nos bañamos, cuando nos castañetean los dientes nos secamos al sol. No cargamos con toallas pero sí con navajas y pequeños machetes con los que cortar ramas y abrirnos camino entre las jaras que ocupan los caminos y se pegan a nuestras piernas y ropas hasta el siguiente chapuzón. Son otros tiempos, el lugar es tranquilo y los niños podemos estar todo el día por ahí, sin que nuestros padres se preocupen. Ahora no le daríamos un machete a un niño ni locos, pero llevarían teléfono móvil para preguntar cómo están cada veinte minutos. Nunca nos pasa nada más grave que un raspón en una rodilla que está curando antes de que cualquier adulto pregunte por él. El agua es tan pura que bebemos directamente abriendo la boca mientras nos bañamos y mientras los jarabugos nos hacen cosquillas en las piernas. A veces los pescamos igual que a veces cogemos cangrejos, y no se necesita boya porque los ves morder el anzuelo, sólo necesitas un palo y un metro de sedal atado en la punta. Cada día es una aventura planificada junto a la lumbre del campamento de la noche anterior, cuando el fresco nos obliga a acercarnos a las llamas mientras nuestros padres juegan al dominó. Los días son largos, porque somos niños y es verano, pero al día le faltan horas para nosotros. Niños con machete, fuegos en el campo, tiendas de campaña junto río... son cosas de otros tiempos, cosas prohibidas por la irresponsabilidad de algunos que  impide que el resto podamos disfrutarlas. A nosotros nos enseñaron a dejar el campo más limpio al irnos que al llegar, y desde niños hasta recogíamos las basuras que dejaban otros y revisábamos que sus fuegos estuvieran bien apagados, porque el campo era y es nuestra casa.

Aunque los niños hemos crecido y ya no somos como entonces, este paraíso sí lo sigue siendo, pero algunos paraísos están mejor guardados en el recuerdo, a ver si los vamos a convertir en una playa llena de turistas.

P.D.: La foto me la mandan mis padres, que llevan treinta años disfrutando del paraíso.

viernes, 21 de febrero de 2014

Las próximas elecciones 04/02/14

Los políticos son personas, así que tienen los mismos defectos que podemos tener los que no somos políticos, pero además son políticos, así que tienen defectos que los demás sólo tendríamos si fuéramos políticos. Entre ellos que se empeñan en demostrarnos que sólo les importa permanecer en el poder, y que para ello intentar tener contentos a los que saben que les van a votar aunque no sea un bien común para el país que gobiernan. Aprueban leyes cuando gobiernan sabiendo que cuando gobierne la que hoy es oposición se cambiarán, y cuando están en la oposición les da igual lo que plantee el Gobierno, porque apoyarlos supondría darles la razón en algo. Así tenemos una ley de educación por legislatura que ni se asienta ni se mejora con la experiencia, solo se cambia para demostrar que la postura es diferente a la de los anteriores. Así tenemos debates continuos sobre el aborto y las pensiones que nunca llegamos a consensuar. Así tenemos carreteras que se presupuestan, por lo que se supone que ya contamos con ese dinero, y que no lo necesitamos para otra cosa, y cuando vienen otros o vienen mal dadas se dejan paralizadas cuatro años. ¿Eso es pensar en un país y hacer planes a largo plazo? Eso es pensar en las siguientes elecciones.

jueves, 20 de febrero de 2014

Un euro es igual a cuatro euros 03/02/14

Estoy cansado de pagar por aparcar el coche. Muchos días voy de un lado para otro haciendo varias paradas, y en cualquier pueblo medio grande es difícil aparcar porque somos muchos los que nos movemos en coche, así que los ayuntamientos han copiado de las grandes ciudades las zonas azules o similares. Para fomentar el transporte público, dicen ellos, para cobrar más veces por lo mismo, digo yo. El transporte público está muy bien en Madrid, dónde hay una parada de Metro en cada esquina, o es perfecto si vas al centro y vuelves, pero no sirve de nada si vas por varios pueblos que no tienen conexión, o que para hacerla tardas tres días en autobús lo que tardarías tres horas en coche. No soy repartidor, así que me olvido de las zonas de carga y descarga. Sólo queda dar muchas vueltas y terminar pagando por la zona azul, o a algún colaborador de alguna asociación a la que el Ayuntamiento tiene cedida una zona y que desaparece en cuando se llena la zona, o a un gorrilla, que desaparece en cuanto le pesa el bolsillo. Eso o ahorrarte las vueltas, el tiempo, e ir directamente a un aparcamiento público. Construirlo cuesta dinero, así que es normal que aparcar allí sea tan caro. ¡Ah no, espera!, que su construcción estaba ya incluida en los presupuestos del municipio y pagada con nuestros impuestos. Será que de nuevo los Ayuntamientos cobran dos veces por lo mismo. Habrá que mantenerlos, pero a casi dos euros la hora que cuestan muchos...

Bueno, en estas que llego a Mijas y veo un gran cartel indicando que el aparcamiento público que está junto al Ayuntamiento cuesta un euro al día. Tarifa plana. Da igual que estés diez minutos que diez horas. Me parece bien, porque por media hora se suele pagar eso en cualquier otro. Hago mis trámites y cuando vuelvo a pagar en la máquina pone que no funciona, que busque otra. En la del otro extremo pone lo mismo, que vaya a la de la planta baja. En esa pone que sólo se puede pagar con monedas de un euro, ni billetes, ni tarjeta ni otras monedas, y yo no tengo monedas, sólo un billete de cinco. Voy a la cabina y el cajero me dice que lo siente, pero no tiene cambio, pero que no me preocupe por tardar que es tarifa plana. Gracias. En frente del aparcamiento veo una cafetería que vende: "zumo de naranja natural", y pienso que no pasa nada por parar a tomar uno y conseguir cambio. En el local solo hay una pareja tomando café. Pido la cuenta y saco mi billete de cinco, y casi me quedo corto. ¿Tres euros por un vaso de zumo al que si le quitas el hielo se queda por la mitad? Ayer mismo cinco kilos de naranjas costaban dos euros en Mercadona, ¡que los vi yo!. Normal que el local esté vacío, ni los cientos de turistas que pasan por delante cada día se atreven a entrar. Y yo tengo que terminar pidiendo al camarero que me cambie la moneda de dos euros que me ha dado de vuelta por dos de uno. Al final, aparcar siempre sale caro, pero más caro sale el zumo natural.



Anunciar sin anuncio 02/02/14

Estamos saturados de publicidad y el problema es que la mayoría es muy mala. Para televisión se hace mucha basura y sólo algunas obras de arte, pero casa segundo es tan caro que los grandes anuncios se recortan haciendo un resumen que pierde la esencia original. Con el desarrollo de Internet las buenas compañías de publicidad y las empresas anunciadoras han encontrado una forma de mostrarnos sus creaciones en libertad, y las vemos como pequeñas películas que buscamos, disfrutamos y nos recomendamos unos a otros en las redes sociales. El producto que venden es lo de menos, aunque nos terminamos quedando con su nombre. Es mucho más difícil hacer publicidad para radio, y ahí encontramos campañas desesperadamente pesadas e insoportables, lo que puede conseguir lo contrario a lo buscado. Ahora mismo recuerdo una empresa de puertas, otra de suelos de madera y una tercera de alarmas cuyos anuncios oigo a menudo  y que tengo claro que jamás les comprare nada aunque sean los únicos en el mundo que vendan lo que necesite, por lo malos, pesados y repetitivos que son sus anuncios en la radio, tanto que apago la radio cada vez que oigo la de suelos de madera. Creo que la peor de toda es la de telefonistas que llaman a casa y la de comerciales que pegan en nuestra puerta vendiendo lo que sea a cualquier hora, ante los que casi te tienes que disculpar por no aceptar sus magníficas ofertas, pero a ellos habría que dedicarles un artículo completo. La publicidad en nuestro buzón es algo que nos pone de los nervios, pero sobre todo por lo abundante que es, y todo lo abundante y repetitivo pierde nuestro interés, y ni si quiera pidiendo que no se deje propaganda nos suelen respetar. Aquí hay poco que inventar, y consiste simplemente en catálogos de productos a los que prestaríamos algo más de atención si no encontráramos todos los días el buzón rebosando. Buzón lleno es buzón que va a la basura directamente. Pero si yo un día encontrará todos los buzones de mis vecinos con publicidad y el mio vacío, no tardaría nada en sentir la tentación de ver que es lo que no me quieren vender únicamente a mi, y robaría en seguida algún catálogo. Eso sí sería publicidad efectiva, seria anunciar sin anuncios.

P.D.: La foto llega al buzón de parte de mi hermano Alberto.

martes, 18 de febrero de 2014

El loco que toca las cosas 01/02/14

Soy de los que va por la vida mirando a través de un objetivo, sobre todo cuando llego a un sitio nuevo. Llego, me sorprendo, saco la cámara, empiezo a mirar a través de ella y me cuesta dejar de hacerlo. Intento no perder un detalle que fotografiar porque hay lugares a los que es complicado volver, y siento esa necesidad de guardarlo todo en la tarjeta de memoria, para que quede en mi recuerdo tal y cómo lo he visto, porque la memoria falla y los recuerdos se reducen a lo que repites una y otra vez, como ver las fotos que has tomado o hablar sobre las situaciones que has vivido. Pero durante un tiempo esto me causaba otro problema, porque al llegar a casa y ver las fotos me daba la extraña sensación de no haber estado en muchos sitios, de haberlos visto a través de la cámara como los veía luego a través de la pantalla, de haber sido un espectador que plantado en medio de una plaza sólo ha hecho fotos y no ha tocado que los árboles, las farolas y los edificios eran reales. Así que un día se lo dije a Angélica y ella me dijo: "pues toca las cosas", y así lo hago desde aquel día. Cuando llego a un sitio nuevo, me sorprendo, saco la cámara, hago mis fotos pero también la dejo colgando de vez en cuando y me acerco a tocar las cosas. No es que vaya tocando cada árbol y cada columna, sólo algunas cosas. Voy a Sevilla y toco la Torre del Oro, voy a Madrid y toco las puertas del Palacio Real, voy a Londres y toco la barandilla del Puente de la Torre. Parecerá una tontería, pero en estos momentos en los que casi podemos grabar toda nuestra vida para después poder reproducirla en el ordenador, es una forma de saber que he estado en los sitios y que no ha sido una mera imagen. Evidentemente sé que he estado en los sitios sin necesidad de hacerlo, pero así no me quedo con la sensación extraña de haberla visto sólo a través de objetivos y pantallas. Cada vez es más común ir por la calle o asistir a un evento y ver a la gente mirando sus cámaras en vez de mirando la realidad, y mucho peor, mirando a través de sus tabletas que es como ir mirando la televisión directamente. Si alguien les cambiara lo que ven en la pantalla por un video grabado, ¿se darían cuenta de que no están viendo la realidad? Por eso yo toco las cosas, aunque parezca un loco.


