viernes, 13 de diciembre de 2013

Nosotros y los demás 11/12/13

Algunos días empiezan mal e intuimos que pueden terminar mal. Al levantarnos algo nos hace pensar que no todo va a salir como esperamos, tomamos el desayuno mirando el reloj, porque nos parece que vamos tarde aunque no lo sea todavía. Vamos corriendo a todos lados y no llegamos a tiempo a ninguno y nos vamos ofuscando al ver que el tiempo va más rápido que nosotros. El tráfico nos parece más denso que nunca, los demás conductores más enfadados, encontramos obras que ayer no existían, semáforos que no cambian a verde, camiones de la limpieza o ciclistas que nos bloquean el paso, y así sólo hasta llegar al trabajo. El ordenador que no responde, el informe que tememos que volver a empezar porque se ha borrado, el jefe que nos encarga para hoy algo que debería habernos encargado hace una semana, gente de mal humor que viene a pagar sus problemas con nosotros, y todo esto agradeciendo tener trabajo. Al llegar a casa sólo cartas pidiendo dinero en buzón, para pagar impuestos y gastos. Pasamos el día pensando que los demás son idiotas, que el mundo está en nuestra contra, todo en nuestra vida son trabas y que ojalá nos toque la lotería para mandarlo todo muy lejos, o para irnos nosotros lo más lejos posible. Alguien que queremos nos intenta animar y nosotros se lo pagamos con malas caras y peores palabras, y es que desde que nos levantamos lo veíamos venir. Es difícil animarse si no nos dejamos animar y necesitamos nuestro tiempo para darnos cuenta. Pero de pronto encontramos un pequeño motivo que lo cambia todo: Una sonrisa de nuestra esposa, los juegos inocentes de un niño, un perro simpático o una carretera solitaria con cipreses a un lado y palmeras al otro, un vallado de troncos antiguos y unas nubes que van enseñando y escondiendo el sol según se mueven, casi como un cuadro pintado para animarte. Aunque el motivo a veces no es importante, sólo es lo que nos hace entender que no podemos vivir así, y nos damos cuenta de que nosotros somos esa persona de mal humor que viene a estropearnos el día. Somos el conductor enfadado, el ciclista lento, el jefe inoportuno o el comprador impaciente. Los demás no son tan distintos a nosotros. Tienen los mismos problemas y las mismas alegrías, así que de cada uno depende amargar el día a los demás o amargárnoslo a nosotros mismos. 


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