Suena el teléfono hasta que se terminan las señales de llamada y Paco todavía no lo ha encontrado.
- Pepa, ¿dónde me has puesto el móvil?.
- Yo tu móvil no lo he visto hoy. Tu sabrás dónde lo has dejado.
Paco se para un momento como un cazador que escucha los movimientos de su presa traídos por el viento. El teléfono empieza a sonar de nuevo y se lanza a buscarlo por dónde cree que se esconde, pero a los pocos pasos da la vuelta al notar que se está alejando del sonido.
- ¡Paco!, ¿Quieres contestar ya?, ¡que me estás poniendo mala!.
Entra de nuevo en el salón y va mirando por mesas y estantes, mientras nota que el volumen sube al ritmo que se acelera su corazón. Lleva diez minutos buscando y ya está nervioso y cansado, por el cansino tono de llamada y por la cara de su mujer, que lo mira con reproche cada vez que pasa cerca.
- Menuda tarde me estás dando. No se para qué tienes móvil, si nunca lo encuentras cuando lo necesitas y nunca contestas cuando te necesitamos los demás.
Se sienta en el sillón a pensar un momento y le empieza a vibrar el culo. Siente más alivio que susto cuando encuentra el aparato entre el cojín y el sillón.
- ¿Diga?
- ¿Dónde te metes? llevo llamando un rato...
- Estaba en el baño, pero ya he terminado. Dime.
- Hoy hay partido a las cuatro, ¿dónde vamos a verlo?
- Vamos al bar y nos tomamos algo, que allí se está bien tranquilo.
- Es una hora muy mala, ¿no es mejor verlo en casa?
- No. Yo como temprano y salgo corriendo, que en casa mi mujer no me deja dormir la siesta.
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