lunes, 30 de diciembre de 2013

Marta 23/12/13

La historia de Marta comenzó mucho antes de que ella fuera una mera ilusión, justo cuando sus padres sin saberlo se empezaron a amar tanto que juntos dejaron la tierra que les vio nacer y cambiaron la verde dehesa extremeña por el malagueño azul del mar. Siguieron su vida frente al Mediterráneo y Marta fue un regalo dejado a escasos pasos de la Caleta, donde el Sol viene cada mañana a dar los buenos días y donde el aire fresco huele a sal. Donde el Sol vino a desearle buena vida y el aire le trajo la playa por la ventana. Marta no quiso ser el premio el gordo de Navidad ni tampoco el regalo del gordo de la Navidad, así que decidió llegar mientras unos celebraban la suerte de la Lotería y otros esperaban encontrar la suerte bajo el árbol. Sus padres se encontraron celebrando toda su suerte de golpe cuando la tuvieron en brazos, y pensaron que no volverían a comprar lotería ni escribir cartas de deseos en mucho tiempo, porque tanta suerte junta sería injusto tener. Todo el mundo merece un poco y ellos ya tienen de sobra. 

Marta decidió llegar con prisas y puso a sus padres nerviosos antes de tiempo, pero pareció arrepentirse al ver que iba a dejar para siempre el mundo cálido que su madre había estado cuidando para ella durante nueve meses. Llegó decidiendo desde antes de saber que podía decidir, cambiando los planes de todos los que la estaban esperando antes de saber que tenía el poder de hacerlo. Aunque sus padres también decidieron muchas cosas por ella. Decidieron que sería pacense y extremeña, malagueña y andaluza, y que en su mesa nunca faltarían el jamón ni los boquerones. Decidieron que le mostrarán como amar la tierra de sus orígenes y donde sigue viviendo su familia y muchos de los que serán sus amigos, y de igual modo la tierra y el mar que acogió a sus padres y la recibió al nacer, donde viven el resto de los que serán sus amigos. Decidieron que le hablarán de los que la quieren, y de los que la habrían querido de haberla conocido. Decidieron que mientras puedan la enseñarán a viajar, para que vea lo distintos y lo iguales que somos a los del otro lado de la calle y a los del otro lado del mundo. Decidieron que la entrenarán para defenderse en un mundo cada vez más complicado, pero que la enseñarán a dormir tranquila cada noche, rodeándose para ello de amigos antes que buscar enemigos, y respetando a los demás antes de pedir respeto. Decidieron que harán todo lo posible para que sea feliz, porque ella les ha dado más felicidad de la que ya tenían y de la que pudieron nunca imaginar. También a prepararse para una vida que es injusta cuando menos te lo esperas y te trae pesadillas en mitad de los sueños. Decidieron hacerle muchas promesas al oído mientras ella duerme junto a la ventana, y prometieron que no olvidarán las promesas.

La historia de Marta con nosotros ha comenzado hoy 23 de diciembre de 2013. Ha comenzado junto a una ventana, junto a la playa y junto al mar, junto a muchos de los que la quieren y junto a un Sol que le trae la fuerza de los que también la quieren pero no pueden estar tan cerca. De nuevo ventanas que hoy además de traer fuerza y esperanza, también las llevan.



sábado, 28 de diciembre de 2013

Mover el bigote 22/12/13

Mover el bigote es sonreír pero sobre todo es sinónimo de comer bien, lo que implica terminar sonriendo, más aún si la comida viene acompañada de una buena charla. Es tiempo de braseros y mesas camilla, de buenas comidas y reencuentros, de sonrisas y lágrimas y de mover mucho el bigote. Con pocas cosas disfrutamos tanto como con una buena comida en la que hablar, reír, comer, beber y mover el bigote va todo unido. Mesas largas con la familia unida y llenas de amigos, rebosantes de platos rebosantes a su vez de manjares. Manteles manchados por las risas y los recuerdos. Risas entre los que están y recuerdos para los que no pueden estar, porque tenemos muchas mesas en las que queremos estar y no podemos estar a la vez en todas. Las llamadas y los mensajes completan los huecos vacíos de nuestras mesas, y con ellas comprobamos que los demás también mueven el bigote, y nos alegramos y sonreímos con ellos aunque no puedan vernos, porque hay sonrisas que se leen en la voz del que habla, aunque no lo veamos mover el bigote para confirmar que está sonriendo. No deberíamos ser distintos en Navidad que en otra época del año, pero lo que sí es cierto es que en Navidad estamos más juntos y más veces con los que más queremos, y así tenemos muchas más opciones de estar juntos, sonreír y como ya me he cansado de repetir, mover el bigote, aunque ya casi nadie lo lleve puesto.


El invierno por los suelos 21/12/13

Hoy ha llegado el invierno y se ha desparramado por el suelo. Caminando por la calle uno se daba cuenta de que era así aunque no se hubiera enterado de que empezaba hoy. Las calles tenían más luz que de costumbre ya que el invierno había esparcido espejos por el suelo en forma de charcos. Lluvia formando espejos que había que esquivar constantemente y charcos que reflejaban luces que ahora sí que alumbran la Navidad. Paraguas que se cruzan en todas las direcciones, gente con prisas de puerta en puerta, zapatos dejando huellas húmedas en las tiendas, abrigos un poco más cerrados que ayer, bolsas rebosantes de compras, guantes, bufandas y pañuelos en los bolsillos. Hemos ido sacando los pertrechos para combatir el frío y la lluvia y parece que ya los vamos a guardar poco. Aunque hay inviernos e inviernos y el de Málaga no es de los peores. Acostumbrado a las heladas mañaneras de Badajoz, a la espesa niebla que llega del Guadiana y no levanta hasta el mediodía, a los charcos helados que sí son verdaderos espejos, a buscar el coche con una botella de agua bajo el brazo para derretir la helada de los cristales y a las camisetas interiores térmicas, un diciembre en Málaga es para ir a la playa. Cualquier día que esté despejado se puede disfrutar en mangas de camisa a media mañana. Esto no es invierno aunque lo llamemos así igual que el invierno de Badajoz no lo es para alguien de Burgos. Al menos ha llovido algo después de un otoño seco como pocos. El agua viene a limpiar nuestras calles, a desempolvar el ambiente, a hacer crecer nuestras plantas y permitir estrenar a los niños las botas de goma que el año que viene serán pequeñas. ¿Quién no ha disfrutado saltando en los charcos y llegando a casa con más agua dentro de las botas que fuera? Los niños de hoy también tienen derecho a hacerlo.


domingo, 22 de diciembre de 2013

Con los pies en la tierra 20/12/13

Cruza la ciudad en una Vespa, que no es lo mismo que ir en moto. Le gusta sentir el aire en la cara y mientras lo hace sonríe, porque no va tan rápido como para tener que apretar los labios y fruncir el ceño. Vive cada momento que vuela sobre las dos ruedas. Disfruta del viaje y mira a los lados viendo el mundo en movimiento a su alrededor, y es que lleva tantos años y tantos kilómetros subido a su Vespa que ya le parece que lo que se mueve es el mundo cuando aprieta el acelerador. La Vespa tiene más años que él, pero ella le sigue respondiendo como puede y él la cuida lo mejor que sabe. Conoce todos los caminos para llegar a todas partes y ha aprendido a esquivar los atascos sin poner en riesgo su vida. Siempre tiene los pies en el suelo aunque vaya unos centímetros por encima. Nunca llega tarde al trabajo, el supermercado siempre está más cerca que su despensa y en el bar siempre tienen una banqueta para él y un hueco en la puerta para ella. Sus hijos adoran la Vespa y les encanta agarrarse fuerte a la cintura de su padre mientras tienen la cabeza pegada a su espalda. En el colegio son la envidia de los demás cuando se bajan, se quitan el casco y su padre les coloca un poco el pelo, aunque la raya con la que salieron de casa no volverá a aparecer. Pasa tanto tiempo sobre la Vespa que necesita recordar constantemente las cosas que deja fuera, y pensar en su familia le mantiene prudente y respetuoso. Quiere mantener los pies en la tierra mientras se cruza con los peligros de la calle, por eso ha forrado con césped el suelo que pisa. La otra opción es que nada de lo anterior  sea verdad y que la Vespa pertenezca a un moderno con la camisa de cuadros abrochada hasta arriba que la ha comprado simplemente para vacilar. Un complemento igual que lo son sus gafas o su reloj Casio dorado, pero como eso sólo no es lo suficientemente moderno ha decidido poner el césped para que tontos como yo le hagamos fotos. Me gusta más la primera historia, así que para mi esa es la real.


