martes, 17 de diciembre de 2013

Dulce & Camino 15/12/13

Hace algo más de ocho años que mis compañeros de trabajo me hablan pero yo no les contesto. No estoy enfadado con ellos, todo lo contrario, no se que voy a hacer el día que ellos o yo cambiemos de trabajo y no podamos estar juntos. Ellos me hablan y yo les escucho. Me río con ellos, me emocionan, siempre me quedo con pena cuando se van y de momento les empiezo a echar de menos hasta el día siguiente. Hace algo más de ocho año que acompaño las mañanas con el mejor programa de radio que he conocido y que supongo conoceré: Herrera en la Onda. Lo suelo escuchar desde las ocho, pero es a partir de las diez cuando empieza de verdad lo bueno, cuando se termina la tertulia de actualidad que tanto cansa, como todas las tertulias en las que te cuentan la actualidad y que cada vez me da más pereza escuchar. A partir de las diez Herrera y compañía me hacen pasar los mejores ratos laborales de cada día, sobre todo durante la primera hora, cuando, como dice Herrera, abren una ventana y se asoman a España, o dejan que España les entre por la ventana. Cada día deciden un tema y todo el que quiere llama para contar su historia. En ocasiones son temas serios y sentimentales, en otras graciosos y absurdos, pero siempre con un interés que te atrapa. España contada por lo españoles como en un patio de vecinos, como en las charlas de amigos en un bar. Tal como somos: exagerados, graciosos, apasionados... poniendo al descubierto nuestras virtudes y nuestros defectos como el que habla en confianza y no por la radio. 

El otro día hablaban de las marcas de imitación. No de falsificaciones, si no de imitaciones cutres que todos hemos conocido como calcetines Hike en vez de Nike, ginebra Lirios en vez de Larios, o calzoncillos Dulce & Camino en vez de Dolce & Gabanna, como éstos que he encontrado. El tema es lo de menos porque siempre es un acierto, por el buen saber llevar de los colaboradores y por la gracia de los oyentes. El programa es tan bueno como esos chistes que no somos capaces de contar y que estropeamos cada vez que lo hacemos, porque siempre es mejor escucharlo a que te lo cuenten. Parece que me pagan por dar publicidad, pero es que no hace falta que lo hagan. El día que Herrera se canse de levantarse a las cuatro de la mañana para empezar a las seis no se que voy a hacer y para mi será como que me echen del trabajo, porque pensar que no voy a poder escuchar a mis compañeros nunca más... prefiero no pensarlo.

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