lunes, 31 de marzo de 2014

Querer creer 19/03/14

Para creer en algo hay que querer creer, y con eso ya se tiene mucho ganado. Si uno quiere realmente dejar de fumar, adelgazar o aprender inglés, lo primero que tiene que hacer es creerlo de verdad y no engañarse a si mismo, porque puede pasar que uno le diga a todo el mundo que está haciendo dieta para adelgazar, repitiéndoselo a sí mismo, y luego asaltar la despensa diciéndose que no pasa nada por una vez, una vez que sigue a otra y a otra después. La sugestión es muy importante, y puede provocar que algunas personas sientan síntomas de enfermedades que no tienen, o que sientan alivio al recibir lo que piensan que es un medicamento siendo un placebo. Que queramos creer en algo es lo que utilizan otros para engañarnos, y si dejamos de fumar por una sesión de hipnosis será debido a que teníamos voluntad para hacerlo aunque nos hagan creer que han pulsado una tecla en la cabeza para desconectar las ganas de fumar, porque seguro que si tras la sesión no dejamos de fumar nos dirán que realmente no queríamos hacerlo, no teníamos fe. Todo lo que suena a milagro resulta siendo mentira, por desgracia, y nada que sea difícil de conseguir creo que se pueda alcanzar sin esfuerzo y con rapidez, aunque conozco muchos que dicen que no fuman o que no comen en exceso y luego, con el cigarrillo o el helado en la mano nos dicen que es puntual, que lo hacen por que quieren y que no volverán a hacerlo, y cuando vuelves a ver lo mismo al día siguiente la respuesta es la misma. Será que intentan hipnotizarnos ellos a nosotros, a ver si conseguimos querer creer nosotros también.

viernes, 28 de marzo de 2014

Una puerta al pasado 18/03/14

Hay visitantes nuevos en la zona. No la conocen pero eso está cambiando estos días. En los alrededores hay pueblos pequeños, casas sueltas, riachuelos, montes, caminos y La Raya, como se conoce de este lado, o A Raia, como la llaman del lado portugués. La Raya es la línea que separa España y Portugal, y por aquí no está muy dibujada. La gente sabe que aquel lado del río es Portugal y que este lado de la carretera es España, pero por lo que mejor se diferencia es por el asfalto, las señales y las farolas, que son distintas a cada lado. Aquí la gente era Europa antes de que Europa dejará de tener fronteras, y siempre ha habido matrimonios mixtos y conversaciones en portuñol.

No suele haber muchos turistas, y eso es lo que no ha terminado con el encanto de esta zona, pero de vez en cuando aparece algún grupo con ganas de ver cosas distintas. El grupo visita los tranquilos pueblos con casas de pizarra y cal, pasea por los montes de brezo y jara, se asoma a los riachuelos donde algunas veces hay truchas y busca un lugar donde refrescar la garganta y llenar el estómago. Identifican un bar porque tiene cajas antiguas de cerveza en la puerta, pero no tiene ni rótulo. Al entrar parece que han vuelto cuarenta años al pasado: Una barra de tabla, el suelo de cemento, algunas mesas camilla, garrafas de vino de pitarra y unas fresqueras antiguas. Casi parece un garaje. No hay tabernero ni clientes, y los visitantes piensan que se han equivocado entrando en una casa. Con el ruido de las conversaciones sale un hombre con un cesto de huevos y pinta de llevar toda la mañana en el huerto. 

- ¿Podemos tomar algo?
- Vino o cerveza, y a lo mejor queda alguna Fanta.
- ¿El vino está frío?
- Del tiempo.
- Pues cerveza para todos.
- Son nuevos por aquí, ¿no?
- Sí, y nos está gustando mucho todo esto.
- Pues si quieren un recuerdo, les puedo vender unos tomates...


P.D.: Me manda la foto mi tio Antonio.

Vivir no tiene edad 17/03/14

Es una pena hacerse mayor y no creo que nadie quiera envejecer, pero hay gente que se resiste de una forma especial: viviendo. Según vamos creciendo vamos dejando de hacer ciertas cosas que se supone que ya no nos corresponden, porque hacerse mayor consiste en hacer cosas de mayores. Dejar de ser niño es dejar de jugar para ser serio, casarse y tener niños es dejar de ir de fiesta para quedarse en casa,  y hacerse viejo es dejar de divertirse para ir a dar de comer a los patos. Pero no tiene por qué ser así, porque si eso supone dejar de hacer las cosas que nos gustan supondrá también dejar de vivir. Cuanto más envejecemos más corta nos parece la vida, porque cada vez pasan más rápido los días y cada vez tenemos menos tiempo por vivir, pero si además le quitamos las cosas que nos hacen disfrutar estamos adelantando la muerte, que por desgracia nos llegará a todos. Hay gente que tiene miedo a disfrutar porque no quieren estar en boca de otros, pero también los hay de los que les importa más vivir que la opinión de los demás. Por eso me gustan especialmente los carnavales, porque en ellos puedes encontrar personas mayores y respetables que en su vida diaria tienen trabajos serios, que tienen hijos o incluso nietos y que nadie les quita las ganas de disfrazarse de una forma que otros piensan ridícula, de cantar letras irreverentes y de bailar como si no hubiera mañana. Me gusta porque se les puede ver disfrutar como niños, y es que los niños no son los únicos que pueden disfrutar de la vida.

jueves, 27 de marzo de 2014

Hay que tener hambre 16/03/14

Cuando nos enteramos de algunas cosas que se comen en otros países nos llevamos las manos a la cabeza y a la boca para tapárnosla, más en los últimos años que han estado tan de moda los programas de españoles por el mundo, en el que nos enseñaban que en China comen perros, en Perú comen cobayas y en Tailandia comen cucarachas. No nos tenemos que ir muy lejos para ver comer cosas similares, lo que pasa es que aquí estamos acostumbrados a nuestras cosas raras igual que por ahí están acostumbrados a las suyas, y ellos pensarán que algunas de las nuestras son incomestibles. El cerdo es un animal asqueroso, y sólo tenemos que ver como identificamos a la gente poco aseada con los mismos nombres que ponemos al animal: cerdo, guarro, cochino, marrano, puerco... sin embargo nos comemos hasta sus andares. Los conejos no son muy distintos a las cobayas, sólo que nosotros vivimos rodeados de conejos igual que en Sudamérica de cobayas. Los langostinos y las gambas no son muy distintos físicamente de algunos insectos, pero pocos cambiarían un plato de gambas por uno de saltamontes. Los caracoles no pueden tener peor pinta, y no se cómo puede haber quién se los come, al igual que los erizos de mar, y a los que le gustan, no sólo les gustan, les vuelven locos. Yo ni si quiera puedo ver como otro come caracoles. ¿Quién sería el primero que se dio cuenta de que un erizo de mar se podía comer? ¿quién fue el primer valiente que se echó los caracoles a la boca? No lo se, pero tenían que estar muertos de hambre.

Desde el balcón 15/03/14

Desde el balcón se ve todo mejor. Da cierto anonimato porque los paseantes van a lo suyo, que suele ser mirar al suelo, al frente o al teléfono, y poca gente mira hacia arriba. Permite observar desde una altura privilegiada cómo la ciudad se mueve y el día cambia, y entretiene casi más que la tele. El vecino que pasea al perro, el que sale a tirar la basura y aprovecha para fumar un cigarrillo, la pareja que se despide en el portal o que discute en la esquina, el chaval que llega tarde cuando no están sus padres... El balcón es el lugar donde se escribe la crónica social del barrio, que luego se repartirá verbalmente en la panadería, la peluquería o el descansillo del segundo piso.

Hoy luce un sol espectacular, así que hay que aprovecharlo. Mientras a las noticias les da por aparecer, no hay nada mejor para pasar la mañana que secar los camisones, los rulos del pelo y de paso ponerse un poco morena para perder el color del invierno antes de que llegue la primavera. Esperando que el vecindario enseñe sus intimidades desde la tranquilidad del balcón al que casi nadie mira.

