Parece que mayores y jóvenes somos de planetas distintos, parece que hablamos idiomas diferentes y tenemos comportamientos dispares. Los jóvenes no respetan a los mayores, y ni les ceden el asiento en el autobús, no como los mayores que llegan a la panadería preguntando si tienen pan de piña y se cuelan a todos los jóvenes que estaban haciendo cola. Los jóvenes no le cuentan a sus padres dónde van: "voy por ahí mamá, que lo quieres saber todo", no como los mayores que tampoco le cuentan las cosas a sus hijos: "estamos hablando de cosas de mayores, que lo quieres saber todo". Los jóvenes se juntan en los bancos del parque a perder la tarde jugando a las cartas, no como los mayores que se juntan en los parques a jugar al dominó. Los jóvenes no hablan con su familia durante la comida y van a lo suyo, no como los mayores que los mandan callar para escuchar el telediario. Los jóvenes no atienden a las razones de sus padres y siempre creen tener la razón, no como sus padres que cuando se quedan sin respuestas simplemente dicen: "porque lo digo yo, que soy tu padre". Los jóvenes admiran a cantantes actuales que pasarán de moda, no como los mayores que admiran a cantantes antiguos que pasaron de moda hace décadas. Los jóvenes pasan horas viendo en la televisión tontas series de jóvenes en institutos, no como los mayores que pasan horas viendo en la televisión tontas películas viejas. Los jóvenes ya no hablan entre ellos ni cuando están juntos, sólo hablan a través de maquinitas, no como los mayores que es que todavía no han aprendido a usarlas, en cuanto aprendan, sólo querrán maquinitas. A lo mejor es que no somos tan distintos de jóvenes o de mayores, a lo mejor es que los jóvenes de hoy serán los mayores de mañana y los mayores de hoy fueron jóvenes algún día.
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