miércoles, 18 de diciembre de 2013

El castillo que nunca lo fue 16/12/13

El castillo se eleva orgulloso en uno de los montes más altos de los alrededores. Como todos los castillos. Desde arriba nos observa a todos como todos lo vigilamos a el, porque se puede ver desde gran distancia. Como todos los castillos. Vive sólo, como casi todos los castillos, porque hace tiempo que los señores no viven en castillos. Está bien conservado, como pocos castillos, aunque vivir sólo le sienta mal y se deteriora poco a poco. Sufre la visita periódica de los Golfos Apandadores, que esperan encontrar al Tio Gilito y sus riquezas y sólo encuentran palomas y sus excrementos. Como cualquier edificio vacío. Pero hay una cosa que lo diferencia del resto de castillos, y es que éste no se construyó para mantener a los enemigos fuera de las murallas si no para acumular agua dentro. No es un castillo aunque lo parezca. Es un depósito de agua que alguien tuvo en buen gusto de disimular dentro de unos muros de piedra con ventanas y almenas. El gusto y el gasto, porque un depósito así es algo más caro que uno normal. No es que sea una obra maestra, pero en cualquier caso mucho mejor que un simple depósito circular de hormigón. He buscado información sobre él pero no he encontrado casi nada. Ni quién lo construyó, ni cuándo, ni por qué, aunque es bastante reciente. Supongo que estaría vinculado a algún proyecto inmobiliario de la zona como un reclamo para compradores extranjeros, proyecto que nunca se terminó, así que el castillo no guarda señor ni el depósito guarda agua. Un castillo que nunca lo fue, o un simple depósito que tampoco lo es.


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