Las olas de La Caleta 14/03/14

Paseo por Cádiz con una sensación extraña, la de tener recuerdos de ella haciendo tanto tiempo que no la visito que no debería recordar mucho, pero recuerdo, porque es una ciudad que he visitado mil veces a través de libros y canciones. Canciones que ahora tarareo mientras camino y que no soy capaz de olvidar según unos grandes amigos me guían por las intrincadas calles de una ciudad tan libre que casi consigue ser una isla. Me cruzo con gaditanos que sonríen mientras se oyen cañonazos franceses que asedian la ciudad, con escaso éxito. Sigo los pasos de los diputados camino del Oratorio de San Felipe Neri, dispuestos a firmar nuestra primera Constitución. Escucho un tanguillo al pasar por una plaza que es poco más que un callejón, y me cuesta entenderlo porque lo cantan unos Borrachos, cuando me doy cuenta de que estoy en la Plaza del Tío de la Tiza. La música de chirigotas me lleva hasta La Caleta, protegida por sus dos castillos y por sus dos murallas de roca que quedan a la vista cuando baja la marea, y que defendían la playa antes de que la playa tuviera una ciudad detrás, y sentados mirando al mar vemos como el Sol nos deja siguiendo el camino de tantos españoles que cruzaron el Atlántico partiendo de aquí. Mientras, escucho en mi cabeza a Carlos Cano cantando una y otra vez Habaneras de Cádiz, y pienso que ese Sol también la va tarareando hasta La Habana, uniendo otra vez dos orillas como ya lo estuvieron antes. 

Cádiz es una ciudad a la que uno siente que está volviendo, aunque sea la primera vez que la visita.


miércoles, 26 de marzo de 2014

Callejón sin salida 13/03/14

Siempre me han llamado la atención los avisos de altura máxima en los puentes de las autovías porque una vez allí ¿quién es el guapo que se da la vuelta? el que lleve un camión que supere esa altura tiene un problema porque no hay salida ni para adelante ni para atrás. Supongo que la altura será suficiente para la mayoría de los vehículos y que los que la superan son sólo los transportes especiales que deberían estudiar antes la ruta que les toca hacer para evitar esos problemas, pero las marcas en el hormigón de los puentes son la prueba de que o los transportes especiales no han estudiado la ruta, o la altura no es suficiente tampoco para el resto de transportes, y el aviso llega tarde. 

Hay gente que se mete en estrechas calles de las que tiene muy complicado salir porque no han comprobado previamente si les cabe el camión, y una vez en medio, aunque se den cuenta de que se han equivocado, les da igual seguir y arrancar los balcones destrozando su camión que volver arrancando las esquinas y destrozando el camión igual. Sobre todo si el camión no es suyo. Imagino, por ejemplo, al señor Artur Mas así, metiendo a Cataluña en un callejón del que salga por donde salga, va a salir raspado. Ya lo sabe porque ve los balcones de cerca y ve los avisos, así que está intentando que los propietarios recojan sus balcones, y cuando éstos no lo hagan, los culpará de estar en medio.

Azúcar sin azúcar 25/03/14

Vivimos en una época rara en la que le quitamos la cafeína al café, la grasa al queso y la nicotina al tabaco. Queremos cosas que aparenten serlo pero no lo sean, porque a  lo mejor nosotros queremos ser lo que no somos o al menos aparentarlo. Le echamos leche al gel de baño y almendras al champú, pero a la leche le quitamos la grasa y las almendras ni las probamos. A la leche le quitamos la grasa y la lactosa pero le añadimos calcio, así que hasta la leche de soja es más leche que lo que queda de ese experimento. Tomamos cerveza sin alcohol, embutido bajo en sal y mantequilla baja en grasa, cuando la mantequilla es pura grasa. Hasta la Coca-Cola, que en esencia es un refresco carbonatado con cafeína, es decir, hecho de azúcar y cafeína, lo pedimos sin azúcar y sin cafeína, por lo que nos queda sólo el nombre y el color. Nos sentimos sanos comiendo ensalada que bañamos en una salsa con más calorías que una hamburguesa, y le añadimos bacon, queso y frutos secos. Llevamos décadas seleccionando las variedades más dulces de cada fruta porque nos gustan dulces, para luego poder comprar zumo "sin azúcar añadido" pero echarle nosotros sacarina, aspartamo, stevia, o el siguiente edulcorante de moda. Total, que no se si sabemos lo que queremos o es que queremos lo que no sabemos, porque pedir un descafeinado con leche de soja y stevia, me parece a mi que es no querer tomar café con leche, si no parecer que lo estamos tomando mientras demostramos que queremos tomar todo lo contrario. 


martes, 25 de marzo de 2014

El precio de la Pasión 12/03/14

Llega la Semana Santa y con ella la pasión se pasará de iglesia a iglesia caminando por las principales calles de nuestras ciudades, en silencio o a ritmo de trompetas y tambores. La Semana Santa, junto con la Navidad son seguro las dos fiestas que más se celebran en nuestro país, lo que nos recuerda nuestra tradición cristiana aunque vivamos en un país oficialmente laico y en el que la población huye cada vez más lejos de las iglesias. La Navidad la celebran los cristianos para conmemorar el nacimiento de Cristo, y los que no lo son aprovechan para estar en familia, en reuniones de lo más cristianas aunque no lo crean, y puede pasar por una celebración en la que se pierde el sentido religioso entre tanto regalo, tanto Papá Noel y tanta decoración nevada, pero la Semana Santa es pura escenografía religiosa, y su celebración se translada a unas calles repletas de gente, así que los que no se sienten cristianos pero mueren por la Semana Santa tienen pocas excusas. Vírgenes dolientes, Cristos crucificados o resucitados no dan lugar a confusiones sobre el por qué de la fiesta, y si comparamos el número de asistentes a las procesiones con el de las misas de un domingo cualquiera, veremos que la gente visita en la calle lo que no quiere visitar en la Casa de Dios. Hay que reconocer que la Semana Santa, a parte de su sentido religioso, supone un espectáculo cultural impresionante, así que ya sea por tradición, sentimiento o disfrute, que cada uno celebre lo que le parezca y crea en lo que le plazca. 

Pero para muchos participar supone un importante gasto, en vestimenta para ser visto, como los nazarenos, o en abonos para ver, ya que muchas ciudades han convertido el evento en un auténtico espectáculo como el fútbol o los toros, y se puede reservar sitio más cerca de Dios, previo alquiler del mismo. Aunque corren malos tiempos y hay gente que opta por ver a Dios desde un poco más lejos pero gratis, quién sabe si para pagarse unas clases de alemán, a sabiendas de que en Alemania no hay Semana Santa pero sí trabajo y de que el Reino de los Cielos será para los pobres, porque Dios no pone precio a un puesto junto a él, aunque en la tierra nos empeñemos en ponerlo.

lunes, 24 de marzo de 2014

Soneto de viento y azahar 11/03/14

A la calle llegó la primavera,
todavía la espera el calendario,
el abrigo, guardado en el armario,
el aire sabe a luz y a flor primera.

Flor de azahar blanco, blanca la espera,
que envuelve cual perfume centenario,
será fruto naranja y culinario, 
cuando el Sol ponga fuerte la caldera. 

Amores pasean bajo la sombra, 
que inspiran mil poemas y calores, 
como un cuento con páginas de sobra, 

pero al viento no le hables de rubores, 
sopla y suelta las flores como alfombra, 
ensuciando los coches de colores. 


Es tradición 10/03/14

En España somos muy de guardar las tradiciones, aunque cada uno tenemos la tradición de seguir sólo las que nos gustan y al resto les damos de lado. Somos de seguir tradiciones cuyo origen se pierde en la memoria o de considerar tradición algo que hemos repetido dos años seguidos y por ejemplo, diferencia a nuestro pueblo del resto. Algo que iguala a todos los pueblos y todos los barrios son los jubilados y su afán por estar donde está la noticia, y es tradición encontrarlos en el cruce o la plaza más concurrida, en las estaciones de autobuses, en las calles que se asfaltan o en los nuevos edificios que se construyen. Con las manos en la espalda o sobre una valla observan la vida cambiar a su alrededor con la tranquilidad de quién no tiene cosas suficientes como para llenar su día. Los jubilados de hoy están acostumbrados a trabajar de sol a sol en trabajos mal pagados, con los que ocuparon su vida desde la adolescencia hasta una jubilación que todavía les coge jóvenes para quedarse en casa, así que tienen mucho tiempo libre que no consiguen llenar lo suficiente. Aunque tengan un huerto que de tomates para llenar la nevera de todos sus hijos, aunque tengan un perro al que pasear, aunque vayan a recoger a los nietos al colegio, siguen teniendo tiempo para estar al pie de la noticia. Desde su vida tranquila ven como todo va más rápido de lo que pueden asumir, pero si algo cambia estarán ellos allí para verlo. Si están cambiando las tuberías en una calle, estarán allí para recordar cuándo se colocaron por primera vez; si levantan una nueva planta en un edificio en construcción, estarán allí para hablar de cuando ellos lo hacían sin arneses ni redes de protección; si un camión es tan largo que se queda atascado entre dos calles, estarán allí para censurar las maniobras del conductor, y en cualquiera de las situaciones, a la más mínima oportunidad estarán allí para dirigir y reprochar, porque por desgracia están acostumbrados a que se cuente con su opinión cada vez menos, así que la dan en cuanto pueden, aunque no les hagan caso. Si tenemos suerte todos nos jubilaremos algún día, y descubriremos el por qué de muchas cosas.

domingo, 23 de marzo de 2014

Sitio para tres 08/03/14

Ya nos habíamos acostumbrado a guardar un sitio para Marta, así que cuando llegó todo fue más fácil. Los camareros se extrañaban al ver a dos personas y tres sillas, y pensarían que estábamos algo tocados del ala, pero no hay por qué dar explicaciones a la gente. Que piensen lo que quieran. Aun así nos quedamos cortos, porque el sitio que ocupa Marta es más grande del que preveíamos, y una silla no es suficiente para ella. Llegó y lo inundó todo, y eso que por ahora sólo dirige desde su trono y todavía no recorre la casa a sus anchas. Llenó su habitación de juguetes, el tendedero de ropa, la cocina de biberones y las mesas de chupetes. Llegó e hizo más cortas nuestras comidas y nuestras siestas, más pequeños los maleteros y más largos nuestros viajes. Llegó y llenó los amaneceres de sonrisas, las mañanas de juegos y balbuceos y las tardes de miradas curiosas. Llegó y ocupó nuestro tiempo y nuestras atenciones, pero tiene el don de cambiar el cansancio por felicidad con sus pícaros y sonrientes ojos. Marta ya ocupa su lugar en el mundo, un lugar grande que se hace más grande cada día, un lugar que no sabemos con qué estaría ocupado antes, porque parece que siempre ha estado ocupado por ella.

Motes y orgullo 09/03/14

Hay países, como todos los de tradición anglosajona, en los que sólo se tiene un nombre y un apellido, que suele ser el del padre, y como mucho se suele añadir un segundo nombre que se usa poco más que para poner su inicial entre en primer nombre y el apellido. En España heredamos el apellido de la madre igual que el del padre, tenemos nombres compuestos que solemos usar y si el apellido del padre es muy común, como García, hay quien se apunta los dos del padre separados por un guión, como García-Escudero, inventando un nuevo apellido compuesto. Por si fuera poco todo esto, también somos muy de ponernos mote o motes, porque solemos tener más de uno. En los pueblos se puede heredar el mote de la familia de la madre o de la del padre, o los dos, y también te pueden asignar un nuevo mote a ti, con lo que la cosa se complica. Los motes heredados se suelen llevar con orgullo porque solemos sentir orgullo cuando nos relacionan con nuestra familia, pero los que nos tocan a nosotros no siempre los aceptamos bien desde el principio. No es lo mismo que  te llamen Pelona porque se lo llamaba a tu abuelo que por que estés calvo con veinte años. Con el tiempo y la costumbre los motes se terminan aceptando, más por resignación que por otra cosa, y es que cuanto más se resiste uno a ellos, más se cabrea y más discute, más disfrutan los demás diciéndolos. Así que no hay nada mejor que hacer como que no nos importa, porque así es más probable que dejen de llamarnos por él. Eso o asumirlo con orgullo, como una forma de que todo el mundo nos reconozca a nosotros, a nuestros futuros hijos y a nuestros negocios:

-¿Dónde vas a comer hoy?
- Donde la gorda.

viernes, 21 de marzo de 2014

El plástico 07/03/14

Cuenta la leyenda que la única construcción humana que se puede ver desde el espacio es la Gran Muralla China, que por cierto no es una única muralla si no varias construidas en diferentes épocas y en diferentes lugares, aunque hay una parte confín de casi 9.000 km. Es una leyenda porque es falso, ya que aunque por su longitud de kilómetros sí podría verse, sólo tiene un ancho de unos cinco o seis metros, que hace imposible que se vea desde el espacio. Hay carreteras mucho más anchas y no se ven, así que la Gran Muralla China tampoco. Lo que sí parece que se ve, aunque tampoco he subido a comprobarlo pero he visto en fotos, es el mar de plástico que cubre El Ejido y Roquetas de Mar, y bajo el que hay cultivos para toda Europa y parte del extranjero. Allí hace mucho que viven del plástico, o de lo que plantan debajo del plástico y allí crece más rápido y fuera de la época en la que debería crecer.

Según avanzaba la crisis he visto cubrir campos de plástico que antes no se cubrían, y he visto volver a trabajar en otros que se habían abandonado, supongo que al perder sus dueños otros ingresos y verse obligados a volver al campo y es que la agricultura es el único sector que no ha ganado parados durante la crisis. En España tenemos sol de sobra para que nuestro campo de frutos todo el año, y aunque el agua falte a veces, los agricultores han aprendido a cuidarla como oro en paño, pero el trabajo en el campo es tan duro como necesario, y es un trabajo al que sólo queremos volver cuando no queda otra salida, porque qué fácil se ve la vida delante de un ordenador.

Caer con estilo 06/03/14

No se cómo sobrevivíamos antes de tener teléfonos móviles. Llegamos pronto o alguien nos hace esperar y sacamos el móvil. Estamos en la cola  supermercado y sacamos el móvil. Hay anuncios en la televisión y sacamos el móvil. Estamos tomando café con alguien, va al baño y sacamos el móvil. Vamos andando solos por la calle y vamos mirando el móvil. Los tiempos de espera antes debería ser muy aburridos, y es que me paro a pensar y no sé a que me dedicaba antes mientras esperaba. Supongo que a leer la carta de la cafetería o a ver los anuncios de la tele. Lo de ir por la calle mirando el móvil es algo más peligroso que perdernos los anuncios. Vamos andando de memoria y confiando el mundo a nuestra visión periférica, con la que lo vemos todo pero nos perdemos algunos detalles, como que aparezca un escalón en el suelo que no recordábamos o un coche conducido por otro que también atiende al móvil. Siempre ha habido despistes y despistados y siempre ha habido caídas por no ver el escalón de la acera, o golpes por no ver la farola, pero con los teléfonos móviles hemos multiplicado nuestros traspiés tanto como nuestros mensajes de texto y si antes lo hacíamos con naturalidad ahora lo hacemos con mucha más porque ahora tenemos una excusa para no tener que mirar alrededor: nos caemos y nos levantamos como si nada, haciendo como que seguimos mirando el móvil para aparentar que era todo parte del espectáculo, pero lo que hacemos realmente es prestar atención a lo que nos rodea comprobando si alguien se ha dado cuenta, esperando doblar la esquina para comprobar que tenemos todo en su sitio, y si algo se ha desprendido, que parezca que lo hemos colocado nosotros así.   

jueves, 20 de marzo de 2014

Telarañas 05/03/14

Empezaba a hacer buen tiempo así que María por fin se decidió. Llevaba tiempo queriendo hacer deporte y poniéndose excusas para no hacerlo. La edad iba pesando y poco a poco estaba dejando de tener ese envidiable cuerpo de adolescente que parecía que nunca iba a cambiar, pero todo cambia, y todo es a peor cuando no lo cuidas. Había dado una vuelta por el gimnasio de la mano de unas amigas y pensó que era su sitio, porque estaba cubierto, no hacía frío y había gente con la que charlar, así que fue a una tienda de deportes a comprar el equipo. Tuvo que preguntar porque nunca había estado en una, y ni si quiera se había fijado en que en su pueblo había dos. Eligió un chándal rosa, un par de camisetas de manga corta y unas zapatillas de baloncesto. Supo que eran de baloncesto cuando su hermano se lo dijo al llegar a casa, pero a ella le dio igual, porque eran las que le gustaban. Pagó el bono de seis meses en el gimnasio porque así se ahorraba bastante, y su ilusión la llevó a pensar que iba a estar para siempre haciendo deporte. Quince días después Joaquín se sentó en la bicicleta estática de al lado y pasearon juntos toda la tarde, sin bajarse de las bicis. Esa fue la última tarde que entró en el gimnasio y esa fue la última tarde que usó sus zapatillas de baloncesto. Las dejó aireándose en la ventana. Cambió unas ilusiones por otras, cambió de vida y cambió de barrio. Su madre no se atreve a tocar sus cosas, no sea que María tenga que volver a casa en busca de sus viejas ilusiones y le toque limpiar las telarañas.

Día de obligaciones 04/03/14

La realidad siempre vuelve, o más bien nosotros somos lo que volvemos a la realidad cuando nos levantamos cada día normal y encontramos nuestros quehaceres después de unas vacaciones o unas fiestas. Nos la encontramos en la oficina con forma de una torre de papeles que nos espera, o en la oficina del paro a los que no tienen suerte de tener oficina propia. Nos espera en el madrugón, en la parada del autobús, en el atasco, en la sala de espera del médico, en el jefe que se disfraza de teniente coronel o en el armario lleno de ropa que planchar. Nos quitamos la careta de disfrutar y nos ponemos la de trabajar. Es fácil decir que tenemos que disfrutar de esas cosas diarias, lo difícil es disfrutar de ellas porque a nosotros lo que nos gusta es disfrutar de nuestro tiempo libre y de nuestras vacaciones, si no no llamaríamos tiempo libre al tiempo libre, ni días de descanso a los días de descanso ni vacaciones a las vacaciones. Los llamamos así porque el resto del tiempo del resto de los días tiene más de obligación que de devoción.

Hay días de obligaciones que son especialmente sacrificados, y de los que es especialmente difícil disfrutar, como el día de hoy para mi. Un día en el que he tenido que acortar mis vacaciones para asistir como a un juicio (como perito, no me he metido en problemas), he esperado durante tres horas para contestar tres preguntas en dos minutos cuando ya no quedaba nadie más en el edificio. Que nadie me pida hoy disfrutar de mis obligaciones diarias, porque hoy, mientras esperaba a solas en un pasillo vacío, sólo pensaba en que preferiría estar disfrazado que viviendo la realidad.

miércoles, 19 de marzo de 2014

... Carnaval 03/03/14

Esto es Badajoz. Esto es febrero, aunque algunos años febrero se disfraza de marzo. Esto es frío que no impide que los disfraces inunden las calles de amanecer a amanecer, aunque por muchas capas de ropa que lleves, el frío cala hasta los huesos. Esto es agua, porque en España llueve cuando no queremos que llueva, y el agua moja las pelucas, corre el maquillaje y congela los pies. Esto es alcohol, porque no entendemos una fiesta sin él, y al menos el alcohol calienta del frío como unos calcetines de más. Esto son barullos de gente, bares que necesitan literas para alojar a los clientes y calles que se llenan de fachada a fachada. Esto es empalmar un día con otro durmiendo la mitad de lo normal, si hay suerte. Esto es para valientes a los que ni el frío, ni el agua, ni el cansancio mantienen en la mesa camilla, a no ser que la mesa camilla sea parte del disfraz. Esto es ir perdiendo el disfraz por las esquinas, con la preocupación de que llegue hasta el lunes. Esto es prometer acostarte temprano para ir al desfile para más tarde prometer no acostarte para ir al desfile. Esto es desayunar migas o buscar una cama que alimente más que el pan. Esto es acostarte con música en los oídos, lucecitas en los ojos y escarcha en el pelo, y levantarte con maquillaje en la almohada, piernas entumecidas y un agujero en el estómago. Esto también es Carnaval y lo esperaremos ansiosos cada año.

Esto es... 02/03/14

Esto es una ciudad en fiestas. Esto son murgas que escriben y ensayan durante meses, que suben a las tablas de un teatro como si fueran profesionales, pero que además de aplausos buscan lo que ningún profesional: que se rían de ellos. Esto son comparsas que inventan bailes para que la calle se mueva a su ritmo. Esto son miles de personas anónimas que buscan divertirse y divertir, que trabajan cientos de horas en un disfraz o que se ponen lo primero que encuentran para disfrutar y alegrar a los demás. Esto son unas calles que sueltan risas por las esquinas y que retumban con tambores y platillos, donde todo está al revés y donde cada paso es una nueva sorpresa. Osos de peluche bebiendo alcohol, vacas comiendo bocadillos, indios mirando el móvil, superhéroes sin superpoderes, bebés de metro ochenta, mujeres con barba, músculos de gomaespuma, astronautas hablando con esquimales, dinero de cartón y joyas de plástico. Esto son días en los que ser lo que uno desea, o en los que denunciar lo que no nos gusta. Esto son días de enseñar los dientes, riéndonos o señalando con enfado las injusticias y a los injustos. Esto es gente que dedica su tiempo a hacer disfrutar a los demás gratis, en una época en la que nada es gratis. Esto son cuatro días en los que gastar las fuerzas acumuladas, en los que no parar en casa, en los que mezclar las risas y la emoción, las críticas y los aplausos, la parodia y el homenaje. Estos son días de máquinas de coser y pistolas de silicona echando humo, de telas de colores y de caras pintadas, de imaginación y de burla. Esto es alegría pese a las penas, ¡esto es Carnaval!

martes, 18 de marzo de 2014

Camino de baldosas amarillas 01/03/14

Paseo hoy por el mismo lugar por el que paseaba con diez años. Como Dorothy después del tornado que la sacó de Kansas, me encuentro un camino de baldosas amarillas que seguir, aunque no me acompañan ni un león, ni un espantapájaros ni un hombre de hojalata, si no mi mujer y mi hija Marta. Paseo orgulloso con ellas enseñándoles mi barrio, que ya no es el que era entonces, sin que Marta preste todavía atención a mis palabras, pero sonríe y mira a su alrededor. Antes de haber edificios y baldosas amarillas aquí terminaba la ciudad y empezaba el campo, y todas mis explicaciones son del tipo: "aquí estaba...", "aquí veníamos... "," aquí fue donde...". Todo es tan distinto que realmente parece que un tornado me ha llevado de la tierra que conozco a un reino lejano, pero tampoco he dejado a mi familia resguardada en el sótano, si no que nos esperan en casa para comer, ni vamos en busca  ningún mago. Sólo buscamos a mis amigos de siempre con sus mujeres y con los niños que se van sumando. Antes subíamos en bici por el camino que llevaba a lo alto del cerro y ahora empezamos a empujar carritos sobre las baldosas amarillas. Algunas cosas no cambian después de veinte años, otras mejoran y el resto las recordamos siempre.

lunes, 17 de marzo de 2014

A casa por Carnaval 28/02/14

Cada ciudad tiene sus fiestas, porque suelen ser más de una, pero entre ellas suele tener su Fiesta. Su Fiesta puede variar dependiendo de a quién le preguntes, porque como se suele decir: para gustos, las fiestas. Para mi, mi Fiesta, y la fiesta de mi ciudad, que es Badajoz, son los carnavales. Badajoz es mi ciudad porque me vio nacer, me crió, me enseñó, me hizo disfrutar y es la que echo más de menos, aunque y porque la vida me ha llevado a otras ciudades que también reconozco como mías en menor o mayor medida. A lo mejor le preguntas a otros pacenses y te dicen que su Fiesta es la Feria de San Juan, o la Semana Santa, o la Romería de Bótoa y seguro que no se equivocan, pero para mi, la que me ha hecho disfrutar e implicarme más es ésta. Es la que hace diferente a Badajoz de tantas otras, es la que te hace reír y llorar con sus murgas, la que te anima e impresiona con el desfile y baile de sus comparsas, la que te hace olvidarte del frío y del cansancio cuando ves tanta gente en la calle que imaginas las casas vacías. Es la que hace que toda la ciudad coja hilo y aguja, silicona y brillantina, plumas y pinturas, caretas y pelucas y se eche a la calle a reír y a disfrutar, y a hacer reír y disfrutar a los demás. No importa dedicar semanas a preparar disfraces para disfrutar unas horas, porque la preparación es parte del disfrute. Yo me preparo en la distancia pensando en volver a casa, en encontrarme con los míos, en sorprenderme con los disfraces de los demás y en mostrar el mío con orgullo y con ganas de que los demás se rían conmigo o se rían de mi, no me importa. Nunca me falta la ayuda de mi familia que llega donde yo no puedo, y que ya me esperan. Es día de volver a casa como sea, en coche, autobús, tren o patinete. Espera una ciudad en fiestas.

En babuchas, pero con estilo 27/02/14

Los que tienen trabajo en España pasan mucho tiempo fuera de casa. En España tenemos horarios imposibles que nos llevan a pasar más tiempo en el trabajo que en el sofá de casa, así que cuando volvemos al sofá queremos estar cómodos. Los que no tienen trabajo tienen la excusa contraria, pasan tantas horas en casa que quieren estar más cómodos aún, así que buscan cómodas ropas para estar en el sofá. Nos venden, y compramos, pijamas que no parecen del todo pijamas, si no más bien ropa de estar por casa, para que así no nos de tanto apuro estar con ella fuera de la cama. Es ropa para estar emperrados cuando no esperamos visitas, aunque a las de confianza no nos importa recibirlas así. Para completar el conjunto calzamos nuestros pies con alpargatas y pantuflas de lo más variado, como gigantes patas de animales, zapatillas con el escudo de nuestro equipo o imitaciones de zapatos de calle para los que no quieren aparentar ir en ropa de casa. La variedad es infinita, y si bien es fácil ir por la calle y encontrar a alguien vistiendo tu misma camisa o tus mismos zapatos, es casi imposible encontrar a otro calzando tus pantuflas. Será porque cada vez que venden una de un modelo retiran el resto del mercado. 

Hay gente que se siente tan cómoda en pijama que no les importa salir a la calle con él a tirar la basura a última hora del día o a pasear al perro a primera hora de la mañana, y es que pensarán que para cinco minutos que van a tardar no les sale a cuenta cambiarse dos veces de ropa. Algunos, aunque en este caso es justo especificar que suelen ser algunas, han cogido costumbre y confianza y después de pasear al perro van a la panadería, y tras comprar el pan desayunan en bata, y si se descuidan con los rulos, y suelen ser causalmente de las que llevan pijamas y pantuflas que parecen pijamas y pantuflas. Algún día cazaré a alguna de esta guisa y tendré para otro artículo. He visto en algún bar cartelitos en los que avisan de no atender a nadie en pijama, y he visto en una fiesta de fin de año a una cuadrilla de chavalas que a la media hora de entrar y al no aguantar los tacones de aguja los han cambiado por babuchas de estar por casa. Eso sí, aprovechando la gran variedad que hay, todas tenían plumas, brillantitos o pompones y todas las llevaban a juego con el bolso.

domingo, 16 de marzo de 2014

Adiós, fax, adiós 26/02/14

Demasiado a durado y ya hoy es su último día conmigo. Llegaron a ser los reyes en las oficinas durante algunos años, cuando resultaba mágico introducir un documento por un aparato conectado a una línea de teléfono y que apareciera casi instantáneamente en otro aparato igual sólo tras indicar su número. Pero hoy es difícil encontrar una línea de teléfono que no tenga internet, así que el correo electrónico ha mandado al fax al olvido. Ahora con un teléfono móvil podemos escanear cualquier documento y mandarlo desde cualquier sitio y sobre la marcha, además, el ahorro que supone no tener que gastar papel y tinta ha empujado a las empresas a fomentar el uso del correo electrónico frente al fax, y actualmente el fax es un aparato encendido y sin uso. Yo lo mantenía activo por un único cliente que me mandaba regularmente alguna documentación, y sólo había recibido cosas suyas en el último año y medio. Pero he decidido que se acabó que hoy termina definitivamente la era fax para mi. Fuiste un gran compañero de trabajo, pero te llegó la jubilación.

sábado, 15 de marzo de 2014

Para terminar así 25/02 /14

Es lo que tiene querer vender de todo. Tenían los ingredientes para hacerse ricos y seguro que lo han conseguido, pero a costa de perder la dignidad: un personaje de dibujos animados que gusta tanto a niños como a jóvenes, niños con antojos por el personaje de moda, padres con ganas de satisfacer a sus hijos y jóvenes que no quieren dejar de ser niños, y que se compran cosas de los personajes de moda de ahora, ahora que tienen dinero, porque cuando eran niños sus padres no podían complacerlos. Miles de productos en venta para millones de potenciales compradores, desde mochilas, peluches y libros, a golosinas, camisetas y sábanas. Los diseñaron y los vendieron.  Pero aspiraban a vender de todo y lo han conseguido. También pijamas, disfraces y ropa interior de niño. Los fabricaron y los vendieron. Y pensaron que los adultos también comprarían pijamas y ropa interior. Y algunos dijeron que sería demasiado, que no lo conseguirían, pero lo hicieron. Y así fue como le vendieron bragas de Bob Esponja a una señora que no se quiso dar cuenta de que en navidades había comido más de la cuenta, y que las mallas le quedaban más apretadas de lo recomendado. Y así fue como Bob Esponja terminó atrapado dónde y cómo nunca pensó terminar.

Sol y sombras 24/02/14

El sol de la tarde baja siguiendo el camino que acostumbra a llevar cada día,  y se nota que cada día le cuesta más llegar a su destino. El año va avanzando y el frío quiere ser cada vez más escaso, en un año en el que el frío ha sido especialmente escaso, pero el invierno lleva en nuestras vidas más años de los que desearíamos. Las calles se llenan de gente con ganas de pasear en un país en el que a la gente le gusta estar en la calle. Se llenan las aceras, se llenan las terrazas, se llenan las plazas y se llenan los caminos de gente que busca sol y que llena el suelo de sombras que se cruzan y se alargan hasta mezclarse unas con otras. Las noticias hablan de recuperación, de menos paro, de empresas que ganan, de inversiones extranjeras y de confianza, pero la sombra que persigue a la gente está cargada de mentiras políticas, bajadas de sueldos, subidas de precios y subidas de impuestos, y sienten que el invierno de la crisis les pesa demasiado en la espalda como para creer en las noticias. Las sombras son largas y pesadas pero la gente se olvida de todo por un rato para disfrutar del sol de la tarde, porque nos hemos acostumbrado a vivir así. Hay sonrisas en las caras de la gente, aunque las sonrisas no generan sombra porque los que cargan nuestra sombra de problemas no merecen que nosotros sumemos nuestra sonrisa. Pero la gente llena la calle con sonrisas, sonrisas a pesar de todo.

viernes, 14 de marzo de 2014

Ultim bus 23/02 /14

A los turistas se les ve de lejos, y los comerciantes de las zonas turísticas tienen un desarrollado sentido para reconocer hasta la nacionalidad de cada turista sólo por la pinta, como las señoras mayores de los pueblos que te ven aparecer después de varios años y te reconocen dentro de una familia o de otra "por la pinta". Los turistas europeos llegan a España y ponen en manga corta ya sea febrero o agosto, aunque ellos se sienten más cómodos en febrero que en agosto, cuando ves a algunos rojos como tomates y sudorosos como si vinieran de correr. Nosotros vamos con nuestro abrigo o nuestro jersey y nos llama la atención las ganas que tienen de enseñar las canillas, pero es normal. Media Europa está nevada en estas fechas y la otra media no sabemos como está porque nadie sale a la calle para comprobarlo. Pero nosotros no nos salvamos, porque también somos turistas, lo que pasa es que no nos damos cuenta de que también llamamos la atención allá donde vayamos y de que algunas veces hacemos el ridículo. Yo he sido turista en Noruega y en agosto, cuando el recibimiento del pueblo de montaña donde pernoctábamos fue un termómetro a menos dos grados centígrados. A nosotros nos faltaba poco para llevar orejeras mientras que los noruegos iban con una manguita fina. Se veía de lejos que no éramos noruegos. 

A estas que estábamos en un pueblecito pequeño escondido entre montañas y fiordos. Habíamos llegado en el último ferry de la tarde y la única forma de salir de allí era un autobús que comunicaba con otro pueblo desde el que ya se podía enlazar con más destinos. Estábamos esperando a que se llenara el autobús y apareció un grupo de valientes españoles del que se adelantó el que tenía pinta de más espabilado. El líder del grupo de españoles empieza a mirar los carteles de la puerta del autobús buscando información, y al no entender nada se dirige al conductor: 

- Sorry!, Sorry! (Pidiendo perdón por haber hecho algo mal cuando debería decir: Excuse me!, que es llamar la atención disculpándose por molestar).

Cuando vio que el conductor le miraba preguntó:

- This is the "horari"? (Queriendo preguntar: This is the schedule? que se traduce como: ¿Este es el horario?).

A lo que el fornido noruego respondió con una fruncida mirada de extrañeza. El líder lo repitió un par de veces y al no obtener respuesta cambió de pregunta:

- This is de "ultim" bus? (Queriendo preguntar: This is the last bus?, que se traduce como: ¿Este es el último autobús?).

El noruego le dijo que no entendía nada, y el español intentó una última pregunta:

- "ultim" bus o "posteriori" bus? (Queriendo preguntar: This is the last bus or is there any after?, que se traduce como: Este es el último autobús o hay alguno después?).

A falta de una respuesta satisfactoria del conductor, el líder se giró hacia su grupo y les dijo:

- Este tío no habla inglés, pero nos vamos a ir con él por si acaso no hay más autobuses.

Mi inglés da para poco más que preguntar y pedir que me repitan lo que no entiendo, así que tampoco me voy a poner estupendo. Por un lado me hace gracia ver como otros creen que saben hablar un idioma y hacen el ridículo de esta forma, y por otro me alegra que no tengan vergüenza a equivocarse, porque es la forma de viajar por ahí sin miedo a nada. Seguro que hay otros que hablando mejor inglés no se atreven a viajar por miedo a no entender nada. Nos podemos reír de un inglés con chanclas y calcetines blancos en Benidorm o de un español pidiendo jamón en Oslo, pero mientras, ellos disfrutan viajando y nuestras risas les importan poco.


jueves, 13 de marzo de 2014

Morir en la cuesta 22/02/14

El nueve de septiembre escribí "Vivir en la cuesta", sobre casas que viven toda su vida en una cuesta, sin venirse abajo, y sobre las personas, que vivimos salvando cuestas todo el año y toda la vida, intentando seguir adelante pese a las dificultades. Hoy he pasado por la misma calle de hace cinco meses, y sólo dos casas más abajo me encuentro con una que está a punto de morir en la cuesta. 

Está a punto de darse por vencida después de años de esfuerzo permanente y se viene abajo literalmente. Parece que no aguanta más, y como un enfermo desahuciado han colocado a su alrededor unas cintas de plástico, para que nadie se acerque ni a despedirse. La casa estaba bien hasta hace poco, pero vivir en la cuesta es difícil, y más difícil es vivir sin apoyos, y a éste le quitaron el apoyo sin avisar y sin tiempo para buscar otro. Derribaron la casa de abajo y a lo mejor tocaron más de la cuenta, o a lo mejor se había acostumbrado a vivir con ayuda y no ha sabido vivir sin ella. Esperemos que sus dueños, que seguro que le deben mucho, hagan lo posible por mantenerla en pie.

Vivimos muchas dificultades y en tiempos en los que esas dificultades se multiplican, y si es difícil superarlas lo es más superarlas sólo. Las cuestas se suben mejor apoyados hombro con hombro.

miércoles, 12 de marzo de 2014

La siesta 21/02/14

Suena el teléfono hasta que se terminan las señales de llamada y Paco todavía no lo ha encontrado.
- Pepa, ¿dónde me has puesto el móvil?.
- Yo tu móvil no lo he visto hoy. Tu sabrás dónde lo has dejado.
Paco se para un momento como un cazador que escucha los movimientos de su presa traídos por el viento. El teléfono empieza a sonar de nuevo y se lanza a buscarlo por dónde cree que se esconde, pero a los pocos pasos da la vuelta al notar que se está alejando del sonido. 
- ¡Paco!, ¿Quieres contestar ya?, ¡que me estás poniendo mala!.
Entra de nuevo en el salón y va mirando por mesas y estantes, mientras nota que el volumen sube al ritmo que se acelera su corazón. Lleva diez minutos buscando y ya está nervioso y cansado, por el cansino tono de llamada y por la cara de su mujer, que lo mira con reproche cada vez que pasa cerca. 
- Menuda tarde me estás dando. No se para qué tienes móvil, si nunca lo encuentras cuando lo necesitas y nunca contestas cuando te necesitamos los demás.
Se sienta en el sillón a pensar un momento y le empieza a vibrar el culo. Siente más alivio que susto cuando encuentra el aparato entre el cojín y el sillón.
- ¿Diga?
- ¿Dónde te metes? llevo llamando un rato...
- Estaba en el baño, pero ya he terminado. Dime.
- Hoy hay partido a las cuatro, ¿dónde vamos a verlo?
- Vamos al bar y nos tomamos algo, que allí se está bien tranquilo.
- Es una hora muy mala, ¿no es mejor verlo en casa?
- No. Yo como temprano y salgo corriendo, que en casa mi mujer no me deja dormir la siesta.

Estimados clientes 20/02/14

La burbuja inmobiliaria la inflamos, voluntariamente o no, entre todos los que compramos o vendimos viviendas, pero lo hicimos con el aire que nos daban los bancos. Si no hubiera sido porque ellos aumentaron los plazos de devolución de los préstamos hasta treinta, cuarenta y cincuenta años, los precios no habrían subido tanto, porque lo que limita el precio de la vivienda que podemos comprar es la cuota mensual, no el precio en si. Durante unos años los bancos y cajas abrían oficinas en cada esquina, en ocasiones sólo con la excusa de haber financiado la construcción de una promoción cercana, y con la esperanza de quedarse como clientes a los compradores de esas viviendas. Lo veían como una forma de empezar en una plaza Nueva, y así teníamos cajas asturianas con oficinas en Málaga, o aragonesas en Murcia, todas levantadas a la estela de las nuevas construcciones. Eran muchas oficinas para repartirse los clientes los mismos clientes, y es que a lo mejor los bancos también vivieron por encima de sus posibilidades. Con la crisis llegaron los recortes de personal y el cierre de oficinas, y en las puertas de las mismas se empezaron a colocar carteles que decían cosas como: "hemos trasladado esta oficina a Villaconejos de la Sierra", cosa que todos veían falsa porque sabían que la de Villaconejos ya existía de antes. Como los clientes hipotecados en los años de la burbuja deben más dinero del que valen sus casas no pueden cambiar de banco, muchos se encuentran abandonados por el suyo, como el caso extremo de la única oficina que había en la isla de La Graciosa, que al cerrar recordaba a sus clientes que les seguirían atendiendo en la oficina más cercana, en Lanzarote. Cualquiera va a reclamar ahora las comisiones de mantenimiento a Villaconejos, con la de curvas que debe haber en la carretera de la Sierra, al menos los de la Graciosa se dan un bonito paseo en barco con el que templar los ánimos antes de vérselas de frente con el nuevo director. 

martes, 11 de marzo de 2014

Villa Bichitos 19/02/14

Diez años ahorrando y dos esperando a que la promotora termine tu casa dan mucho tiempo de margen para pensar en un nombre que ponerle, en el caso de que quieras ponerle nombre a tu casa. Para una pareja debe ser algo parecido a buscar el nombre de un hijo, con las mismas discusiones, las mismas preferencias y los mismos recuerdos vinculados a un nombre u otro, con  ventaja de que a una casa se le puede cambiar de nombre encargando azulejos nuevos a cualquier alfarero de Salvatierra  los Barros, así que hay menos miedo a equivocarse con un mal nombre. Cualquiera sabe cuál es el razonamiento por el que alguien le pone a su casa Villa Bichitos. Puede que sea un mote familiar heredado, un apodo cariñoso para los niños o  problema en las plantas del jardín, pero lo que es seguro es que los amigos tienen una pregunta fija con la que empezar la conversación en las visitas. 

lunes, 10 de marzo de 2014

La casa sin armarios 18/02/14

En la casa ya no había sitio para más literas cuando el llegó, o lo llegaron, porque los niños no llegan por su cuenta si nadie los encarga. Era una casa pequeña, con sólo dos dormitorios en los que había muchas sábanas y pocas alfombras, y en los que fregar el suelo era tan difícil como hacer las camas. Eran tantos niños y tan seguidos que la ropa iba pasando de unos a otros a través de la lavadora, sin necesidad de doblarse y colocarse en armarios. Lo llevaban todo puesto, hasta la comida, que encontraba estómagos tan vacíos y bocas tan abiertas al entrar en casa, que tardaba menos en ser consumida que en ser guardada en la alacena, así que usaban los huecos para otras cosas. Usaban los huecos para guardar niños, que guardaban a su vez comida y ropa en donde debería haber cajones y estantes, y a  le tocó bajo la escalera. Niños con cajones por estómago y perchas por hombros que tenían prohibido crecer antes de que los mayores abandonaran la casa, y si crecían, sus padres los castigaban mirando un rincón en casa del vecino, porque en la suya no había rincones libres.

Casas como las de antes 17/02/14

Escucho muchas veces la expresión: "ya no hacen casas como las de antes", dentro de la impresión generalizada de que cualquier tiempo pasado fue mejor, expresión con la que no puedo estar más en desacuerdo en la mayoría de los casos. Como en tantas otras cosas comparamos sólo lo bueno que recordamos con sólo lo malo que vemos ahora, y ocurre como con la expresión: "vivimos en un país tercermundista", que empleamos cuando se colapsa una autovía, un aeropuerto o cuando tardan más de la cuenta en hacernos una radiografía en un hospital, y no nos damos cuenta que en el tercer mundo no hay autovías, y los lugareños no han visitado nunca un aeropuerto o una sala de rayos x. A lo que iba, que decimos muy a la ligera que las casas de antes eran mejores que las de ahora, sólo porque las de antes tuvieran gruesos muros que guardaba mejor del calor y a las de ahora les entra humedad por la ventana. No nos acordamos, que en muchas casas no había baño hasta hace cuatro días, que muchas habitaciones no tenían ventanas a la calle, si no una puerta a otra habitación, que en muchas las escaleras eran estrechas y empinadas, que había suelos en los que no se podía quedar quieta una pelota, o que los gruesos muros a parte de mantener fresca la casa a veces las mantenían también muy húmedas. Es cierto que en la construcción ha habido mucho pirata suelto que no ha hecho bien su trabajo y que se lo ha llevado calentito, pero que haya casas que no se hayan construido como se debía no significa que sean peores que las de antes, y el que no esté de acuerdo que visite la mayoría de las casas de más de cuarenta años, a ver si están bien construidas o no, y no me refiero a que estén viejas por la edad, si no bien construidas. Yo estoy cansado de visitar casas, y una ventana con humedad se sella, pero un forjado desnivelado...

Reparto a domicilio 16/02/14

Cuando era niño vivía en unos bloques algo aislados del resto la ciudad, y estábamos acostumbrados a recibir las visitas de muchos vendedores a los que reconocíamos por la bocina de sus vehículos. Cuando no estábamos en el colegio, los niños nos arremolinábamos junto a sus coches y junto a nuestras madres, que hacían la compra en la puerta de casa con sus bolsas de tela. Venía el camión del butano, el panadero, que creo recordar que también traía huevos, el lechero, que traía leche fresca en bolsas de plástico, y hasta un vendedor de pescado en una moto. Es difícil encontrar ahora un vendedor de pescado a domicilio, y es que en treinta años han cambiado muchas cosas, entre otras los controles sanitarios a los alimentos. Hay lugares donde siguen llevando el pan y la leche, pero con los precios que tienen en los supermercados en poco rentable el reparto a domicilio. El butano nos lo siguen trayendo a casa, aunque cada vez hay más calentadores eléctricos, más depósitos y más gas ciudad. En cambio ahora hay más empresas de paquetería que llevan y traen todo lo que se vende por internet, ya sean objetos de segunda mano que nos vendemos unos a otros o cualquier otra cosa que compramos por internet, que cada vez son más. Es curioso como cambian ciertas cosas de una forma que no acertamos a predecir, por que a mi no se me habría ocurrido pensar que iba a preferir ir a hacer cola al supermercado antes esperar a reconocer la bocina del panadero por la ventana. Tampoco que algún día iba a comprar un teléfono móvil por internet sin verlo o tocarlo antes, ni si quiera que iba a tener un teléfono que llevar en el bolsillo, y que habría algo parecido a internet. Por contra hay cosas que cambian para volver a lo mismo más tarde, como las bolsas de tela con las que comprábamos hace treinta años, que abandonamos porque nos regalaban todas las de plástico que necesitásemos y que volvemos a usar ahora porque el plástico contamina mucho. Quién sabe, lo mismo a alguien se le ocurre vender pescado por internet y nos lo manda a casa en neveritas directo desde la lonja, ya no me sorprendería nada.

viernes, 7 de marzo de 2014

Coches como los de antes 15/02/14

Según vamos creciendo vamos echando de menos las cosas que dejamos atrás. Nos gustan las cosas nuevas, como todos los aparatos que inventan y que antes no existían o como los coches nuevos cargados de botones y nuevas tecnologías, y dejamos gustosos lo que usamos y nos parece viejo por lo que nos llega y es nuevo, aunque haya poca diferencia. En cambio empezamos a echar de menos las cosas que usábamos hace unos años, porque para nosotros pasan de ser viejas a ser clásicas. Somos así, nos gusta quitarnos de encima todo lo que no sea completamente moderno y actual, pero a la vez nos gusta recordar con nostalgia las cosas más viejas aún que nos quitamos de encima hace unos años, y que entonces nos sobraban. Sustituimos en cuanto podemos un Iphone 4 por un Iphone 5 pero hablamos de lo buenos que eran los viejos Nokia de pantalla verde, a los que la batería les duraba una semana. Cambiamos un Reanult Megane de 2006 por uno de 2014 pero lo que de verdad decimos que querríamos tener es el Renault 4 de 1975. Somos así, nos gusta lo que no tenemos, pero nos gusta más aún lo que no podemos tener, y además solemos pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Cuando pensamos en el pasado con nostalgia sólo nos acordamos de lo bueno, recordamos las cosas malas pero decimos: "Nos faltaban muchas cosas, pero éramos felices". En cambio vivimos el presente añorando el pasado y deseando el futuro, sin pararnos muchas veces a disfrutar del momento. A lo mejor recordamos el pasado con deseo de volver a repetirlo porque cuando el pasado era nuestro presente, no lo disfrutamos lo suficiente, y hasta que no pasa el tiempo no nos damos cuenta de lo felices que éramos, o que somos ahora, así que no tengamos tanta prisa en pensar en el mañana, porque mañana echaremos de menos lo que hemos pasado corriendo hoy.

jueves, 6 de marzo de 2014

El día de... 14/02/14

Hoy es San Valentín, también conocido como el Día de los Enamorados. Hoy muchos enamorados harán méritos para demostrar su amor como no lo hacen desde hace un año exactamente, mientras otros harán lo mismo que cualquier otro día del año, ya sea mucho o poco. Los "Días de" han llenado nuestro calendario, y ya quedan pocas fechas libres en las que celebrar algo nuevo. Existen el Día del Padre y el Día de la Madre, como también el Día de los Abuelos. Algunas de estas celebraciones son muy antiguas y el origen de su tradición es difícil de encontrar, pero otras se han añadido recientemente a nuestras vidas. Los comerciantes se han preocupado de recordarnos estas señaladas fechas, quizás con la intención de promover la compra de regalos, quién sabe. Lo que pasa es que cuando uno escucha las noticias comprueba que casi todos los días son el Día de Algo, y es que tenemos desde los tradicionales Día del Trabajo, que por cierto, se celebra sin trabajar, Día de la Mujer Trabajadora, o Día del Libro, hasta los Día Mundial de la Voz, Día Internacional del Beso o Día Mundial del Sueño, pasando por los Días Mundiales de todas las enfermedades que nos podamos imaginar. 

Con la celebración de estos días, muchos colectivos llaman la atención sobre un problema en concreto, recordándonos que existe, como el Día Mundial del Síndrome de Down, Día Mundial del Donante de Sangre, o el Día del Orgullo Gay. Pero es que como digo hay Días de Todo, algunos tan sorprendentes como el Día Europeo del uso prudente de antibióticos, El Día Mundial del Espacio o el Día Mundial de la Población. Espero que en El Corte Inglés no se enteren de esto, porque ya imagino una campaña animándonos a que el 11 de julio regalemos algo a cada persona que encontremos por la calle, porque población somos todos.


miércoles, 5 de marzo de 2014

La vida brota 13/02/14

La vida brota y la vida vuelve, antes de lo que pensamos y y donde pensamos que no podría volver. La eliminamos de nuestro alrededor cuando ampliamos nuestras ciudades, arrasando con árboles y plantas para construir calles y casas y luego plantamos jardines artificiales difíciles de mantener. Vertemos hormigón y asfalto sobre la tierra porque necesitamos vivir y conducir, pero lo hacemos sin respeto por la naturaleza. Pero la naturaleza no necesita mucho para volver, y sólo espera que nos alejemos un tiempo de lo que hemos construido para reclamar lo que era suyo y recuperarlo. Calles sin usar y edificios abandonados pronto tienen pequeños brotes que pasarán a ser en hierbas altas y terminarán siendo matorrales y árboles. La vida brota y la vida vuelve, sólo espera a que salgamos por la puerta para entrar por la ventana.

Aquí empezó todo 12/02/14

Es relativamente fácil ver el pasado, pero sumamente difícil predecir el futuro. Podemos tener la certeza de que algo tiene que pasar, aunque lo realmente difícil es adelantar cuando, y esto pasó con el comienzo de esta crisis, con el final y con el principio y el final de todas las que hemos pasado. Sabemos que la economía no puede crecer eternamente sin pasar periodos en los que decrezca por haber crecido más rápido de la cuenta. Sabíamos que los pisos no iban a subir de precio eternamente, pero siguieron subiendo mientras muchos decían que se había alcanzado el techo, y los que acertaron lo hicieron seguramente porque todos los días lo decía alguien y alguien tenía que acertar. Ahora que llevamos unos años de crisis y que los precios de las viviendas están bajando, nos miramos unos a otros preguntándonos cómo no nos dimos cuenta de lo que iba a pasar, si estaba tan claro, y yo pienso que las cosas sólo se ven claras en las fotos, y todavía no hemos aprendido a hacer fotos al futuro. Ahora que muchos hablan de salir de la crisis, y que hay datos cada vez mejores hay quien habla también de subida de precios en las viviendas, y está claro que los precios volverán a subir, porque volveremos a construir viviendas, lo que no sabemos es si será dentro de un año o de diez, aunque siempre tendremos a alguien que se ponga la medalla de haber acertado. En algún momento volveremos a construir, eso está claro, pero no sabemos cuando, mientras, lo que sí sabemos es cuándo y dónde dejamos de hacerlo. Fue aquí, justo en la línea que separa estos dos bloques. En uno llegaron los propietarios para vivir, en el otro se fueron los albañiles camino del paro.


Pulsa y voy 11/02/14

Cuántas veces no habremos perseguido a un camarero con mirada desesperada primero y de odio después para que nos atienda. Cuantas veces no habremos dicho que no entendemos como en un restaurante pierden la oportunidad de vender más bebida, porque nos hemos pasado media comida sin ella. Cuántas veces no habremos comido sin bebida, y nos habrán traído la bebida cuando teníamos el plato vacío. Pues los malos tiempos pueden haber pasado, porque han aparecido unos aparatos con los que llamar al camarero pulsando un botón, sin necesidad de gritar "¡jefe!" ni "¡maestro!", cosa que agradecerán los camareros porque no creo que les haga mucha gracia que les llamen así, aunque se perderá un poco de nuestra esencia, que es comer en un ambiente ruidoso a más no poder. Creo que está bien pensado para evitar tener que dar gritos y estar pendiente de cuando pasen cerca, pero no creo que con esto nos vayan a atender antes, porque el problema es que los bares tienen un camarero por cada diez mesas, y así es imposible atender correctamente. Hay restaurantes donde esto no pasa y no hace falta casi levantar la cabeza para que te estén preguntando, pero cuanto más personal haya más caro será en menú, y preferimos gritar y esperar que pagar las croquetas a precio de oro. Hay países donde acostumbran a solucionar esto pagando una miseria a los camareros y confiando en que se ganen una parte importante de su sueldo a base de las cuantiosas y casi obligatorias propinas de los clientes satisfechos, pero vuelve a encarecer el servicio. Y es que no lo podemos tener todo, servicio atento y personalizado y precios económicos, porque el personal tiene que cobrar como nos gustaría cobrar a nosotros. Los aparatos de botones tienen la ventaja de que no cobran, pero tampoco traen los refrescos.

Tópicos 10/02/2014

Alguna vez he llegado a un aseo de un bar y no he sabido qué puerta era la mía porque hay quien se pasa de original tanto que es muy difícil averiguar cuál es el de hombres y cuál el de mujeres, o cuál el de caballeros y cuál el de damas, como se decía antes. En alguna ocasión he tenido que mirar primero dentro en busca de un urinario en la pared para confirmar que entraba en el correcto, pero hay muchos que ni tienen urinario en la pared ni un cartelito identificable en la puerta. Los que diseñan los cartelitos de las puertas recurren a los tópicos para intentar mostrarnos el camino, y lo solemos encontrar porque nos identificamos con dichos tópicos, o porque al menos identificamos los tópicos con el sexo correspondiente. Un bigote y unos labios pintados hacen fácil de reconocer la puerta correspondiente, aunque haya hombres que gusten de pintarse los labios y mujeres con bigote sin ser carnavales. Una falda en una silueta permite que los hombres se encaminen a la otra puerta, menos si estamos en Escocia. Un balón de fútbol y un bolso dejan poco a la imaginación y menos a las quejas de los señores que no les guste el fútbol, pero mucho a las quejas de las señoras a las que sí les gusta, y es que algunos tópicos suelen disgustar porque no siempre son ciertos, y aunque lo sean, generalizar con ellos tiene el peligro de olvidar las excepciones. Al menos, aunque cabreados porque nos metan en un saco que no es el nuestro, debemos agradecer entrar en nuestro aseo sin equivocarnos.