Esto es Badajoz. Esto es febrero, aunque algunos años febrero se disfraza de marzo. Esto es frío que no impide que los disfraces inunden las calles de amanecer a amanecer, aunque por muchas capas de ropa que lleves, el frío cala hasta los huesos. Esto es agua, porque en España llueve cuando no queremos que llueva, y el agua moja las pelucas, corre el maquillaje y congela los pies. Esto es alcohol, porque no entendemos una fiesta sin él, y al menos el alcohol calienta del frío como unos calcetines de más. Esto son barullos de gente, bares que necesitan literas para alojar a los clientes y calles que se llenan de fachada a fachada. Esto es empalmar un día con otro durmiendo la mitad de lo normal, si hay suerte. Esto es para valientes a los que ni el frío, ni el agua, ni el cansancio mantienen en la mesa camilla, a no ser que la mesa camilla sea parte del disfraz. Esto es ir perdiendo el disfraz por las esquinas, con la preocupación de que llegue hasta el lunes. Esto es prometer acostarte temprano para ir al desfile para más tarde prometer no acostarte para ir al desfile. Esto es desayunar migas o buscar una cama que alimente más que el pan. Esto es acostarte con música en los oídos, lucecitas en los ojos y escarcha en el pelo, y levantarte con maquillaje en la almohada, piernas entumecidas y un agujero en el estómago. Esto también es Carnaval y lo esperaremos ansiosos cada año.
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