viernes, 20 de diciembre de 2013

Flores en diciembre 19/12/13

De niños nos lo creemos todo. Somos como un libro en blanco en el que todo el pasa cerca escribe algo aunque no tenga intención de hacerlo. Como niños aprendemos sin querer y como adultos enseñamos a veces a propósito y otras sin él, porque los mayores hablamos y los niños aprendemos. Una vez escuché a mi maestra regañar a un compañero de clase porque estaba encendiendo y apagando una luz como un poseso, y la razón que le dio para convencerlo de que no lo hiciera fue que la luz sólo gastaba dinero al encenderse y al apagarse, y que no era bueno gastar tanto dinero sin razón. El compañero se quedó convencido y lo asumió sin rechistar, y yo que estaba cerca también. Tenía seis años y estuve convencido de eso muchos más, porque una maestra era una autoridad que venía a enseñarnos, no me planteé hasta mucho tiempo después si podía ser cierto o no. También creí durante años que mi padre había estado en la guerra porque tiene una cicatriz circular en una pierna, hasta que me di cuenta de que no podía ser así. Vestimos la realidad esperando que sea más fácil de creer para los niños, muchas veces sin pararnos a pensar en lo que decimos. A veces es la única forma de explicarles cosas complejas de una forma simple, otras para mantenerles viva una ilusión que de mayores ya hemos perdido, y el resto lo hacemos como una broma sin damos cuenta de las consecuencias. 

De niños creemos en seres mágicos y en todo lo que nos cuentan en la escuela o en casa, para después ir descubriendo que no todo es tan sencillo como nos han explicado, o que ni si quiera todo es verdad. En ocasiones supone desilusiones porque la realidad no es tan mágica como nosotros creíamos, pero en otras la realidad es mejor de lo que aprendimos. Pasamos de esperar Mágicas visitas de Reinos lejanos, para entristecernos porque la magia es más real que Real, aunque terminamos agradeciendo el esfuerzo y la ilusión con que mantienen vivos nuestros sueños. Como también nos enseñan que las plantas sólo florecen en primavera, y un buen día descubrimos flores en diciembre.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Villancicos 18/12/13

Los villancicos son la banda sonora de la Navidad y allá donde vayamos los escuchamos sin parar. Las tiendas, centros comerciales y supermercados ponen villancicos mientras gastamos dinero, en las principales calles de las ciudades ponen villancicos mientras paseamos, en la radio ponen villancicos mientras trabajamos o vamos en coche, y en la televisión salen Montserrat Caballé y Raphael cantando un villancico que ojalá sólo pusieran en la radio, para no tener que ver las caras tan raras que ponen al cantarlo. Están por todas partes, y hace unos días un concejal de Torremolinos se quejó de que en el Ayuntamiento hubiera villancicos a todas horas ambientando el Belén que hay allí montado, y diciendo que para los trabajadores era un suplicio comparable a las torturas de Guantánamo. Primero tengo que aclarar que no se refería a que el Ayuntamiento fuera un cachondeo, si no que allí montan un Belén cada Navidad que los vecinos pueden visitar. En segundo lugar tengo que decir que no creo que influyera en su opinión ser concejal de Izquierda Unida, y que seguramente no tenga nada en contra de la Navidad ni de lo que representa. Y en tercer lugar que yo estoy en parte de acuerdo con él. No creo que yo soportara trabajar ocho horas seguidas escuchando continuamente villancicos, porque los villancicos que tenemos en España son en su mayoría muy cansinos. Por un lado tenemos los villancicos clásicos cantados por coros de niños y por otro los que cantan coros rocieros o similares, y con eso tenemos el noventa por ciento de los villancicos que escuchamos todos los años. No se si cada año buscan a niños nuevos o es el mismo disco que lleva sonando cincuenta años, pero ya se hace un poco pesado escuchar el Chiquirritín o Arre Borriquito con esas voces tan agudas. En cuanto a los más modernos en plan rociero, pocos se salvan entre lo repetitivos y lo absurdo de las letras. A mi sólo me gustan los villancicos en inglés, y supongo que en parte será porque intento no entender la letra, porque si no los odiaría igual por empalagosos. La otra gran parte es porque en el mundo anglosajón todo gran artista que se precie y quiera llegar al gran público tiene que grabar un disco de villancicos, y no es lo mismo escuchar a Frank Sinatra o Ella Fitzgerald que a los niños del Coro de San Cucufato. No se si aquí los grandes artistas es que no se atreven a quitarle el puesto a los niños, pero en inglés hasta John Lennon o David Bowie tienen sus canciones de Navidad. Hoy le daré otra vuelta al Christmas Gift for You from Phil Spector, que conocí gracias a J. F. León, gran rockero y crítico musical, pero si alguien tiene a bien recomendarme uno en castellano que no sea ni de niños ni flamenco, se lo agradezco.


miércoles, 18 de diciembre de 2013

Que vienen curvas 17/12/13

Pues eso, agárrense. La noticia la soltó el Instituto Nacional de Estadística, INE para los amigos, hace un par de días: El precio de la vivienda sube en España un 0,70% en el último trimestre de 2013. Muchos pensaran que es bueno, porque significa que hay más dinero en los bolsillos y con ello más dinero para comprar viviendas. Otros pensarán que es malo, porque cualquier subida de precios se lleva más dinero de nuestros bolsillos. Algunos que un 0,70% no es significativo, cuando la suma de todo el año es una bajada del 7,90%. Agárrense porque esto significa miles de análisis que intentarán vincularlo a la recuperación de la economía, y ojalá que sea así, pero seamos prudentes.

Si pensamos un poco en los datos nos asaltarán más dudas, porque las estadísticas siempre nos hablan de datos medios y son una muestra incompleta de la realidad. Y esto vale igual para cuando sube que para cuando baja los precios. Para empezar vemos que sube por primera vez desde el año 2010, ¡y yo pensaba que el precio empezó a bajar a finales de 2007 o principios de 2008! pues resulta que en 2010 hubo un trimestre de subida, y ni le dieron publicidad ni significó nada. Luego tenemos el problema de las medias, y volvemos al ejemplo del vecino que tiene dos coches y yo ninguno, y estadísticamente tenemos uno cada uno. Es cierto que las estadísticas sirven para ver tendencias, pero debemos pensar que en la media no se queda nada, casi todo estará o por arriba o por abajo. En el caso de la vivienda habrá zonas muy demandadas en las que la oferta ya es escasa y podrá subir el precio, pero eso no significa que pueda subir en todas las viviendas puestas a la venta, porque muchas tendrán que seguir bajando para poder venderse, así que poco podrán sumarse a la tendencia. Esto es lo que pasó con la burbuja pero al revés. Como todo el mundo escuchaba que los precios subían, todo el mundo subía los precios hasta en los pueblos más pequeños y con menos demanda, pero como eran tiempos en los que los vendedores podían esperar, los compradores terminaban pagando lo que fuera. Ahora son tiempos en los que muchos vendedores no pueden esperar y tendrán que seguir bajando, más en pueblos pequeños o zonas con miles de viviendas todavía a la venta. Por último una apreciación personal: Si en un pueblo se vende un mes sólo una vivienda de un dormitorio por 50.000€ y al mes siguiente sólo una vivienda de tres dormitorios por 100.000€, ¿significa que los precios han subido al doble en un mes?  Para mi que no. Pues lo que ha pasado durante unos años es que se pasó de vender muchos chalets de 200m2 a casi ninguno y de muchos pisos de 100m2 a algunos, y los chalets bajaron de valor mucho más que los pisos. Y esto no se como se lleva a las estadísticas, porque cambian los precios pero también cambian los tipos de vivienda que se venden. Yo no se si los precios van a empezar a subir en muchos sitios, si se va a empezar a vender más y si la economía va a empezar a mejorar, aunque haya tantas noticias que digan que sí, si lo supiera sería rico.

Total, todo esto para decir que hay que tener mucho cuidado con las estadísticas, que no creamos que porque suban o bajen las medias de toda España vamos a poder vender más caro o más barato, y que cuidado con la euforia, que las noticias positivas por ahora sólo las vemos por la tele, y sabemos que la tele algunas veces no dice la verdad. Cuidado, cuidado y más cuidado, no nos vayamos a salir en la curva.



El castillo que nunca lo fue 16/12/13

El castillo se eleva orgulloso en uno de los montes más altos de los alrededores. Como todos los castillos. Desde arriba nos observa a todos como todos lo vigilamos a el, porque se puede ver desde gran distancia. Como todos los castillos. Vive sólo, como casi todos los castillos, porque hace tiempo que los señores no viven en castillos. Está bien conservado, como pocos castillos, aunque vivir sólo le sienta mal y se deteriora poco a poco. Sufre la visita periódica de los Golfos Apandadores, que esperan encontrar al Tio Gilito y sus riquezas y sólo encuentran palomas y sus excrementos. Como cualquier edificio vacío. Pero hay una cosa que lo diferencia del resto de castillos, y es que éste no se construyó para mantener a los enemigos fuera de las murallas si no para acumular agua dentro. No es un castillo aunque lo parezca. Es un depósito de agua que alguien tuvo en buen gusto de disimular dentro de unos muros de piedra con ventanas y almenas. El gusto y el gasto, porque un depósito así es algo más caro que uno normal. No es que sea una obra maestra, pero en cualquier caso mucho mejor que un simple depósito circular de hormigón. He buscado información sobre él pero no he encontrado casi nada. Ni quién lo construyó, ni cuándo, ni por qué, aunque es bastante reciente. Supongo que estaría vinculado a algún proyecto inmobiliario de la zona como un reclamo para compradores extranjeros, proyecto que nunca se terminó, así que el castillo no guarda señor ni el depósito guarda agua. Un castillo que nunca lo fue, o un simple depósito que tampoco lo es.


martes, 17 de diciembre de 2013

Dulce & Camino 15/12/13

Hace algo más de ocho años que mis compañeros de trabajo me hablan pero yo no les contesto. No estoy enfadado con ellos, todo lo contrario, no se que voy a hacer el día que ellos o yo cambiemos de trabajo y no podamos estar juntos. Ellos me hablan y yo les escucho. Me río con ellos, me emocionan, siempre me quedo con pena cuando se van y de momento les empiezo a echar de menos hasta el día siguiente. Hace algo más de ocho año que acompaño las mañanas con el mejor programa de radio que he conocido y que supongo conoceré: Herrera en la Onda. Lo suelo escuchar desde las ocho, pero es a partir de las diez cuando empieza de verdad lo bueno, cuando se termina la tertulia de actualidad que tanto cansa, como todas las tertulias en las que te cuentan la actualidad y que cada vez me da más pereza escuchar. A partir de las diez Herrera y compañía me hacen pasar los mejores ratos laborales de cada día, sobre todo durante la primera hora, cuando, como dice Herrera, abren una ventana y se asoman a España, o dejan que España les entre por la ventana. Cada día deciden un tema y todo el que quiere llama para contar su historia. En ocasiones son temas serios y sentimentales, en otras graciosos y absurdos, pero siempre con un interés que te atrapa. España contada por lo españoles como en un patio de vecinos, como en las charlas de amigos en un bar. Tal como somos: exagerados, graciosos, apasionados... poniendo al descubierto nuestras virtudes y nuestros defectos como el que habla en confianza y no por la radio. 

El otro día hablaban de las marcas de imitación. No de falsificaciones, si no de imitaciones cutres que todos hemos conocido como calcetines Hike en vez de Nike, ginebra Lirios en vez de Larios, o calzoncillos Dulce & Camino en vez de Dolce & Gabanna, como éstos que he encontrado. El tema es lo de menos porque siempre es un acierto, por el buen saber llevar de los colaboradores y por la gracia de los oyentes. El programa es tan bueno como esos chistes que no somos capaces de contar y que estropeamos cada vez que lo hacemos, porque siempre es mejor escucharlo a que te lo cuenten. Parece que me pagan por dar publicidad, pero es que no hace falta que lo hagan. El día que Herrera se canse de levantarse a las cuatro de la mañana para empezar a las seis no se que voy a hacer y para mi será como que me echen del trabajo, porque pensar que no voy a poder escuchar a mis compañeros nunca más... prefiero no pensarlo.

lunes, 16 de diciembre de 2013

La guerra para los profesionales 14/12/13

Es la guerra y en la guerra no hay tiempo de pararse a colocar estanterías. Es la guerra, o eso parece viendo las caras de algunos padres coordinándose para revisar la tienda de juguetes como un comando especial. Sincronizan los relojes en la entrada, repasan el plan de ataque por última vez y se separan citándose para más tarde: "Tu por la izquierda y yo por la derecha, sólo las cosas de la lista. Yo llevo a los niños e iré más lento, intentaré no perderlos". Revisan cada pasillo concienzudamente. Esquivan pelotas y flechas que vuelan en todas direcciones. Pasan por encima de niños que juegan en el suelo. Se atascan en pasillos llenos de otros padres con sus propias listas. Todo es desorden, descontrol y caos, pero así es la guerra. Ellos se han preparado para esto, tienen años de experiencia, pero a lo mejor no la suficiente. Termina el tiempo y el primero llega al punto de encuentro. Es la hora acordada y no hay señales de vida del otro ni de los niños. Se teme lo peor. Sale a buscarlos con la visión borrosa por los nervios y no distingue bien entre tanto soldado suelto. Busca ropas conocidas entre la multitud, grita sus nombres. Escucha otros nombres gritados por otras voces que llegan de todas direcciones. Una bicicleta pasa volando a la altura de sus rodillas y justo detrás el resto de caras conocidas. Son los suyos. Fuera de hora, en medio de la batalla, sin cumplir los objetivos, pero al menos están juntos. Saldrán de ésta. El año que viene no lo pensarán dos veces y antes de ir a comprar regalos para los niños dejarán todo en manos de los Reyes Magos. Ellos son profesionales, sólo hay que mandarles los deseos por carta y se encargan de todo. Entrega puntual en el salón de casa. ¿A quién se le ocurre ir a comprar juguetes con niños, teniendo a los Reyes Magos?


domingo, 15 de diciembre de 2013

Seis meses grises 13/12/13

Hoy cumplo seis meses con la tarea diaria de poner una foto y escribir cualquier cosa que se me ocurra viendo la foto. He tenido días difíciles en los que miraba las fotos que había hecho y veía imposible escribir algo, pero al final siempre se me ocurría algún tema, y además cada vez recibo más ayuda. Al ir pasando días así y ver que conseguía seguir escribiendo he llegado a convencerme de que siempre hay algo que contar, aunque a veces cueste encontrarlo, pero siempre hay algo ahí esperando. Han sido seis meses en los que he escrito ciento ochenta y cuatro artículos hablando de ciento ochenta y cuatro fotos. En estos seis meses he hecho muchas más fotos y algunas de ellas me ha dado pena dejarlas fuera, pero es que sólo podía poner una por día. He puesto muchas fotos que nadie querría ver dos veces porque no eran atractivas visualmente, pero que acompañadas de una historia ganaban un sentido que solas no tenían, y es que eso que se suele decir de que una imagen vale más que mil palabras no siempre es cierto. Hay imágenes que no valen nada por sí solas y otras que acompañadas de palabras podemos verlas en un sentido o en el contrario, dependiendo de lo que nos cuenten. Eso es lo que he intentado hacer en estos seis meses, a veces simplemente contar lo que se veía de forma evidente en la imagen, otras dar un sentido totalmente distinto a lo que podía parecer. Demostrarme que las palabras pueden cambiar el sentido de las imágenes y las imágenes el sentido de las palabras. Una imagen vale más de mil palabras, pero si va acompañada de las mil palabras valdrá mucho más.

Han sido seis meses grises en mi vida, pero simplemente porque al principio decidí poner sólo fotos en blanco y negro, no por otros motivos. Decidí hacer sólo fotos en blanco y negro (en realidad deberíamos decir fotos en escala de grises, porque se ve poco blanco y negro puros y sí toda la gama de grises que hay en medio) porque pensé que era una forma de centrar la atención en el mensaje de las imágenes, y ese mensaje a veces se pierde en una foto de llamativos colores, pero he echado de menos el color en muchas ocasiones, y es que la vida es a color, así que la contaremos mucho mejor con colores. 

Para celebrar esta fecha he decidido que a partir de ahora voy a poner también fotos en color. Hoy doy el paso. Salgo de seis meses grises para pisar un futuro incierto pero apasionante, un futuro en el que espero que el color me mantenga escribiendo al menos otros seis meses más. En junio volveré a hacer balance. Lo mismo entonces me decido por imágenes en tres dimensiones, así que id preparando unas gafas.

viernes, 13 de diciembre de 2013

La tienda de la esquina 12/12/13

Yo he sido niño de los recados. No profesionalmente si no para mi madre. Antes no daba miedo mandar al niño a la tienda de la esquina a comprar el pan, unos ajos de los de verdad o a cambiar el casco de cerveza por uno lleno. Ahora además se compra menos en las tiendas de barrio y muchas mueren por la competencia feroz de los supermercados. La sociedad cambia y los cambios no son justos para todos, pero lo son para muchos, y los supermercados nos ofrecen unos precios con los que las tiendas de barrio no pueden competir. Antes hacer la compra era un acto social. Se tocaba el género, se preguntaba por la familia, se dejaba fiado, se encargaba y se hablaba del vecindario. Ahora vamos de comprar con prisas y no conocemos al dependiente. La vida cambia y con los cambios ganamos y perdemos cosas. Las grandes superficies son el diablo para las tiendas pequeñas, pero para los consumidores son los que nos venden barato, porque las inmensas cantidades que compran les permiten negociar con los productores precios bajísimos, a veces ridículos. Los productores ganan tener todo vendido de golpe, pero pierden un margen que a veces se les queda en nada. Volvemos a ganar los consumidores mientras que los productores también son de los ven a los supermercados como el diablo, pero al final ellos terminan comprando alli todo lo que no producen.
A igualdad de producto es complicado encontrarlo más barato en una tienda pequeña, pero hay cosas que merece la pena mirar, como los productos frescos. La calidad de esos productos en los supermercados suele ser inferior porque compran a gran escala en lugares lejanos y el producto como la fruta o la verdura no llega en las mejores condiciones a casa, estropeándose pronto muchas veces. En cambio en las fruterías suelen ser de cultivos cercanos y algunas veces hasta más baratos. No se trata de hacer patria y fomentar la riqueza entre nuestros vecinos, se trata de ser inteligente, buscar, comparar y comprar lo mejor para nosotros, y lo mejor lo podemos seguir encontrando en la tienda de la esquina, esa que ya no cambia el casco de la cerveza pero nos sigue vendiendo los ajos de verdad.


Nosotros y los demás 11/12/13

Algunos días empiezan mal e intuimos que pueden terminar mal. Al levantarnos algo nos hace pensar que no todo va a salir como esperamos, tomamos el desayuno mirando el reloj, porque nos parece que vamos tarde aunque no lo sea todavía. Vamos corriendo a todos lados y no llegamos a tiempo a ninguno y nos vamos ofuscando al ver que el tiempo va más rápido que nosotros. El tráfico nos parece más denso que nunca, los demás conductores más enfadados, encontramos obras que ayer no existían, semáforos que no cambian a verde, camiones de la limpieza o ciclistas que nos bloquean el paso, y así sólo hasta llegar al trabajo. El ordenador que no responde, el informe que tememos que volver a empezar porque se ha borrado, el jefe que nos encarga para hoy algo que debería habernos encargado hace una semana, gente de mal humor que viene a pagar sus problemas con nosotros, y todo esto agradeciendo tener trabajo. Al llegar a casa sólo cartas pidiendo dinero en buzón, para pagar impuestos y gastos. Pasamos el día pensando que los demás son idiotas, que el mundo está en nuestra contra, todo en nuestra vida son trabas y que ojalá nos toque la lotería para mandarlo todo muy lejos, o para irnos nosotros lo más lejos posible. Alguien que queremos nos intenta animar y nosotros se lo pagamos con malas caras y peores palabras, y es que desde que nos levantamos lo veíamos venir. Es difícil animarse si no nos dejamos animar y necesitamos nuestro tiempo para darnos cuenta. Pero de pronto encontramos un pequeño motivo que lo cambia todo: Una sonrisa de nuestra esposa, los juegos inocentes de un niño, un perro simpático o una carretera solitaria con cipreses a un lado y palmeras al otro, un vallado de troncos antiguos y unas nubes que van enseñando y escondiendo el sol según se mueven, casi como un cuadro pintado para animarte. Aunque el motivo a veces no es importante, sólo es lo que nos hace entender que no podemos vivir así, y nos damos cuenta de que nosotros somos esa persona de mal humor que viene a estropearnos el día. Somos el conductor enfadado, el ciclista lento, el jefe inoportuno o el comprador impaciente. Los demás no son tan distintos a nosotros. Tienen los mismos problemas y las mismas alegrías, así que de cada uno depende amargar el día a los demás o amargárnoslo a nosotros mismos. 


miércoles, 11 de diciembre de 2013

Ajos de pega 10/12/13

Las modas cambian con la rapidez suficiente como para que no nos acostumbremos a ellas y tengamos que volver a gastar dinero en nuevos productos, diferentes a la moda anterior, pero iguales a los de hace cuatro modas. En decoración también hay modas aunque aquí suelen durar más tiempo, al menos por ahora, porque no es lo mismo comprar un pantalón pitillo que un sofá nuevo. De todas formas a la hora de decorar podemos mirar más o menos las tendencias actuales, pero como nos va a durar tanto solemos decidirnos por estilos muy nuestros y variados. Hay para todos los gustos y todos ellos son válidos para quien los tiene, aunque el resto pensemos que ese estilo no puede ser más desafortunado. No pasa nada, los demás también piensan igual del nuestro. Hay casas minimalistas en donde cuesta trabajo encontrar dónde dejar el teléfono; algunas vintage con candelabros del estilo de la corte de Luis XVI pero fucsia; otras fabricadas en serie por IKEA y pocas con muebles macizos de madera tropical y hoja de palmera. Lo que no me podía imaginar es que una ristra de ajos se podría usar de decoración, y sólo de decoración. Pensaba que los ajos se tenían en las cocinas porque los españoles los echamos en casi todo y de paso decoraban, pero siempre dando la imagen de que en esa cocina se cocinaba. Pero venden ajos de pega y más baratos que los comestibles. No se si sólo para decorar o también para engañar a los visitantes haciéndoles creer que ahí se hacen comidas caseras. Puestos a engañar es mejor tener una tortilla de patatas de mentira o un jamón de plástico, aunque con eso se corre el riesgo de que alguien te pida una tapita, y a ver por dónde le sales. Con los ajos como mucho puede quedar desilusionada alguna vecina que se haya quedado sin ellos y recuerde que en nuestra pared hay una bonita colección de cabezas gordas todas iguales, pero mayor sería la desilusión si ya se viera con un plato de jamón en las manos. En una casa en la que hasta los ajos son de plástico, por el jamón mejor ni preguntamos.




La locomotora en el salón 09/12/13

Un pie se mueve rítmicamente sobre el pedal, produciendo un sonido que se reparte por toda la casa. Es un sonido al que todos están acostumbrados que recuerda al que hacen las locomotoras de vapor al avanzar. Es parte de la banda sonora de la casa, y ya ni molesta si se le presta atención. Es el sonido de los bajos de los pantalones que suben o bajan, dependiendo de la necesidad. El sonido que traerá manteles nuevos y parches en las rodillas gastadas. Es el mismo sonido que tarde tras tarde transforma los vestidos según las nuevas modas o los crea de la nada. 

Como una locomotora sobre la mesa, guiada por las manos expertas de la maquinista, avanza por unas vías que sólo están en su cabeza y que el resto sólo podemos ver una vez ha pasado el tren, como un rastro de puntadas perfectas en forma de costuras que pintan la tela como un mapa. Es el sonido de la libertad, de quien viaja hacia un lugar nuevo y hacia un futuro mejor, la libertad de poder inventar en casa lo que en las tiendas es tan caro. El sonido que traerá a la familia ropas nuevas o que simplemente parezcan nuevas cuando ya no lo sean. 

Es el sonido de viejas máquinas de coser de nuestras madres o nuestras abuelas que un día se guardaron en un rincón o se tiraron porque empezó a ser más barato comprar un pantalón nuevo fabricado en China que arreglar el viejo. Pocas se conservan en casa y pocas casas a día de hoy tienen máquina de coser, ni si quiera moderna y eléctrica, pero algunos seguimos teniendo la suerte de escuchar el sonido de la locomotora en el salón, una locomotora que lo que arrastra es siempre una sorpresa.


martes, 10 de diciembre de 2013

Esperando respuesta 08/12/13

Los teléfonos móviles nos dan la libertad de hacer muchas cosas desde casi cualquier sitio. Podemos comunicarnos hablando o por escrito, podemos buscar información de cualquier tema, podemos guiarnos gracias a mapas por satélite, escuchar música, ver vídeos o fotos... La libertad de hacer casi cualquier cosa desde casi cualquier sitio. Pero nos lleva a estar más conectados y más localizados cada vez. Vamos dejando rastros cada segundo de qué página hemos leído, a qué hora hemos escrito el último mensaje y dónde hemos hecho la última foto, así que con los teléfonos móviles hemos perdido mucha libertad, no la hemos ganado. 

Antes si alguien nos llamaba por teléfono lo hacía a casa, y si no contestábamos suponía que habíamos salido. Ahora, quien nos llama sabe que llevamos el teléfono encima y si no contestamos supone que no queremos hacerlo, aunque no sea así. Nos hemos vuelto impacientes y poco comprensivos con esto y exigimos a los demás respuesta inmediata, al igual que los demás nos la exigen a nosotros. Los teléfonos identifican al que llama, así que suponemos que si no nos contestan es que no quieren hacerlo, no nos paramos a pensar que el otro pueda estar ocupado. Hay algunos que son excesivamente pesados con este tema y llaman cuatro o cinco veces seguidas para luego decirte: "te he llamado cinco veces y no me has contestado", a lo que hay que contestarles: "¿qué te hace pensar que voy a poder contestarte a las siguientes cuatro llamadas cuando no he podido contestar a la primera?". Lo peor es tener que dar explicaciones y ya sentimos la necesidad de hacerlo, nos las pidan o no, porque creemos La que el otro sepa que le habríamos contestado de haber podido, pero es que estábamos en la ducha, por ejemplo. Tenemos manos libres para el coche, así que ir conduciendo ya no es excusa.

Nos quejamos mucho, y con razón, de que estemos hablando en persona con alguien y éste no pare de atender al teléfono contestando llamadas y mensajes, y le recriminamos que no pueda vivir sin el teléfono, pero luego, cuando somos nosotros los que llamamos o escribimos nos mosqueamos si no nos responden al instante, y todo no se puede tener. Llevamos poco  tiempo con teléfonos móviles y todavía no nos hemos acostumbrado a ellos, pero deberíamos ponernos en la situación de los demás, y si les pedimos que cuando están con nosotros nos atiendan a nosotros y no al teléfono, cuando estemos al teléfono deberíamos darles la libertad de contestar o no, porque pueden estar con alguien. Siempre apuntamos nuestras quejas a los demás, pero nos olvidamos de que nosotros también somos los demás y que muchas quejas apuntan hacia nosotros siempre.


lunes, 9 de diciembre de 2013

Montar el Belén 07/12/13

Hasta donde yo recuerdo la Navidad siempre ha arrancado en estos días de fiesta entre el día de la Constitución y el de la Inmaculada. No se cómo sería antes, porque no lo viví, pero recuerdo como en este puente se colocaban los belenes y se encendía la decoración. Por motivos comerciales cada año adelantamos más este momento, al menos en las calles, y se ha convertido en un espectáculo visitar algunas ciudades para ver su iluminación de Navidad, por lo que los Ayuntamientos y comerciantes prefieren alargar lo más posible este periodo con la ilusión de mejorar sus ventas. En las casas seguimos manteniendo la compostura, y me parece que seguimos esperando a estos días libres para colocar nuestra decoración. Ahora tenemos más de todo y con los precios que tienen las cosas cualquiera monta un árbol perfectamente decorado en su salón, o un Belén con preciosas piezas todas iguales, pero no siempre ha sido así. Recuerdo el árbol de Navidad de mi casa, el mismo durante muchos años, que había que llenarlo de cintas de colores para que no se viera lo pelado que estaba. Muchos años entrando y saliendo de la caja lo habían deteriorado bastante. Recuerdo cintas de muchos colores, bolas de diferentes estilos y figuritas muy distintas todas colgadas del mismo árbol, todos objetos que fuimos acumulando con el tiempo, comprados cada uno por su lado sin ninguna igualdad estética. Recuerdo una estrella de oriente plateada en la copa y un Belén con la base de papel de aluminio. Nunca me ha gustado especialmente la Navidad, no me ha disgustado tampoco, pero siempre me ha dado un poco igual. Aun así recuerdo con mucho cariño estar detrás de mi madre preguntando cuándo íbamos a montar el árbol y el Belén. Cuando llegaba el día me podía con ella y mis hermanos a abrir cajas y colocarlo todo con una ilusión que recordaré siempre. Cualquier árbol que tengamos hoy en casa con toda la decoración en los mismos tonos parece sacada de una revista, sin embargo yo recuerdo con mucho más cariño el árbol de mi casa, de casa de mis padres, porque era el símbolo de la ilusión por montarlo entre todos, y daba igual que fuera de revista o no. Hay cosas que no se olvidan y hay cosas que no se pierden, y montar el Belén para mi es una de ellas.


El león que dio la mano 06/12/13

No suelo hacer referencia a noticias concretas que suceden, pero creo que hoy merece la pena una pequeña mención.

Ayer falleció Nelson Mandela y a estas alturas llevamos muchas horas de programación en medios comunicación que nos han resumido su vida una y mil veces, destacando sus actos más reseñables en una vida larga y ejemplar, así que poco se puede añadir. No descubro nada si digo que Mandela es un ejemplo que todos deberíamos tomar en muchos momentos de nuestra vida. Luchó por la libertad de un pueblo oprimido, perdió la suya pasando casi treinta años en la cárcel por esa lucha y cuando salió hizo todo lo contrario a lo que haríamos cualquiera: perdonó a los que le privaron de libertad. No sólo eso, si no que cuando consiguió llegar a presidente de su país hizo todo lo posible por unir a los que habían sido oprimidos con los opresores, demostrando que no sólo le importaba defender a los negros como él, si no unir al país igualando los derechos de todos. Hoy Sudáfrica sigue siendo un país en el que existen muchas diferencias entre ricos y pobres, y la mayoría de los pobres siguen siendo negros, pero los resultados no son fáciles de ver en tan poco tiempo. 

Mandela nos enseñó muchas cosas que deberíamos tener muy presentes. Entre otras a perdonar y que es mejor estar unidos que separados y enfrentados. Hasta un león como él supo que era el momento de dar la mano y no de dar un zarpazo.


Castañas y mantecados 05/12/13

Ya sí que podemos decir que estamos en tiempo de castañas. Ha llegado el frío, la Navidad está a la vuelta de la esquina y las calles están iluminadas de luces de colores y cubiertas por el humo de los puestos de castañas. Es curioso como asociamos ciertos productos sólo a ciertas épocas del año, siendo en algunos casos lógico porque el producto sólo lo da la tierra en esa época del año en otros no lo es tanto. Si las castañas salen en otoño es normal que se consuman en otoño, por ejemplo. En cambio estamos acostumbrados a tomar helado sólo en verano, y muchos me diréis: "es que en invierno hace mucho frío para el helado". Pues en invierno nos sigue gustando la cerveza bien fría y el refresco con hielo. La Navidad es una época que especialmente llenamos de productos que sólo comemos en ella. Los turrones, los mantecados y los polvorones se producen especialmente para estas fechas, y aunque a sus fabricantes les encantaría poder venderlos todo el año, creo que es muy complicado cambiar ciertas costumbres, y para nosotros son productos que relacionamos a la Navidad. El roscón de Reyes es otro dulce que tiene una fecha concreta en el calendario y sería raro comerlo en marzo, porque ya no sería de Reyes, así que su consumo se reduce a un día y como mucho al siguiente si es que sobra. Como digo hay costumbres que son difíciles de cambiar, porque lo que las hace especiales es que las vinculamos con ciertos momentos, y si perdieran esa vinculación perderían también su encanto. Creo que no se trata de que un polvorón nos de calor por comerlo en agosto, lo que nos da calor es que nos recuerda a la Navidad. La Navidad huele a castañas y sabe a mantecados así que ya estamos tardando en comerlos.

P.D.: La foto la envía mi hermano Alberto, que ya es colaborador destacado del blog.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Quirografarios artículos 04/12/13

Érase una vez hace mucho mucho tiempo una comunidad de vecinos de un reino muy lejano. Una de estas comunidades orientadas a jubilados guiris que quieren pasar plácidamente el invierno lejos del frío de Liverpool y de la nieve de Hannover, y que muchos abandonan cuando llega el calor. Algunos viven en ella todo el año, aunque son pocos porque ésta se construyó en un pueblo muy pequeño y justo cuando comenzaba la crisis, así que la mitad de los pisos son propiedad de bancos que los tienen vacíos. Con esos datos os habréis hecho una idea de que no hace tanto tiempo ni es un reino tan lejano. Reino de Málaga, año 2013. Un piso vacío de personas es sinónimo de indeseables que quieren dejarlo también vacío de cosas, así que James y Wilhelm, residentes y presidentes de la comunidad deciden poner un cartel para el resto de vecinos:
- Tenemos que avisar a los demás de que nosotros no estamos para rondas nocturnas, aquí que cada palo aguante su vela.
- ¿Sabes español? Porque en el segundo izquierda vive un español.
- Yo no, pero el señor Google lo sabe todo y para lo que voy a poner no creo que se equivoque.
- ¿Estás seguro? ¿No es mejor que vayamos al segundo izquierda a que él lo traduzca?
- Wilhelm, ese sabe de inglés lo que nosotros de español, y los de Google se han gastao una pasta en el traductor, ¡habrá que darle salida!
- Pues escribe que yo te dicto:

"COMMUNITY NOTICE...
... quirografarios artículos..."
-¿Quirograqué?
- Quirografarios.
-Que palabras tan raras usan estos españoles, menos mal que Google se las sabe todas. Recuérdame que compre acciones suyas.


jueves, 5 de diciembre de 2013

Vivir soñando 03/12/13

Tenía muchos sueños en la cabeza y un día compró un solar en el pueblo dispuesto a construir una casa y una familia allí. La gente suele empezar los proyectos con la fuerza impetuosa de verlos terminados pronto, así que contrató a unos albañiles del pueblo para que le hicieran lo más gordo: Cimientos y estructura. Él les ayudaba por las tardes, al terminar su propia faena, porque ahorrarse un jornal era importante para no encarecer demasiado sus sueños. Además quería poder decir que había construido su casa con sus propias manos y las metía en la obra todo lo que su cansancio le permitía. Eran momentos en los que el cansancio no estaba entre sus prioridades, así que las metía mucho. Al verter la última cuba de hormigón decidió quedarse sólo, y levantar las paredes de ladrillo una a una por sí mismo, y ahí empezó a bajar su ímpetu. En una tarde de trabajo no levantaba más de tres filas de ladrillo y empezó a sentir que su proyecto estaba cada vez más lejano por mucho que avanzase, y avanzaba poco. Dejó de ir todas las tardes, ya no se ensuciaba las manos los fines de semana, y la obra empezó a deteriorarse antes de llegar si quiera a la mitad. Un día colocó una puerta para que nadie le robara lo que acumulaba dentro, tapió la ventana y jamás volvió, o volvió sólo a ver que sus ladrillos seguían en pie tras el paso de las lluvias y del tiempo. Quizá gastó su tiempo y su dinero en un proyecto distinto, o no tuvo tiempo de ver éste hecho realidad y su vida se quedó en la estructura. A lo mejor no abandonó sus sueños, a lo mejor sólo los cambio de tiempo y de lugar. Puede que encontrara una mujer que le llevara a construir una casa y una familia en otro pueblo cercano, puede que una crisis económica lo llevara a mancharse las manos en otro trabajo lejos de aquí. Sacrificó su descanso en una pared de ladrillo que lleva treinta años acumulando humedad, pero al menos vivió trabajando cada día por un sueño, y soñar es lo que le mantuvo vivo, conseguir el sueño o no era lo de menos.


martes, 3 de diciembre de 2013

A escalón por capítulo 02/12/13

Mucho está cambiando el cine y la televisión últimamente y mucho más va a cambiar. La televisión siempre ha sido el hermano pobre del cine, y por ahí pasaban las películas años después de emitirse en cine o las películas de peor calidad que ni si quiera se emitían en pantalla grande. Siempre hemos tomado la frase "hecha para televisión" como una muestra de la baja calidad que tenía el producto. Como digo todo esto está cambiando, y cada vez se hacen más productos televisivos con una calidad igual o superior a los del cine. Hacer cine ya no es sinónimo de emitir en salas inmensas, si no que es hacer productos de calidad da igual dónde se emitan. Estos productos se han sabido adaptar al salón de nuestra casa y ahora las mejores historias se cuentan en muchos capítulos, con presupuestos y medios técnicos impresionantes. Las series son las niñas bonitas de hoy día, y auguro que el futuro lo único que van a poner en el cine son grandes producciones con efectos especiales que sólo podremos disfrutar de verdad en una pantalla inmensa, estrenos en los que reunir a todo el elenco de actores participantes y películas dirigidas a un público muy concreto y escaso como seguidores de un director en concreto que haga cosas raras. Con la presencia de internet en cada rincón de la casa tenemos en la tele cualquier archivo que esté en la red, y de una forma legal o ilegal podemos ver una serie o una película a la hora y en el día que nos venga bien, lo que hasta ahora era muy complicado. Ya no hace falta esperar una semana entera para tener un capítulo nuevo de nuestra serie favorita, podemos acumularlos y ver los que queramos de golpe. Hay mucha gente que prefiere verlos así y no estar siete días esperando, pero a mi me gusta esa tensión que se siente al ver terminar un capítulo y pensar que queda toda una semana para poder disfrutar de otro, apretar las mandíbulas y arrugar la nariz con ganas de poder seguir conociendo la historia. Creo que es parte del encanto de la series en televisión el quedarte con las ganas de seguir avanzando más y más en la trama como el que sube unas escaleras escalón a escalón, despacito, disfrutando de cada paso y con cada vez más ganas de ver lo que hay al final pero a la vez sabiendo que al llegar arriba todo se habrá terminado, así que hasta los momentos de espera sentados en cada escalón son importantes. Nunca es bueno correr por las escaleras, corremos el riego de caernos.


domingo, 1 de diciembre de 2013

Un cepillo en cada puerto 01/12/13


Hacer la maleta es llenarla de recuerdos. Es dejar un lugar para llegar a otro y llevarnos en ella todo lo que queremos recordar. De una forma menos poética también es llenarla de lo que nos dice nuestra memoria que vamos a necesitar, recuerdos también al fin y al cabo, porque cuando los olvidamos y los dejamos fuera los echamos de menos, como a los recuerdos, y culpamos de ello a nuestra memoria, por no mantenerlos pesentes en nuestra mente. Llevo desde los dieciocho años haciendo maletas todos los meses y todavía no he aprendido. Sigo olvidando cosas por mucho que antes de cerrar la cremallera intente comprobar qué es lo que dejo fuera, porque sé con seguridad que siempre dejo algo. Tengo especial tendencia a olvidar el cepillo de dientes así que he terminado dejando cuatro repartidos por casas que suelo visitar con regularidad y tengo otros cuatro guardados en diferentes maletas o bolsas de aseo. Pues aun así sigo encontrandome algunas veces buscando una tienda donde comprar uno. Hoy he tenido que parar a hacer esta foto y me ha tenido sonriendo un buen rato. Alguien ha tenido la precaución de llevar un cepillo de dientes encima para asearse después de comer porque iba a estar fuera de casa, pero lo habrá utilizado para dar vueltas al café y ha terminado olvidándolo en la calle. Lo imagino llegando a casa y recordardo entonces lo que ha olvidado horas atrás. Lo imagino porque lo he vivido tantas veces que me lo sé de memoria. Amigo, lo siento. Si supiera quién eres te lo llevaría a casa.



 

Un mundo lleno de puertas 30/11/13

Si algo estoy aprendiendo estos días intensos es que el mundo es muy grande, que todo está cada vez más cerca, aunque no todo al mismo tiempo. Escuchando a grandes profesionales de la fotografía estoy descubriendo que tenemos una cantidad de herramientas y posibilidades a nuestro alcance que nos permiten especializarnos en muchos campos distintos, pero a la vez hay tantos campos y tantas herramientas que es imposible conocerlos todos. Las nuevas tecnologías nos dan a los usuarios un número infinito de opciones para disfrutar de todo lo que nos rodea de un modo que nunca habríamos imaginado, pero también nos dan la posibilidad de convertirnos en creadores de una forma que habríamos sólo soñado. El mundo está cambiando tan deprisa que nos está pasando por delante de los ojos y no nos da tiempo ni a darnos cuenta, pero si somos capaces de aprovechar los cambios nuestro mundo también puede cambiar. En momentos como los de ahora en los que los trabajos tradicionales son cada vez más escasos tenemos que aprovechar lo que nos ofrecen las nuevas tecnologías para adaptar nuestras profesiones al presente o reinventarnos en profesiones nuevas. No podemos perder la oportunidad y ver el nuevo mundo que tenemos delante sólo como usuarios y observadores, podemos y debemos participar como creadores. Tenemos delante un camino en el que aparecen cada vez más puertas, muchas de ellas no nos da tiempo ni a ver, pero tenemos la posibilidad y hasta la obligación diría yo de pegar en todas las que podamos. Bien es cierto que la mayoría no seremos capaces de abrirlas pero más puertas son más posibilidades de encontrar alguna abierta. Antes de que este mundo que cambia tan rápido nos deje en el pasillo, debemos llamar y llamar hasta que encontremos una puerta en la que entrar.


sábado, 30 de noviembre de 2013

Tirarse a la piscina 29/11/13

A todos nos gustan los aparatitos nuevos. Los teléfonos de última generación, las tabletas táctiles, los ordenadores ultrarápidos, los televisores 3D, las cámaras con tropecientos megapíxeles... Para que lo vamos a negar, si no nos han engañado para que los compremos todos, al menos habremos comprado alguno, pero lo peor es que casi al día siguiente de haberlo comprado ya estamos escuchando que se nos ha quedado antiguo porque hay uno mejor, más grande, más rápido o simplemente con un botoncito más. Pero ¿realmente los necesitamos?
Este diario trata de fotografía, asi que voy a centrarlo en las cámaras fotográficas y en mi experiencia. Las fotos que aquí pongo están hechas con un teléfono, un Samsung Galaxy S II. Ya hay teléfonos mucho mejores, pero para las fotos que hago no necesito más, aunque lo cambiaré pronto porque se apaga y se enciende por su cuenta. Lo cambiaré sólo cuando deje de funcionar porque cumple con lo que le pido. Para mis fotos más elaboradas tengo una Nikon D60 que compré hace cuatro años cuando se vendían con descuento porque iban a sustituirlas por un nuevo modelo. Era la réflex más básica y barata que encontré, porque no necesitaba más y no sabía si quiera utilizarla. Estoy cansado de ver a gente con cámaras de mil euros y que disparan en automático, con flash sobre paisajes oscuros de profundidad infinita y cosas así. No saben usar la cámara y no necesitan una cámara de mil euros. Harían las mismas fotos con una compacta de cien. Mi cámara se me ha quedado pequeña y mis necesidades ya están por encima de lo que puede ofrecerme comparándola con otras del mercado, pero prefiero gastar mi dinero en aprender y mejorar que en una cámara mejor. Parece mentira que diga esto de una cámara de sólo cuatro años, y es que en realidad no la necesito, porque tiene más posibilidades que cualquier análogica profesional del siglo XX con la que trabajaban los fotógrafos de fama mundial. La cámara no hace al fotógrafo, y Robert Capa haría mejores fotos con un teléfono que yo con la mejor cámara del mercado, por eso prefiero formarme para seguir por encima de mi cámara y no tener la cámara por encima de mi. Paso estos días aprendiendo de grandes fotógrafos en Photofestival de Fuengirola cosas que una cámara mejor no podría enseñarme. Antes de tirarme a la piscina y comprar una nueva quiero saber nadar bien, no sea que la piscina pueda conmigo.


viernes, 29 de noviembre de 2013

Un sitio en el mundo 28/11/13

El tiempo pasa volando y toda espera llega a su final. Nueve meses son mucho tiempo cuando quedan por delante, pero pronto se reducen a nervios y expectación ansiosa. Dentro de un mes más o menos toda la expectación se transformará en atención cuando a Marta le de por decir aquí estoy yo y ya estoy cansada de tanto horno. La estamos esperando con los brazos abiertos, esperando que no nos queme al salir y estemos preparados. Seguro que si. Se ve que su madre la trata bien porque casi puedes ver como crece dentro del horno si la miras con atención. Ya dejamos una silla vacía esperando a nuestro lado allá donde vamos para ir acostumbrándonos. Marta ya tiene un sitio en el mundo, un sitio entre los que la queremos y la esperamos.


jueves, 28 de noviembre de 2013

Días iguales, días distintos 27/11/13

Uno puede despertarse temprano, levantar la persiana para ver como amanece y prepararse para pasar un día igual que ayer e igual que mañana. Al otro lado del cristal los mismos árboles, las mismas casas, las mismas montañas y el mismo cielo. Las mismas pocas ganas de trabajar si se tiene trabajo, de estudiar si se está preparando para intentar trabajar algún día, o de desesperarse buscando trabajo si no lo tiene. Todo igual a ayer e igual a mañana. Hay pocos días en los que todo es distinto. Los árboles son más verdes, las casas más blancas, las montañas más altas y el cielo mejor pintado. Hay días en que la ventana trae nuevas esperanzas en las que creer, buenas aunque escasas noticias de un amanecer lento y desconocido, pero amanecer sin lugar a dudas. Hay días en los que queremos brindar con el colacao del desayuno porque queremos celebrar sin perder tiempo desde bien temprano. Todos los días cumplimos un día más, sólo una vez al año cumplimos un año más, y sólo una vez cada diez años hacemos un día redondo. Ayer fue un día de esos, no era mi cumpleaños pero como si lo fuera. Celebramos un día que merece celebración. Lo celebramos ayer, el pasado domingo, el viernes anterior, lo volveremos a hacer hoy y lo haremos más tarde todas las veces que sean necesarias. Guardaremos fuerzas para volver a celebrarlo el día que estemos con los que no han podido estar hasta ahora, hasta que olvidemos que lo que celebrábamos era un cumpleaños y empecemos a celebrar que el amanecer que hay al otro lado de la ventana nos ha despertado a todos a la misma hora.



miércoles, 27 de noviembre de 2013

Lobos con piel de cordero 26/11/13

Era una noche de invierno de hace siete u ocho años. Yo iba empujando el carro de un supermercado hacia los aparcamientos, cargado y descontrolado sobre unas ruedas que me intentaban llevar a algún lugar desconocido alejado de mi coche. Mientras luchaba por gobernarlo pasé cerca de una tienda de plantas y me llamaron la atención unos pequeños cactus de coloridas flores que había junto a la puerta. Nunca he sido muy cuidadoso con las plantas y siempre he evitado tenerlas, pero un cacto no se le muere a nadie por poca agua que le eche y poco sol que le dé, así que decidí comprar uno, asombrado por lo llamativo de sus flores. Al llegar a casa coloqué la maceta junto al ordenador en el que paso más horas que dormido, para poder disfrutar de su compañía y para que no se me olvidara regarlo. Tardé dos días en darme cuenta de que las flores no eran de verdad y me sentí engañado. En la floristería no me dijeron que fueran de verdad, lo creí yo sólo, así que sólo pude reprocharle a la oscuridad y al ingobernable carro mi error. En seguida empecé a pensar que las flores eran demasiado bonitas para ser verdad, y que debía ser la única persona que los había comprado sin saberlo. Falsas y llamativas flores que esconden duras y peligrosas espinas. Podemos aprender mucho de esos cactus que intentan ocultar lo que no son esperando engañar a incautos como yo. Es una buena metáfora que podemos aplicar bastante a menudo. Yo desde entonces voy más atento por la vida, a mi ya nadie me pincha.


Lo que queda fuera 25/11/13

Hacer una foto es decidir qué queremos que salga en esa foto de todo el mundo que nos rodea. No es una tarea fácil, al menos para mi, porque hay que decidir qué sale en la foto y qué queda fuera, y lo que queda fuera es muchísimo más de que lo que cabe dentro. Eso no significa que al hacerla nos estemos equivocando, porque podemos hacer fotos de cualquier cosa que nos rodea y que el resultado sea bueno. La imagen puede ser buena técnicamente, o aunque no lo sea podemos haber inmortalizado un momento importante que nos servirá de recuerdo toda la vida, pero en ambas situaciones pienso muchas veces en la foto que no he hecho, más que en la que he hecho. Es inevitable pensar en que siempre podríamos haber hecho algo mejor, y buscar los fallos en el trabajo nos permiten no cometerlos en el futuro. Miro imágenes de hace menos de año y encuentro cosas que no me gustan o que hoy haría de forma diferente, en parte porque voy aprendiendo cosas nuevas cada día, en parte porque dos días distintos hacemos cosas distintas dependiendo de muchos factores, como el tiempo, la luz o nuestro estado de ánimo. En cuando a la memoria pasa que con el tiempo tendemos a recordar sólo las cosas que revivimos, bien en conversaciones compartidas con las mismas personas que compartimos el momento recordado, bien con fotografías, y terminamos olvidando todo lo que queda fuera de las conversaciones o de lo límites de la foto. Creo que a todos nos ha pasado encontrar una foto que no sabíamos que existía de un momento importante que sí recordábamos, y de pronto reencontrar en nuestros recuerdos cosas olvidadas, como objetos o personas, porque nuestra memoria las había apartado en favor de las que refrescábamos a menudo. Esto también ha cambiado mucho en los últimos quince años. Antes nuestros recuerdos se reducían a las veinticuatro o treinta y seis tomas que tenían los carretes, mientras que ahora no tenemos que ser tan selectivos al tener tarjetas de memoria para miles de ellas. Aun así hacer una foto sigue siendo decidir qué queremos recordar, sigue siendo enmarcar lo que consideramos importante y lo que no lo es tanto. Así que al hacer la próxima foto, después de mirar qué es lo que ha quedado dentro, mirad alrededor para ver lo que ha quedado fuera, porque todo eso puede que también quede fuera de vuestro recuerdo. 


martes, 26 de noviembre de 2013

Donde caben dos... 24/11/13

Hace sólo un par de generaciones que las familias ni si quiera se planteaban tener hijos o no, y muchas ni si quiera cuántos tener, si no que las familias tenían niños porque estaban hechas para tenerlos. Si entrar en debates muy profundos, pienso que eso tenía su lado bueno y su lado malo. Nuestros abuelos eran menos egoístas que nosotros y se mataban a trabajar sólo para tener a la familia alimentada, y eso es también parte de lo malo. Ellos eran también más inconscientes que nosotros porque a veces tenían familias tan grandes que les costaba mantenerlas. Era una época en la que se pasaba mal fueran dos o fueran cinco en la casa, aunque siendo cinco se pasaba un poco pero. Donde caben dos caben tres, y donde caben tres caben cuatro. Siempre se hacía hueco para uno más y se repartía un poco menos a cada uno. No había para lujos, pero es que comprar ropa nueva cada año era un lujo. 

Hemos cambiado mucho en dos generaciones. Nosotros nos pensamos muchísimo dejar entrar a un tercero en nuestra casa porque hemos convertido los lujos de antes en necesidades de hoy, y comprar ropa nueva o el último aparato electrónico es una prioridad. En parte es porque somos niños grandes, ya que nuestros abuelos dejaron la niñez en trabajos duros y nosotros nos hacemos adultos sin haber trabajado. No tenemos que renunciar a nuestra comodidad, no se trata de eso, pero si antes las familias eran siempre capaces de hacer un hueco para uno más, ¿por qué no vamos a ser capaces nosotros, teniendo muchas más facilidades? Nuestros abuelos tenían que luchar por poner un plato sobre la mesa, mientras que nosotros eso lo tenemos garantizado y nuestra lucha es comprar más o menos ropa. Esos abuelos salieron adelante, nuestros padres salieron adelante, y nosotros saldremos. Sin renunciar a todo lo que hemos conseguido y siendo conscientes de lo que hacemos ahora es mucho más fácil hacer hueco para uno más, o debería serlo, así que si decidimos tener un hijo, o tener otro hijo, la decisión no debe depender de si vamos a poder darle todo lo que necesita, porque está claro que si podremos. La vida, como el futbolín, es más divertida dejando que juegue uno más.



lunes, 25 de noviembre de 2013

La sonrisa del sábado 23/11/13

Hay días en los que las sábanas no pesan y apagamos el despertador con una sonrisa o en los que ni si quiera necesitamos despertador. A mi no me importa madrugar en fin de semana, aunque intento no hacerlo demasiado, y yo creo que se debe a que nadie me obliga a hacerlo. El trabajo es una obligación, y por mucho que nos guste nuestro trabajo muchos días sentimos una pereza inmensa al despertarnos y pensar que debemos acudir a él. Supongo que será porque como digo es una obligación a la que no podemos faltar y porque se convierte en una rutina pesada. En cambio los días libres los dedicamos a hacer las cosas que nos gustan, que son las que no solemos hacer a diario y por ello no se han convertido en pesadas todavía, y además las hacemos por propio interés, sin que nadie esté esperando a que las hagamos. Los días libres nos salimos de nuestro camino habitual, cortamos los alambres que nos separan de la libertad y corremos por el campo que solemos ver a diario desde el otro lado de la valla. Somos libres por unas horas, y por eso sonreímos más al despertarnos el sábado a las nueve de la mañana que al acostarnos el domingo a las doce de la noche, cuando ya vemos que el lunes está programando de nuevo nuestro despertador. Pero los lunes son necesarios para que sepamos lo afortunados que somos los sábados. Si no hubiera vallas que saltar, no sabríamos apreciar la libertad.


Regalos y regalos 22/11/13

Llegan las Navidades y con ellas las compras de regalos. Todos compramos regalos para todos en un afán de repartir felicidad con bienes materiales. No vamos a negarlo, a todos nos gusta recibir un regalo y la mayoría de ellos cuestan dinero, así que tampoco hay que ser hipócrita, pero en los mejores regalos el dinero que cuestan no es lo que más nos alegra de ellos.

El mejor regalo es que un amigo haga quinientos kilómetros para acompañarnos en nuestra boda, o que toda la familia haga el esfuerzo de reunirse alrededor de una mesa en Navidad. El mejor regalo no es esa camiseta que nos van a entregar en unos días, si no que alguien que nos quiere se haya preocupado en buscar la tienda donde venden la camiseta que sabe que nos gusta. El mejor regalo es que tu familia viaje a escondidas para celebrar el cumpleaños contigo, o que tu madre deje todo a un lado para hacer cualquier cosa que te puede hacer feliz, por pequeña que parezca. El mejor regalo es que un amigo te reciba en su casa y te haga sentir mejor que en la tuya, o que venga a visitarte para comer contigo aunque sea una vez al año. El mejor regalo es que alguien decida hacerte parte de su familia y te de la responsabilidad y el honor de ser padrino de su hijo. El mejor regalo es que tu mujer busque por medio mundo aquello que una vez dijiste que te gustaría tener. El mejor regalo es que tu hermano dedique semanas a hacer un disfraz que tu vas a destrozar en horas, o que tu hermana dedique meses a bordar un cuadro para que tengas cerca siempre un recuerdo suyo y de tu tierra. Hay muchos mejores regalos y no es verdad que sean gratis, porque cualquier cosa cuesta dinero. Pero los grandes regalos, lo mejores regalos de verdad, además cuestan tiempo y dedicación, y eso es lo que le da más valor a un regalo, que alguien te dedique su tiempo a ti.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Columpiarse 21/11/13

Es curioso buscar noticias en diferentes medios de comunicación para comprobar que parecen noticias distintas aunque hablen del mimos hecho. No se como era el periodismo antes porque no lo conocí, pero se como es ahora, y es cualquier cosa menos objetivo. Yo pensaba que las noticias debían ser objetivas, y que la subjetividad se dejaba para los artículos de opinión o las editoriales, que indicaban la tendencia de los medios de comunicación, pero no es así ni por asomo. Está claro que cualquier noticia contada por dos personas va a ser contada desde dos puntos de vista distintos, y que la subjetividad siempre está presente en mayor o mejor medida, pero se supone que los periodistas deberían hacer un ejercicio de abstracción para intentar ser imparciales, porque para eso se preparan. Es muy complicado encontrar personas imparciales entre los periodistas como también lo es entre los fontaneros o los aparejadores, ya que siempre tienen que rendir cuentas con la dirección de su empresa, que suele estar influenciada por propietarios o anunciantes a los que interesa que las noticias vayan en una dirección o en otra. En el mejor de los casos tienen que rendir cuentas sólo con su propia conciencia y sus propias creencias, y en dichas escasas situaciones al menos tienen una justificación para su ética, aunque hasta en la ética es difícil que nos pongamos de acuerdo unos y otros. 

Intentamos buscar los periódicos, los canales de radio y de televisión con los que más cómodos nos sentimos, porque nosotros también tenemos nuestras tendencias y nuestras creencias, y nos gusta escuchar noticias de una manera o de otra. No siempre porque sepamos que nos van a contar lo que nosotros queremos, si no que también muchos queremos tener un pensamiento crítico y queremos que nos hagan pensar, que nos den un punto de vista diferente al nuestro. Para mí sería muy frustrante escuchar solamente las opiniones que coinciden con la mía, y considero esencial escuchar a otros que opinan distinto para reafirmarme en lo que creo o para cambiar mi opinión si descubro estar equivocado. Entiendo que es un momento muy complicado para los medios de comunicación, en el que gastamos cada vez menos comprando noticias, y los que las dan se deben cada vez más a los anunciantes. Además, les interesa fidelizar a sus clientes, y los clientes más fáciles de atraer son los que no cambian nunca de opinión, así que la tendencia de un noticiario suele ser constante.

Pero es que hay veces que entran ganas de apagar la radio o tirar el periódico. Hay temas que ni si quiera salen en un canal y que en el otro ocupan un lugar importante. Hay noticias en algún telediario que desmienten informaciones que ni si quiera han dado previamente, porque no interesaba políticamente la noticia inicial, pero sí la defensa posterior. Hay periodistas que justifican acciones de un gobierno cuando lo habían criticado en el anterior, sólo porque era de signo distinto. Supongo que siempre habrá habido periodistas al servicio de ciertos intereses, pero es que los de hoy ya se están columpiando.