Un día en las carreras 31/01/14

Cuando amanece ya hay un par de centenares de personas haciendo cola para entrar. Amanecer es una forma de decirlo, porque entre los que esperan y el Sol naciente hay una capa de paraguas, una de lluvia y una de nubes oscuras, así que tardan en darse cuenta de que se está haciendo de día. Están ansiosos por que todo comience y el agua les anima más que otra cosa, porque asegura espectáculo en la pista, desorden, descontrol, coches que cambian de neumáticos una y otra vez y que una y otra vez se equivocan y se salen en las curvas. En las oficinas supone hojas de estrategias por el suelo y recálculos constantes de variables, tiempos y opciones. La lluvia es lo que todos los aficionados deseas de un día en las carreras, y lo que más temen los equipos. Los pilotos se reparten entre los que son aficionados a correr y los que son aficionados a ganar, y para los que les gusta correr el agua en pista es un reto.

Huele a combustión de motores y a gomas que secan el asfalto al frenar. Los coches anuncian su llegada tirando petardos al reducir de marcha antes de las curvas y silbando al pisar a fondo después de ellas. La afición se levanta en cada vuelta jadeando a su piloto favorito y las pequeñas luchas particulares, porque en la grada, dónde la visión queda reducida a unos pocos cientos de metros de pista, es más interesante una lucha igualada por la décima plaza que un líder que marcha en solitario camino de una aburrida victoria. Hay entradas a boxes, salidas de pista, banderas amarillas y rojas, nervios, enfados y tensión, mucha tensión, porque deja de llover y vuelve, se seca la pista sólo por un rato, y la toma de decisiones es cada vez más difícil. Los pilotos ganan o pierden diez puestos en una vuelta y no saben si la suerte les dará más opciones. En la grada, la jornada empezó a las cinco de la mañana y no van a dejar que nada la estropee. Por la tele lo que importa es quién gana, en la grada quién gana es la afición.

lunes, 17 de febrero de 2014

Esperar desespera 30/01/14

No nos gusta esperar. El tiempo que dedicamos a hacerlo se nos hace eterno y lo dedicamos también a odiar a quién nos hace esperar. Si tenemos una cita y el otro se retrasa empezamos a enfadarnos desde el primer minuto, pensando que de haberlo sabido habríamos salido más tarde nosotros también. Si nos toca aguantar una cola en el supermercado nos parece que todas las de nuestro alrededor avanzan más que la nuestra, y nos enfadamos con nosotros mismos por haber elegido la única caja en la que hay problemas con la tarjeta del último cliente. Cuando estamos en un atasco nos desesperamos con el de delante, y pensamos que siempre nos toca el que no tiene prisas o no conoce la carretera. Odiamos a más no poder las cansinas musiquillas de los contestadores automáticos en los centros de llamadas de compañías de seguros o telefónicas, porque cuando llamamos queremos solucionar nuestro problema cuanto antes y no tener que repetir nuestros datos personales varias veces entre espera musical y espera musical. Odiamos al que creó la música y al que la eligió como tono corporativo. 

El tiempo se hace eterno esperando y sólo nos damos cuenta cuando esperamos. Movemos el culo en el asiento como estando sentados en una silla de hierro a la que alguien ha olvidado poner un cojín. En cambio, el tiempo pasa volando cuando nos esperan a nosotros, y cuando tranquilamente llegamos a la cita, aunque sea con retraso y vierten sobre nosotros todo el odio acumulado con una mirada de reproche y un dedo acusador, nosotros nos preguntamos extrañados: ¿a quién se le ocurre esperar en un lugar tan incómodo?.

domingo, 16 de febrero de 2014

Para enmarcar 29/01/14

Que me gusta la cerveza es algo que saben todos los que me conocen. Bebía cerveza cuando la mayoría de mis amigos tomaban refrescos o combinados y mi amigo Tronki siempre me ha dicho que era medio teutón. Cuando veo una marca nueva intento probarla, y cuando una me gusta intento probarla más veces para comprobar que me sigue gustando. Comparto afición con mi hermano y cuando estamos juntos intentamos probar varias y recomendarnos marcas. Tampoco soy experto, y cuando empiezo a ver tipos de fabricación e ingredientes me pierdo un poco, pero no hay que saber cómo se fabrica un coche para disfrutar conduciendo. Cuando viajo pido las cervezas locales y eso me ha dado muchas alegrías, alguna que otra pena y muchas anécdotas que contar. He estado en cervecerías dónde sólo servían en jarras de litro y dónde guardaban las de los clientes habituales en taquillas, otras con cien vasos distintos para cien marcas diferentes, una con más de veinte marcas de barril cada una con su tirador y otras dónde se daba la presión con una bomba manual como la de un pozo. He bebido cerveza de países de los que no esperarías una bebida alcohólica, como India o Marruecos. He aprendido que la cerveza con limonada es muy popular en Alemania y con cerezas en Bélgica, cosa que aprendí por pedir a ciegas de una lista según el nombre que más me gustó, aunque la cerveza de cerezas no he vuelto a comprobar si me gusta. Por pedir a ciegas he disfrutado de grandes cervezas, pero me ha llevado a tomar cosas que habría preferido tirar, como una vez en una cervecería con varias marcas, todas desconocidas, en tiradores repartidos por toda la barra. Pedí señalando una al azar y mientras la servían ya noté un color raro, me olió más raro aún y al probarla descubrí que no era cerveza sino sidra. Me la bebí intentando rechistar poco, pero me la bebí, aunque mi cara era un poema. Un poema para enmarcar.

Burbujas de humo 28/01/14

Los cigarrillos electrónicos llevan años entre nosotros, pero ha sido en los últimos meses cuando se han puesto tan de moda que es raro no cruzarse con varias personas al día que lleven uno. Han aparecido como una alternativa al tabaco tradicional, vendiéndose como un ahorro sobre él que además es más sano. Las tiendas de venta de estos cigarrillos han proliferado como las de compraventa de oro años atrás, y la variedad de precios y opciones que se ofrecen es amplísima. Mucha gente se ha subido al carro de este negocio porque parece que todo fumador va a cambiar de costumbre. No fumo y nunca he fumado tabaco normal, así que no he intentado sustituirlo por el electrónico, pero como cualquier moda que parece crearse de la nada el fenómeno de su aparición me parece interesante. Como digo tiene las supuestas ventajas de ser más económico y más saludable, además de poder usarse en edificios cerrados, así que aparentemente tiene todo lo necesario para triunfar como está triunfando, pero tiene varios aspectos que pueden llevar a pinchar el negocio como una débil burbuja de humo. Para empezar hay muchas marcas en el mercado, que ofrecen diferentes modelos, y no hay mucho control sobre ellas. Mucha gente piensa que no tienen nicotina, y que sólo se respira vapor de agua de sabores al "vapear", pero sí contienen nicotina en diferentes dosis. Bien es cierto que no contienen otros cientos de componentes perjudiciales que sí llevan los cigarrillos normales y que el vapor, al no proceder de una combustión es más sano que el tabaco quemado, pero de ahí a que sea inocuo va un mundo. En parte porque al ser un producto más o menos nuevo que no se ha encasillado aun en ningún grupo como tabaco, medicamento o similar, no ha pasado todavía controles por parte del Gobierno con pruebas a largo plazo sobre los efectos de su consumo habitual, y no podemos estar seguros de su contenido ni de sus posibles efectos. Para seguir, el no haber pasado dichos controles pone muy nervioso al Estado también porque no sabe todavía como considerarlo, y no puede aplicarle unos impuestos especiales como sí se hace con el tabaco tradicional. El Gobierno se ha apresurado a advertir, lógicamente, de la falta de control sanitario actual, pero también porque estarán deseando aplicarle unas tasas o impuestos especiales. Interesa que la gente deje de fumar por el ahorro en Sanidad, pero no interesa por la cantidad de impuestos que se pagan con el tabaco, y si la gente deja de fumar para "vapear" muchos impuestos se dejan de pagar. Hay países dónde se los considera medicamentos (como los parches o los chicles de nicotina), mientras que otros entienden que es tabaco, pero aquí no está la cosa clara. Lo que sí está claro es que ya se está empezando a prohibir en lugares públicos, así que tampoco es la panacea que se esperaba. Si no se deja "vapear" en lugares cerrados, si lo encarecen con impuestos nuevos como a todo, y si se descubre que no es tan sano, la moda se irá perdiendo, y aunque haya mucha gente que lo siga usando, puede que no alcance a sustituir a los cigarrillos normales como nos han contado. Lo que yo ya he contado son varias tiendas que los vendían, que abrieron hace escasos meses y que ya han cerrado. Como en todas las burbujas llega un momento en que nos pasamos de largo queriendo vender más de la cuenta, y en las burbujas de humo no íbamos a ser menos. 

viernes, 14 de febrero de 2014

A la Shakira 27/01/14

El Paco lleva parado casi seis años seguidos, aunque el paro ha sido acompañante discontinuo toda su vida, y ahora se busca la vida como puede. Últimamente, entre otras cosas, ha reciclado cartones y cobre, distribuido refrescos a pie de playa y colaborado con su cuñado Agustín en los días que se llena la terraza de su bar, en el departamento de atención al cliente. Nada fijo, nada seguro, nada de altas, registros, cotizaciones ni impuestos. La vida obliga, dice, y no estamos como para ponernos exquisitos, demasiado que le llama reciclar a rebuscar entre la basura. La Loli es su mujer, con la que comparte tres niños a los que le cuesta sonreír cada día mas, una hipoteca que le cuesta pagar cada día más, y una juventud feliz que le cuesta recordar cada día más. Desde hace unas semanas tiene una idea que le remueve los sueños cada noche y las tripas cada vez que enfila su calle y ve el cartel de "se traspasa" en el bar de la esquina. Le gusta la atención al cliente: el trato cercano, hablar de fútbol, preguntar por la familia y tirar cañas. No tienen dinero para el traspaso, pero el dueño actual es vecino y aceptaría cobrar de los beneficios del próximo año, convencido por unos amigos llamados intereses. La Loli no lo sabe aún, aunque se ha dado cuenta de que algo trama porque al silencio habitual del Paco le aparece de vez en cuando una sonrisa.

- Paco, no es buena idea.
- Es mejor que robar, y pronto habrá que robar.
- Pero es dinero que no tenemos, y que tendremos que quitar de la caja todos los meses.
- Tú preparas los camperos y yo los botellines. A los chaveas del barrio les gusta quedarse cerca y es lo único que hay. Va a estar lleno.
- Se llenará de los que no tienen nada que hacer jugando a las cartas en nuestras mesas sin gastar un duro.
- Eso da ambiente, Loli, si el personal está a gusto algo gastará.
- ¿Y el nombre? No le vamos a dejar el que tiene...
- Eso es lo de menos, la gente quiere un sitio baratito. Nadie llama a los bares por el nombre.
- Pues al nuestro sí. Si lo vamos a llevar nosotros que lo llamen por su nombre.
- ¿Paco y Loli?
- No seas antiguo Paco. Cuando pregunten: "¿a dónde vas?, quiero que digan: "a la Shakira", porque a la Shakira la conoce todo el mundo.

