De niños nos lo creemos todo. Somos como un libro en blanco en el que todo el pasa cerca escribe algo aunque no tenga intención de hacerlo. Como niños aprendemos sin querer y como adultos enseñamos a veces a propósito y otras sin él, porque los mayores hablamos y los niños aprendemos. Una vez escuché a mi maestra regañar a un compañero de clase porque estaba encendiendo y apagando una luz como un poseso, y la razón que le dio para convencerlo de que no lo hiciera fue que la luz sólo gastaba dinero al encenderse y al apagarse, y que no era bueno gastar tanto dinero sin razón. El compañero se quedó convencido y lo asumió sin rechistar, y yo que estaba cerca también. Tenía seis años y estuve convencido de eso muchos más, porque una maestra era una autoridad que venía a enseñarnos, no me planteé hasta mucho tiempo después si podía ser cierto o no. También creí durante años que mi padre había estado en la guerra porque tiene una cicatriz circular en una pierna, hasta que me di cuenta de que no podía ser así. Vestimos la realidad esperando que sea más fácil de creer para los niños, muchas veces sin pararnos a pensar en lo que decimos. A veces es la única forma de explicarles cosas complejas de una forma simple, otras para mantenerles viva una ilusión que de mayores ya hemos perdido, y el resto lo hacemos como una broma sin damos cuenta de las consecuencias.
De niños creemos en seres mágicos y en todo lo que nos cuentan en la escuela o en casa, para después ir descubriendo que no todo es tan sencillo como nos han explicado, o que ni si quiera todo es verdad. En ocasiones supone desilusiones porque la realidad no es tan mágica como nosotros creíamos, pero en otras la realidad es mejor de lo que aprendimos. Pasamos de esperar Mágicas visitas de Reinos lejanos, para entristecernos porque la magia es más real que Real, aunque terminamos agradeciendo el esfuerzo y la ilusión con que mantienen vivos nuestros sueños. Como también nos enseñan que las plantas sólo florecen en primavera, y un buen día descubrimos flores en diciembre.
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