martes, 10 de diciembre de 2013

Esperando respuesta 08/12/13

Los teléfonos móviles nos dan la libertad de hacer muchas cosas desde casi cualquier sitio. Podemos comunicarnos hablando o por escrito, podemos buscar información de cualquier tema, podemos guiarnos gracias a mapas por satélite, escuchar música, ver vídeos o fotos... La libertad de hacer casi cualquier cosa desde casi cualquier sitio. Pero nos lleva a estar más conectados y más localizados cada vez. Vamos dejando rastros cada segundo de qué página hemos leído, a qué hora hemos escrito el último mensaje y dónde hemos hecho la última foto, así que con los teléfonos móviles hemos perdido mucha libertad, no la hemos ganado. 

Antes si alguien nos llamaba por teléfono lo hacía a casa, y si no contestábamos suponía que habíamos salido. Ahora, quien nos llama sabe que llevamos el teléfono encima y si no contestamos supone que no queremos hacerlo, aunque no sea así. Nos hemos vuelto impacientes y poco comprensivos con esto y exigimos a los demás respuesta inmediata, al igual que los demás nos la exigen a nosotros. Los teléfonos identifican al que llama, así que suponemos que si no nos contestan es que no quieren hacerlo, no nos paramos a pensar que el otro pueda estar ocupado. Hay algunos que son excesivamente pesados con este tema y llaman cuatro o cinco veces seguidas para luego decirte: "te he llamado cinco veces y no me has contestado", a lo que hay que contestarles: "¿qué te hace pensar que voy a poder contestarte a las siguientes cuatro llamadas cuando no he podido contestar a la primera?". Lo peor es tener que dar explicaciones y ya sentimos la necesidad de hacerlo, nos las pidan o no, porque creemos La que el otro sepa que le habríamos contestado de haber podido, pero es que estábamos en la ducha, por ejemplo. Tenemos manos libres para el coche, así que ir conduciendo ya no es excusa.

Nos quejamos mucho, y con razón, de que estemos hablando en persona con alguien y éste no pare de atender al teléfono contestando llamadas y mensajes, y le recriminamos que no pueda vivir sin el teléfono, pero luego, cuando somos nosotros los que llamamos o escribimos nos mosqueamos si no nos responden al instante, y todo no se puede tener. Llevamos poco  tiempo con teléfonos móviles y todavía no nos hemos acostumbrado a ellos, pero deberíamos ponernos en la situación de los demás, y si les pedimos que cuando están con nosotros nos atiendan a nosotros y no al teléfono, cuando estemos al teléfono deberíamos darles la libertad de contestar o no, porque pueden estar con alguien. Siempre apuntamos nuestras quejas a los demás, pero nos olvidamos de que nosotros también somos los demás y que muchas quejas apuntan hacia nosotros siempre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario