miércoles, 5 de febrero de 2014

Cuarenta y cuatro tornillos menos 15/01/14

Ricardo ha comprado una estantería muy bonita en IKEA. Es una estantería moderna y barata, y él mismo ha guardado un hueco el sábado para colgarla. Se llama Ricardo pero no soy yo, aunque podría serlo, pero no quería poner ningún otro nombre para que nadie se de por aludido. Ricardo se levanta el sábado con espíritu de decorador, pero tiene mucho espíritu y muy poca mano de decorador. Es decorador de salón, pero no porque sea experto en salones si no porque lo que le gusta es ver Bricomanía, Quién vive ahí y el canal Casa desde el sofá y con una cervecita en la mano. Saca su caja de herramientas perfectamente cuidada o perfectamente nueva, porque las herramientas se estropean poco mientras siguen envueltas. Coloca el taladro, pone a mano la bolsa de tacos, los tornillos, el nivel, el metro, el lápiz y por su puesto la estantería. Mide, comprueba niveles, pinta y cuando está seguro empieza  con los primeros agujeros. No quiere dar un paso en falso. Ha terminado en diez minutos o eso cree, porque la estantería no encaja en el soporte. Alguien ha separado los tacos porque no le cuadran. Con resignación empieza de nuevo. Nuevas mediciones, nuevas comprobaciones y nuevos taladros. Esta vez la estantería encaja perfectamente. Sólo lleva veinticinco minutos cuando empieza a colocar los primeros libros, que se caen sin razón aparente. Es lo que tienen los libros de bolsillo, piensa, pero seguro que los de tapa dura se mantienen. Cuando los de tapa dura también se caen se da cuenta de que alguien ha levantado parte de la pared, porque la estantería ya no está nivelada. 

Ricardo lleva ya tres horas y cuarto cuando el vecino llama a la puerta preocupado porque ya se le han caído dos cuadros de su pared, pero Ricardo no lo sabe porque está en la ferretería comprando más tacos y más tornillos. Le cuenta al ferretero su experiencia mientras éste vuelve a activar la caja registradora, y es que es sábado, son las dos de la tarde y estaba cerrando. Le cuenta lo que todos sabemos, que a los muebles de IKEA siempre les falta o les sobra alguna pieza, y en este caso traía cuarenta y cuatro tornillos de menos.

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