En España somos muy de guardar las tradiciones, aunque cada uno tenemos la tradición de seguir sólo las que nos gustan y al resto les damos de lado. Somos de seguir tradiciones cuyo origen se pierde en la memoria o de considerar tradición algo que hemos repetido dos años seguidos y por ejemplo, diferencia a nuestro pueblo del resto. Algo que iguala a todos los pueblos y todos los barrios son los jubilados y su afán por estar donde está la noticia, y es tradición encontrarlos en el cruce o la plaza más concurrida, en las estaciones de autobuses, en las calles que se asfaltan o en los nuevos edificios que se construyen. Con las manos en la espalda o sobre una valla observan la vida cambiar a su alrededor con la tranquilidad de quién no tiene cosas suficientes como para llenar su día. Los jubilados de hoy están acostumbrados a trabajar de sol a sol en trabajos mal pagados, con los que ocuparon su vida desde la adolescencia hasta una jubilación que todavía les coge jóvenes para quedarse en casa, así que tienen mucho tiempo libre que no consiguen llenar lo suficiente. Aunque tengan un huerto que de tomates para llenar la nevera de todos sus hijos, aunque tengan un perro al que pasear, aunque vayan a recoger a los nietos al colegio, siguen teniendo tiempo para estar al pie de la noticia. Desde su vida tranquila ven como todo va más rápido de lo que pueden asumir, pero si algo cambia estarán ellos allí para verlo. Si están cambiando las tuberías en una calle, estarán allí para recordar cuándo se colocaron por primera vez; si levantan una nueva planta en un edificio en construcción, estarán allí para hablar de cuando ellos lo hacían sin arneses ni redes de protección; si un camión es tan largo que se queda atascado entre dos calles, estarán allí para censurar las maniobras del conductor, y en cualquiera de las situaciones, a la más mínima oportunidad estarán allí para dirigir y reprochar, porque por desgracia están acostumbrados a que se cuente con su opinión cada vez menos, así que la dan en cuanto pueden, aunque no les hagan caso. Si tenemos suerte todos nos jubilaremos algún día, y descubriremos el por qué de muchas cosas.
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