jueves, 13 de febrero de 2014

Mercadillos medievales 26/01/14

Los mercadillos medievales empezaron siendo una original idea para ambientar los cascos viejos de algunas ciudades medievales. Cualquier excusa es buena para montar un día de fiesta en el que los paisanos se diviertan mientras que algunos comerciantes hacen algo de negocio, y más en los tiempos que corren, y estos mercadillos nos ganaron desde el principio, al menos a mi. Viví varios en Cáceres, lo que tiene un encanto especial ya que pasear por  Ciudad Monumental te traslada automáticamente a la Edad Media, así que el mercadillo tenía un escenario perfecto. Puestos cubiertos con telas de colores regentados por vendedores con ropas de cuero o de saco en los que se vendían artículos de artesanía, y paradas en las que comprar productos gastronómicos típicos como queso o chorizo, todo a precio algo elevado, pero es que el espectáculo también había que pagarlo. Los mercadillos han degenerado cómo degenera todo, y se montan igual junto a las murallas de Ávila que junto al paseo marítimo de Benidorm, en una fiesta de conmemoración romana, árabe o medieval. Ahora venden de todo, y ni si quiera se molestan en que las cosas parezcan antiguas, además muchas se encuentran también en tiendas y mercados de otro tipo, por lo que el encanto de la aparente artesanía se ha perdido, y los vendedores vestidos de época se mezclan con otros en vaqueros y camisa. Así que si veis una fila de puestos en la plaza de vuestro pueblo, con banderas y demás, no lo dudéis, será un mercadillo medieval en el que venderán igual pan gallego que pan Bimbo.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Adiós a Superman 25/01/14

Hay películas que ya no se podrían filmar o al menos no ambientadas en la actualidad. Igual que un detective neoyorquino ya no va con gabardina y sombrero si no con cazadora ajustada y la placa colgando del cuello, ya no tiene sentido que en las películas haya cabinas de teléfono porque ya casi no las hay en la calle, y menos de las de encerrarse a hablar. En España hace años que se cambiaron por unas abiertas que ya tampoco se usan, porque todo el mundo lleva una cabina personal en el bolsillo. Aunque las llamadas desde cabinas públicas siguen siendo muy cinematográficas, en el cine de ahora los secuestradores piden el rescate desde un teléfono móvil desechable igual que los soplones llaman con identidad oculta. En el año en que estamos el gran Jose Luis López Vázquez no quedaría atrapado en "La Cabina" de Antonio Mercero porque estaría claro que es algo raro se oculta en una caja acristalada en mitad de la calle. Pero lo peor se lo lleva Superman que a falta de cabinas tiene que cambiarse de ropa en el aseo de un McDonalds, así que pronto no cabe en el traje azul porque cada vez que entra  en uno tiene que pedir un menú.

P.D.: La foto llega al buzón de sugerencias mandada por Alberto, un colaborador más que habitual.

Los raperos mean de pie 24/01/14

Los aseos públicos son una fuente inagotable de reflexiones. Todos los usamos y casi seguro que cada vez que entramos en uno salimos pensando en algo que hemos visto o nos ha pasado dentro. O que no hay jabón, o que el secador no tiene fuerza, o que no hay papel, o que de tres urinarios dos están estropeados, o que están tan sucios que casi merece la pena hacer lo que sea en la calle. En cuanto a la suciedad, los españoles estamos acostumbrados a que los baños públicos, que los llamamos así porque son compartidos pero que muchas veces están en bares o restaurantes privados, son gratuitos, y cuando salimos a otros países nos enfadamos porque nos cobran por usarlos. A lo mejor merece la pena pagar cincuenta céntimos pero tener la certeza de que van a estar limpios. Volviendo a lo que podemos encontrar dentro, tenemos aseos con carteles tan raros que no sabemos cuál es el de señora o el de caballero, con grifos bajo los que es imposible meter la mano sin tocar el lavabo, con las paredes llenas de mensajes y frases filosóficas, con las puertas rotas que no dejan lugar a la intimidad, con asiento para invitados como el del otro día o con modernas instalaciones que nos da miedo usar. Lo que nunca había visto en un aseo es la recomendación de sentarse para los señores con gorra. Están cansados de que los raperos orinen de pie y salpiquen las paredes, pero los raperos son los que dejan los mensajes filosóficos en las puertas, no las paredes salpicadas. 

martes, 11 de febrero de 2014

Pasarse listo 23/01/14

Uno no tiene por qué saberlo todo, y nos podemos perdonar a nosotros mismos por cometer ciertos errores, pero lo que no podemos perdonarnos es ir de listos y corregir a los demás sin estar seguros de estar en lo cierto. Escribir lingüísticamente bien es difícil y todos nos equivocamos algunas veces por despiste o por desconocimiento, con excusa o sin ella. Cuando releo cosas que he escrito hace tiempo suelo encontrar algún error del que no me había dado cuenta antes, por lo que asumo que otros errores los pasaré por alto. Escribir bien es tarea difícil y no me refiero sólo a diferenciar entre "haber" y "a ver", si no a evitar en dequeísmo, el laísmo, el leísmo o la ultracorrección de los anteriores. Por eso, uno puede equivocarse y decir "estoy esperando de que me llamen" o "no se olvide pedir el justificante en información", pero lo que no debe hacer es ir por todos los carteles de una oficina corrigiendo una frase que está bien escrita para escribirla mal. Podemos decir "no se olvide de pedir el justificante en información" o "no olvide pedir el justificante en información", porque nosotros "olvidamos cosas" o "nos olvidamos de cosas" pero no debemos ir de listos para hacerlo mal. Espero no haberme pasado yo de listo, o haberme pasado listo.

