miércoles, 11 de diciembre de 2013

Ajos de pega 10/12/13

Las modas cambian con la rapidez suficiente como para que no nos acostumbremos a ellas y tengamos que volver a gastar dinero en nuevos productos, diferentes a la moda anterior, pero iguales a los de hace cuatro modas. En decoración también hay modas aunque aquí suelen durar más tiempo, al menos por ahora, porque no es lo mismo comprar un pantalón pitillo que un sofá nuevo. De todas formas a la hora de decorar podemos mirar más o menos las tendencias actuales, pero como nos va a durar tanto solemos decidirnos por estilos muy nuestros y variados. Hay para todos los gustos y todos ellos son válidos para quien los tiene, aunque el resto pensemos que ese estilo no puede ser más desafortunado. No pasa nada, los demás también piensan igual del nuestro. Hay casas minimalistas en donde cuesta trabajo encontrar dónde dejar el teléfono; algunas vintage con candelabros del estilo de la corte de Luis XVI pero fucsia; otras fabricadas en serie por IKEA y pocas con muebles macizos de madera tropical y hoja de palmera. Lo que no me podía imaginar es que una ristra de ajos se podría usar de decoración, y sólo de decoración. Pensaba que los ajos se tenían en las cocinas porque los españoles los echamos en casi todo y de paso decoraban, pero siempre dando la imagen de que en esa cocina se cocinaba. Pero venden ajos de pega y más baratos que los comestibles. No se si sólo para decorar o también para engañar a los visitantes haciéndoles creer que ahí se hacen comidas caseras. Puestos a engañar es mejor tener una tortilla de patatas de mentira o un jamón de plástico, aunque con eso se corre el riesgo de que alguien te pida una tapita, y a ver por dónde le sales. Con los ajos como mucho puede quedar desilusionada alguna vecina que se haya quedado sin ellos y recuerde que en nuestra pared hay una bonita colección de cabezas gordas todas iguales, pero mayor sería la desilusión si ya se viera con un plato de jamón en las manos. En una casa en la que hasta los ajos son de plástico, por el jamón mejor ni preguntamos.




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