lunes, 9 de diciembre de 2013

Montar el Belén 07/12/13

Hasta donde yo recuerdo la Navidad siempre ha arrancado en estos días de fiesta entre el día de la Constitución y el de la Inmaculada. No se cómo sería antes, porque no lo viví, pero recuerdo como en este puente se colocaban los belenes y se encendía la decoración. Por motivos comerciales cada año adelantamos más este momento, al menos en las calles, y se ha convertido en un espectáculo visitar algunas ciudades para ver su iluminación de Navidad, por lo que los Ayuntamientos y comerciantes prefieren alargar lo más posible este periodo con la ilusión de mejorar sus ventas. En las casas seguimos manteniendo la compostura, y me parece que seguimos esperando a estos días libres para colocar nuestra decoración. Ahora tenemos más de todo y con los precios que tienen las cosas cualquiera monta un árbol perfectamente decorado en su salón, o un Belén con preciosas piezas todas iguales, pero no siempre ha sido así. Recuerdo el árbol de Navidad de mi casa, el mismo durante muchos años, que había que llenarlo de cintas de colores para que no se viera lo pelado que estaba. Muchos años entrando y saliendo de la caja lo habían deteriorado bastante. Recuerdo cintas de muchos colores, bolas de diferentes estilos y figuritas muy distintas todas colgadas del mismo árbol, todos objetos que fuimos acumulando con el tiempo, comprados cada uno por su lado sin ninguna igualdad estética. Recuerdo una estrella de oriente plateada en la copa y un Belén con la base de papel de aluminio. Nunca me ha gustado especialmente la Navidad, no me ha disgustado tampoco, pero siempre me ha dado un poco igual. Aun así recuerdo con mucho cariño estar detrás de mi madre preguntando cuándo íbamos a montar el árbol y el Belén. Cuando llegaba el día me podía con ella y mis hermanos a abrir cajas y colocarlo todo con una ilusión que recordaré siempre. Cualquier árbol que tengamos hoy en casa con toda la decoración en los mismos tonos parece sacada de una revista, sin embargo yo recuerdo con mucho más cariño el árbol de mi casa, de casa de mis padres, porque era el símbolo de la ilusión por montarlo entre todos, y daba igual que fuera de revista o no. Hay cosas que no se olvidan y hay cosas que no se pierden, y montar el Belén para mi es una de ellas.


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