Mirando al vacío 22/01/14

No hay nada más aburrido que ir de compras con alguien a quien le encantan las compras, de esos que entran en todas las tiendas y miran escaparates y estanterías una por una. Es aburrido y desesperante hasta el punto de pensar en el suicidio al descubrir el vacío al final de una larga mirada perdida. Bueno, también es aburrido charlar con alguien que vive obsesionado con el deporte y sólo habla de tablas de ejercicio y de las horas que pasa en el gimnasio. Igual tenemos a los que han descubierto que saben bailar salsa y ya sólo quedan con gente que baila salsa en locales de bailar salsa y hablar de bailar salsa o de otra gente que también baila salsa. Aunque puede ser igual de desesperante entablar conversación con ese amigo que está obsesionado con la alimentación saludable, y que te habla de todos y cada uno de los ingredientes perjudiciales que tiene ese bollo de crema que te estás comiendo. Cuando nos coge por banda ese otro amigo al que le gustan los perros y nos cuenta cómo van criando sus camadas de este año rezamos para que alguien venga a rescatarnos, pero solemos tener la dicha de que sólo venga el loco de la Fórmula 1 que pretende ponernos al día de las nuevas normas que entran en vigor este año sobre las dimensiones de los alerones traseros. Que mala suerte no encontrar a nadie a quién enseñarle las últimas fotos que has hecho o hablarle de tu blog, con lo atentos y callados que se quedan todos al escucharte con interés, ya que tus aficiones sí son animadas, no como las de los demás. O eso quieres creer. 

La ecuación suele fallar poco y si no eres tu el que está mirando al vacío por no querer aguantar más el suplicio que te hace sufrir otro, es el otro el que lleva un rato pensando en la nota de despedida.

viernes, 7 de febrero de 2014

Cierrabares 21/01/14

Cuando salió la Ley antitabaco que impedía fumar dentro de todos los bares y restaurantes muchas auguraron la muerte del sector. Esta medida sumada a la crisis que ya no recordamos ni cuando empezó suponía el cierre de nosecuantos negocios y la pérdida de tropecientos empleos. Bien es cierto que la crisis ha terminado con muchos negocios de hostelería, pero no creo que más que de otro sector. Es sólo una percepción, no tengo datos, pero veo que cada vez que hay obras en un local comercial casi seguro que es para montar un bar. Si algo triunfa en este país son los bares porque cuando a los españoles nos sobra un euro después de cubrir nuestras necesidades básicas lo gastamos en echar un rato con los amigos y unas tapas de por medio. Lo que no ha triunfado son los "clubes de fumadores" que en los primeros días parecía que iban a estar por todos lados para salvación de los que agarran el pitillo, porque yo sólo he visto uno que ni si quiera llegó a abrir. La prohibición de fumar en los lugares cerrados ha vaciado los bares, pero ha llenado las terrazas. Los Ayuntamientos han sido más flexibles a la hora de conceder licencias para ocupar la calle con terrazas, en algunos casos permitiendo la colocación de estructuras metálicas con cubiertas y cierres permanentes que han convertido las terrazas en los nuevos bares y que llegan a impedir el paso de los peatones. Los fumadores han salido a la calle a quemar su dinero y los no fumadores han salido con ellos a tomar el sol, porque nos gusta más la calle que ninguna cosa, y un bar al aire libre es un sueño hecho realidad. Así que ahora tenemos bares vacíos, terrazas llenas y de paso algunas personas han dejado de fumar, ahorrándose en dinero lo que ganaban en salud, además creo que los hosteleros estarán contentos ahora que ha pasado el tiempo y todo ha ido a su sitio, esto es, a sus terrazas.

Calle de la Iglesia 20/01/14

Me suelo fijar en los nombres que ponemos a las calles. Es una costumbre que tengo y suelo descubrir bastantes curiosidades. A saber: en todos (siempre es atrevido decir todos) los pueblos hay una Calle Iglesia y una Plaza de la Constitución; desde que existen las autonomías en todos existe una Avenida de Andalucía o Plaza de Cataluña según corresponda; suele haber una Calle Larga, Calle Estrecha o una Calle Mayor; las ciudades organizan sus nuevos barrios con nombres todos relacionados, como en Alhaurín de la Torre que la Urbanización Retamar tiene todos los nombres relativos a tipos de barcos como Buque o Velero; en Badajoz las placas con el nombre contienen una pequeña aclaración debajo del nombre y en la página web del Ayuntamiento de Málaga hay una descripción completa del por qué de los nombres; hay pueblos que ponen una calle simplemente a Lorca y otros que no piensan en sus vecinos escribiendo pesadamente Calle del escritor Federico García Lorca; en Coín hay una Calle Edoras  de Rohan, nombre sacado de El Señor de los Anillos; en Torremolinos una Calle Pez Dorado; en Melilla Calle Sargento Arbucias entre otros muchos militares; hay calles que todo el mundo conoce por un nombre aunque se llamen de otro, como la Plaza de Cervantes en Badajoz que todo el mundo conoce como San Andrés y en la que hay una estatua a Zurbarán para enrevesarlo todo un poco más; también  en Badajoz hubo durante años una calle dedicada al personaje inexistente de Arturo Barco, creado del error del fabricante de la placa que puso Barco en vez de Barea; los nombres relativos a los oficios que se ejercían antiguamente en la misma calle se están perdiendo, aunque se mantienen algunas excepciones como Calle Zapatería o Plaza del Carbón; y donde es mejor no entrar es en las calles dedicadas a personajes famosos vinculados a una ideología porque esos cambian con cada legislatura, así que mejor ni aprenderlos ni contarlos. En fin, que merece la pena prestar un poco de atención al callejero y pensar el por qué de los nombres, así no seré yo el único raro que lo hace.

jueves, 6 de febrero de 2014

Quiero ser guiri 19/01/14

Me gustan los guiris. Es decir, me gusta ver guiris y me caen bien de entrada aunque no los conozca. En parte porque agradezco el interés de algunos por conocer nuestro país y nuestra cultura y la afición de todos por venir a gastarse sus ahorros o sus pensiones con nosotros. Por otra parte es porque yo me siento muy guiri. Cuando viajo me siento muy identificado con esos turistas extranjeros con ropas extrañas, una guía en una mano y una cerveza en la otra que intentan aparentar que conocen las costumbres del lugar. Por mucho que lo intenten se les reconoce antes de que hablen, y pienso que a mi también se me reconoce antes de que suelte una de las tres frases que me he aprendido en el idioma de turno. Ellos son guiris aquí y nosotros lo somos cuando vamos fuera. (Algún día contaré una muy buena anécdota de españoles por el mundo hablando idiomas). Me siento guiri y por eso me gustan los guiris que vienen aquí y se ponen a jugar a la petanca en enero y en la playa. No son tan diferentes de nosotros, son sólo personas en un país extraño en el que no se habla su idioma.
Lo que también me gusta de ser guiri es que veo que viajan mucho y por todo el mundo aunque sean más viejos que la playa en la que juegan a la petanca, así que me siento guiri con la esperanza de poder seguir viajando hasta hacerme viejo como ellos. Me aburre la petanca pero quien sabe, a lo mejor dentro de cuarenta años soy yo el que juega en una playa de Tailandia.

Estacionalidad 18/01/14

La estacionalidad es según la RAE: la "relación de dependencia con respecto a una estación del año", y sólo se me ocurren ejemplos negativos al respecto. Estacionalidad significa que los tomates en enero no saben a nada, aunque unos señores hayan hecho todo lo posible porque al menos tengamos tomates en enero. Estacionalidad significa que no nos queda otra que pasar frío en carnavales a no ser que queramos ir a Canarias o a Brasil, cosa que no haremos porque sabemos que los mejores son los de Badajoz. Estacionalidad significa que no vamos a encontrar polvorones en agosto por  mucho que nos gusten, y que si los guardamos desde navidad para ponérselos a las visitas nos van a mirar raro. Estacionalidad significa que sólo si eres moderno vas a llevar bufanda en verano porque quieres que te miren raro. Estacionalidad significa que aunque sea sábado, sean las cuatro de la tarde, estemos a veintidós grados y estemos  en el paseo marítimo de Torremolinos junto a la playa vamos a encontrar casi todo cerrado, porque es enero. Sólo ejemplos negativos. Bueno, pensándolo mejor, se pasea más tranquilo ahora sin el calor ni la gente del verano, así que me gusta esta estacionalidad, aunque los dueños de los chiringuitos no estén de acuerdo. 

Hasta cierto punto 17/01/14

Los centros comerciales actuales están diseñados para que pases el día completo en ellls y no tengas que ir a ninguna parte, y si está lloviendo o hace calor en la calle puedas estar todo el día allí paseando y evidentemente, gastando dinero. Es un modelo de negocio lícito como otro cualquiera, y no soy de los que opinan que los centros comerciales son malos porque acaban con el comercio tradicional, porque ellos ofrecen un servicio que la gente acepta gustosa, y le da facilidades que los clientes quieren tener.  Eso no quita que cuando paseas por ellos sientas la extraña sensación de estar en un decorado de cine, una comparación que un día me hizo un amigo de forma muy acertada, y que indudablemente no tienen el encanto de las tradicionales calles comerciales en los centros de las ciudades, pero es que debe haber espacio para todo, o al menos espacio para todo lo que demanden los clientes, y ellos son los que tienen que tener libertad para elegir dónde ir. Uno puede llegar a un centro comercial con la familia en su día libre y pasar la mañana de tiendas, comprando ropa de temporada, comer en uno de sus restaurantes, tomar un café en una de sus cafeterías, llevar a los niños a las zonas de juegos, hacer la compra en el supermercado y pasar por la puerta del cine contándole a los niños que ahí en la antigüedad se iba a ver películas rodeados de gente desconocida, pero que los cines prefieren poner precios tan caros para no tener que limpiar las butacas. 

Están perfectamente equipados porque sus diseñadores han estudiado bien nuestras necesidades, y a parte de tiendas y restaurante podemos encontrar cómodos sillones donde esperar a que otros hagan sus compras, salas de lactancia donde encontrar tranquilidad y cambiadores para que los padres no se sientan incómodos cambiando los pañales a los bebés en público. Lo que no estoy muy seguro es de que alguien se sienta cómodo sentándose mientras alguien le observa de cerca, aunque sea su propio hijo. Creo que es una comodidad que no queremos tener. Comodidades sí, pero hasta cierto punto.

miércoles, 5 de febrero de 2014

El GPS que nos guía16/01/14

Los GPS nos han permitido estar pendientes sólo de conducir y no tener que estar fijándonos en los carteles, los desvíos y los carriles.  El aparatito nos avisa de dónde nos tenemos que poner y cuándo y nosotros nos concentramos en no chocar con los demás. Yo uso mucho el GPS hasta por las carreteras y calles que conozco, sobre todo para tener controlado el tiempo que tardo de un punto a otro, porque no siempre nos lleva por buen camino. Esta claro que el noventa y nueve por ciento de las veces vamos a llegar a nuestro destino si seguimos sus indicaciones, pero lo que no es seguro es que sea por el camino más corto ni el más cómodo. En mi GPS ha estado apareciendo una carretera tres años antes de que se terminara. Pero no es culpa del fabricante si no del Ministerio de Fomento por paralizar las obras al reducir el presupuesto de esos años. El caso es que el aparato ha estado tres años intentando meterme por una carretera en obras. En otros casos pasa lo contrario y carreteras nuevas aparecen como caminos o calles han cambiado de sentido circulatorio y no se ha actualizado la base de datos. Recuerdo alguna ocasión en la que he estado dando vueltas por las mismas calles una y otra vez sin encontrar la salida por seguir sus consejos, aunque sigo intentando mantener mi criterio sobre sus órdenes, no sea que me pase como aquella señora que condujo durante días y atravesó varios países camino del aeropuerto o aquellos pobres confiados que se ahogaron porque el GPS indicaba que había una carretera donde ellos veían un pantano. Algunos piensan que ya hemos llegado al futuro en el que la realidad vemos es menos cierta que la que nos dicen las máquinas.

Cuarenta y cuatro tornillos menos 15/01/14

Ricardo ha comprado una estantería muy bonita en IKEA. Es una estantería moderna y barata, y él mismo ha guardado un hueco el sábado para colgarla. Se llama Ricardo pero no soy yo, aunque podría serlo, pero no quería poner ningún otro nombre para que nadie se de por aludido. Ricardo se levanta el sábado con espíritu de decorador, pero tiene mucho espíritu y muy poca mano de decorador. Es decorador de salón, pero no porque sea experto en salones si no porque lo que le gusta es ver Bricomanía, Quién vive ahí y el canal Casa desde el sofá y con una cervecita en la mano. Saca su caja de herramientas perfectamente cuidada o perfectamente nueva, porque las herramientas se estropean poco mientras siguen envueltas. Coloca el taladro, pone a mano la bolsa de tacos, los tornillos, el nivel, el metro, el lápiz y por su puesto la estantería. Mide, comprueba niveles, pinta y cuando está seguro empieza  con los primeros agujeros. No quiere dar un paso en falso. Ha terminado en diez minutos o eso cree, porque la estantería no encaja en el soporte. Alguien ha separado los tacos porque no le cuadran. Con resignación empieza de nuevo. Nuevas mediciones, nuevas comprobaciones y nuevos taladros. Esta vez la estantería encaja perfectamente. Sólo lleva veinticinco minutos cuando empieza a colocar los primeros libros, que se caen sin razón aparente. Es lo que tienen los libros de bolsillo, piensa, pero seguro que los de tapa dura se mantienen. Cuando los de tapa dura también se caen se da cuenta de que alguien ha levantado parte de la pared, porque la estantería ya no está nivelada. 

Ricardo lleva ya tres horas y cuarto cuando el vecino llama a la puerta preocupado porque ya se le han caído dos cuadros de su pared, pero Ricardo no lo sabe porque está en la ferretería comprando más tacos y más tornillos. Le cuenta al ferretero su experiencia mientras éste vuelve a activar la caja registradora, y es que es sábado, son las dos de la tarde y estaba cerrando. Le cuenta lo que todos sabemos, que a los muebles de IKEA siempre les falta o les sobra alguna pieza, y en este caso traía cuarenta y cuatro tornillos de menos.

martes, 4 de febrero de 2014

Del monte al pozo 14/01/14

Hay que cambiar de estrategia. Ya no tiene sentido subir los pueblos a los montes porque ya no hay que defenderse de las invasiones enemigas. Ya no interesa que los de fuera lo tengan complicado para entrar en nuestro pueblo y fácil para marcharse, así que hay que bajar los pueblos de los montes para meterlos en pozos. Cuando había que impedir ser conquistado venía bien que a los soldados, cargados con pesadas armaduras, les diera pereza subir las cuestas, que llegaran arriba cansados y que con un empujón volvieran abajo rodando, pero ahora todos queremos que nos invadan los de fuera ya que los soldados no vienen armados con espadas si no con tarjetas de crédito. Organizamos jornadas micológicas, rutas de la tapa, mercados medievales, conciertos y todo lo que se nos ocurre para llenar nuestros pueblos de visitantes que vengan a dar vida y dejar dinero entre nuestros vecinos, así que debemos meter los pueblos en pozos para que los turistas lleguen rodando, y cuando los tengamos hartos de comida no puedan huir y tengan que pernoctar en nuestros hoteles. Medidas drásticas para momentos de necesidad.  Lo malo es que nos quedemos nosotros encerrados en un pueblo que no nos guste y no tengamos fuerzas para escapar.

lunes, 3 de febrero de 2014

Los jóvenes que fueron y los mayores que serán 13/01/14

Parece que mayores y jóvenes somos de planetas distintos, parece que hablamos idiomas diferentes y tenemos comportamientos dispares. Los jóvenes no respetan a los mayores, y ni les ceden el asiento en el autobús, no como los mayores que llegan a la panadería preguntando si tienen pan de piña y se cuelan a todos los jóvenes que estaban haciendo cola. Los jóvenes no le cuentan a sus padres dónde van: "voy por ahí mamá, que lo quieres saber todo", no como los mayores que tampoco le cuentan las cosas a sus hijos: "estamos hablando de cosas de mayores, que lo quieres saber todo". Los jóvenes se juntan en los bancos del parque a perder la tarde jugando a las cartas, no como los mayores que se juntan en los parques a jugar al dominó. Los jóvenes no hablan con su familia durante la comida y van a lo suyo, no como los mayores que los mandan callar para escuchar el telediario. Los jóvenes no atienden a las razones de sus padres y siempre creen tener la razón, no como sus padres que cuando se quedan sin respuestas simplemente dicen: "porque lo digo yo, que soy tu padre".  Los jóvenes admiran a cantantes actuales que pasarán de moda, no como los mayores que admiran a cantantes antiguos que pasaron de moda hace décadas. Los jóvenes pasan horas viendo en la televisión tontas series de jóvenes en institutos, no como los mayores que pasan horas viendo en la televisión tontas películas viejas. Los jóvenes ya no hablan entre ellos ni cuando están juntos, sólo hablan a través de maquinitas, no como los mayores que es que todavía no han aprendido a usarlas, en cuanto aprendan, sólo querrán maquinitas. A lo mejor es que no somos tan distintos de jóvenes o de mayores, a lo mejor es que los jóvenes de hoy serán los mayores de mañana y los mayores de hoy fueron jóvenes algún día.